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OPINIÓN: Atole con el dedo

Liliana Nieto del Rio  For the L.A. Times Central American migrants
Los migrantes centroamericanos enviados al sur de México por el gobierno mexicano optan por regresar a Guatemala a bordo de una balsa de contrabandistas. A pesar de que el tema migratorio es uno de los más importantes en la relación bilateral, poco se habló de él.
(Liliana Nieto del Río/Para The Times)
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Hace unos días se celebró en la Ciudad de México la reunión de alto nivel sobre seguridad entre México y Estados Unidos. Efectivamente, por parte del gobierno estadounidense asistieron funcionarios de la mayor jerarquía en el gobierno de Joe Biden y, por parte de México, la reunión de unas cuantas horas, fue iniciada después de un desayuno con el presidente mexicano y una vez concluida tuvo lugar la visita guiada por Palacio Nacional a la que AMLO invariablemente somete a sus visitantes importantes.

Si se analizan los acuerdos alcanzados, que seguramente los equipos correspondientes venían negociando desde hacía semanas, hay un contraste y desproporción considerables entre el nivel de estos funcionarios, de ambos lados, y lo alcanzado en la reunión que es demasiado general como para que se esperen impactos en el corto plazo o incluso impacto alguno.

En una apretada síntesis los “compromisos y acuerdos” son respetar los derechos humanos, prevenir el crimen y evitar que los jóvenes mexicanos sean cooptados por organizaciones criminales, mejorar las cárceles, disminuir el tráfico ilegal de armas, abordar las adicciones con un enfoque de salud pública y luchar contra el crimen organizado vinculado a drogas ilícitas y tráfico de personas. Solo les faltó unir esfuerzos para que todos seamos felices.

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Las estrategias, que es donde esperaríamos más “carnita” son aún más generales. Crear comisiones y grupos de trabajo, equipos multidisciplinarios, intercambiar información e incrementar los esfuerzos de cooperación. O sea nada. No hay metas, calendarios, acciones precisas, presupuestos o indicadores. No se especifica cómo o cada cuándo se evaluará el “acuerdo” y no participan los congresos de ambos países lo cual convierte lo acordado en buenas intenciones sin validez oficial.

Aun con ese nivel de generalidad llama la atención la inclusión de algunos de los asuntos. Por ejemplo se reconoce de manera casi explícita que el crimen organizado tiene capacidad de reclutamiento de jóvenes, lo cual pone en duda el éxito que según AMLO están teniendo las becas y programas dirigidos a ese grupo poblacional. Si ese tema estuviera resuelto, como él dice cada que puede, no habría necesidad de llevarlo a una reunión binacional de alto nivel. De la misma forma, me sigo preguntando porqué mejorar las cárceles para brindar un trato más humano, tiene que ser un asunto a negociar con los vecinos.

Quizá lo más concreto o lo que más le urgía a la delegación mexicana encabezada por el canciller era la de anunciar un nuevo nombre al mecanismo de colaboración y enterrar el nombre de Iniciativa Mérida, que el gobierno mexicano actual asocia con Felipe Calderón, uno de sus enemigos preferidos. Eso sí lo concedió Estados Unidos. Ahora se llama Entendimiento Bicentenario.

Apenas el día previo a la reunión, en ese marco, AMLO declaró que iban a estar viniendo funcionarios a conocer los programas Sembrando Vida, Jóvenes Construyendo Futuro y las becas que él insiste son la solución al tema migratorio y ha solicitado en varias ocasiones que Estados Unidos disponga de recursos para instrumentarlos en Centroamérica.

Dijo también, que él esperaba de la reunión acuerdos importantes, porque había coincidencias para enfocarse en el desarrollo y que el problema migratorio tenía que atenderse en los lugares de origen con la inversión de Estados Unidos.

Nada de eso se abordó en la multicitada reunión. O bien AMLO no estaba al tanto de la agenda y de los acuerdos que se alcanzarían y que para ese entonces los funcionarios ya conocían, o trató de posicionar una vez más el tema como ya lo había hecho durante la visita de Kamala Harris y cuando envió recientemente una carta al Presidente Biden. A como de lugar él quiere que se reconozcan sus programas y que se extiendan a Centroamérica con recursos estadounidenses.

Ojalá y la situación cambie y empecemos a ver resultados concretos de este tipo de encuentros y reuniones. AMLO ya está a la mitad de su mandato y no hay ningún avance. Por lo pronto, da la impresión de que para Estados Unidos lo urgente es que México controle los flujos migratorios de manera más eficiente, menos escandalosa y más respetuosa de los derechos humanos y que para lograrlo están dispuestos a “darle atole con el dedo” a los funcionarios mexicanos.

*Jorge Santibáñez es presidente de Mexa Institute

TW:@mexainstitute

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