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El qué y porque desde Washington: Dios, con sentido del humor, juntó a México con Estados Unidos

Estados Unidos y México tienen dos visiones opuestas en torno a la generación de energía. Y eso es un problema.
(Christina House / For The Times/CNG)
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Para Estados Unidos la energía verde renovable es su guía del presente y el futuro. Para México, está guía en el presente y el futuro, siguen siendo el petróleo y el carbón.

Mostrando sentido del humor, Dios puso juntos a los dos países y ellos solitos se juntaron en un tratado comercial que hoy sigue siendo el 87% de la espina dorsal de la economía mexicana, aunque esa economía en los últimos tres años ha retrocedido en lugar de avanzar.

Para México y Estados Unidos el petróleo fue siempre generador de energía y generador de divisas, pero hace 9 años la visión sobre energía empezó a cambiar el criterio mexicano y eso llevó a México a aprobar nuevas leyes de reforma energética, que en el 2013 eran descritas como “históricas”. En esos históricos capítulos de los nuevos estatutos se abrió al país a participar con el resto del primer mundo en el desarrollo de la energía renovable. Esto fue “histórico” porque el sector de la energía aún en el México contemporáneo permanece bajo el control estatal.

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Los mexicanos, debido a su pasado, siempre han desconfiado de los empresarios y los gobiernos extranjeros porque hubo explotadores que se llevaron sus recursos naturales y se entrometieron en las acciones de sus gobiernos.

En el 2012, 2013 y 2014 el gobierno anterior al actual se puso como objetivo ponerse a la par con el primer mundo en asuntos energéticos. Para eso invitó a empresas especializadas en el desarrollo y la innovación de nuevas fuentes renovables de energía a invertir en lo que habían sido siempre compañías estatales.

Las empresas del mundo entero acudieron e invirtieron más de 45 mil millones de dólares, en lo que vieron como una gran oportunidad de crecimiento de energía renovable. México es un país cuyo vasto territorio ha sido criminalmente desperdiciado por los gobiernos centralistas y sin visión del pasado.

Los licenciados del PRI, durante 70 años se dedicaron a vanagloriarse de un pasado glorioso, y como consecuencia México creció a tumbos, con repetidas crisis económicas y devaluaciones, en cada cambio de gobierno en que llegaba otro igual de ciegos que el anterior.

Pero al inicio de los 90’s México envisionó una sociedad comercial con Estados Unidos y con Canadá y entró a una nueva era para aprovechar que la rápida globalización de las economías prometía desarrollo, empleos y bienestar para los ciudadanos de los países que entendían el proceso. Fue así que México, como otros, estableció incentivos para atraer lo que llaman (IED) inversión extranjera directa.

Pero una nueva elección en el 2018 trajo nuevos criterios de gobierno. El actual presidente de México consideró que esa reforma energética de su predecesor reducía la participación de las empresas del estado en la generación estratégica de energía y también ponía en peligro, que el nuevo sector energético privado, pusiera al producto de las nuevas fuentes de energía, lejos del acceso de los mexicanos. El presidente Andrés Manuel López Obrador, como muchos mexicanos sigue desconfiando de las empresas extranjeras y por eso varias veces ha dicho “… Vienen a México a robar”.

A pesar de eso, México no deja de ser una extensa puerta al mayor mercado del planeta y eso lo hace enormemente atractivo a los extranjeros que quieren producir en México para vender en Estados Unidos. Vea usted a la industria automotriz, y a muchas otras grandes y pequeñas. Lo que hay que apuntar aquí es que la inversión extranjera, busca acceso a buenos mercados, pero aun así tiene mucho cuidado de en donde emplaza su dinero.

La visión del Presidente López Obrador es que la inversión directa del extranjero no puede abrirse en todos los sectores, y menos en el de la energía al que considera estratégico. Ese criterio es lo que dominó una nueva reforma que cierra el mercado de comercialización de la electricidad para los inversionistas extranjeros. Además, la nueva ley de reforma energética limitaría la generación privada de producción de electricidad a solamente el 46%.

En esta nueva reforma las centrales eléctricas existentes que son propiedad del estado mexicano y que administra la Comisión Federal de Electricidad, funcionarían como lo hacen hoy, quemando petróleo y carbón.

Naturalmente esto cancelaría todos los actuales permisos y contratos de generación privada de energía firmados con el gobierno anterior, y eso acabaría con el autoabastecimiento de electricidad, al que gravitan las empresas mediante el uso de opciones de generación de electricidad eólicas y solar.

Estados Unidos que siempre tiene el ojo atento a lo que hacen sus vecinos, ve con enorme preocupación que las nuevas políticas energéticas de México llevarán a mantener a su enorme vecino, como un enorme contaminador. Tome usted en cuenta que los estadounidenses y sus empresas intentan llegar a cero emisiones en las próximas décadas.

Considere usted que para Estados Unidos esta es una cuestión de sobrevivencia. El clima se le ha hecho más extremoso; más seco en donde hay sequías, más frío en donde hay frío, más caliente en donde hay calor. Los huracanes, incendios forestales, sequías y inundaciones y tornados ya no ocurren solo en temporadas, hoy ocurren todo el año.

¿A que le sabe a usted que su vecino no considere estos cambios climáticos y decida que por consentir a los sindicatos ineficientes y corruptos de Pemex y de la Compañía Estatal de Electricidad no ponga cuidado de cuanta contaminación produce como país, aun cuando eso amenaza directamente la existencia física de su vecino?

Por eso Jennifer Granholm, la Secretaria de Energía de Estados Unidos, fue despachada por el presidente Biden, a negociar con el presidente López Obrador una solución. El día antes de viajar desde Washington varios poderosos senadores le pidieron al presidente Biden firmeza en las negociaciones con México, no sólo para proteger esa capacidad instalada de 45 mil millones de dólares, sino para garantizar que las oportunidades de inversión continuarán para las empresas estadounidenses en la generación de energía limpia y renovable y también en los negocios que quedan de los derivados del petróleo.

Es célebre en México lo dicho por ejecutivos de General Motors que advirtieron qué esa enorme empresa… “Solamente ubicará plantas en países que se comprometan a reducir futuras emisiones de carbono”

El retroceso de la reforma energética mexicana podría descalificar a ese país de esas inversiones. Y eso a Estados Unidos tampoco le conviene porque las economías de los dos países están tan entrelazadas que la pérdida de inversiones en México podría resultar en la pérdida de oportunidades de suministro para millones de proveedores de EE. UU.

La secretaria Granholm después de dos días de reuniones de alto nivel hablando en la doble lengua de los políticos, invitó a México a no desperdiciar su vasto territorio y… “A trabajar en la sociedad contractual que ya tienen los dos países en proyectos de energía renovable, en energía geotérmica, en integración de energías renovables, en reducciones de metano y en la electrificación rural.”

Traducción- En la reforma energética, a debatir pronto en el Congreso mexicano, deben incluirse a futuros socios de Estados Unidos.

Granholm al salir de México emitió una declaración escrita diciendo:

… “Me aseguraron que México está comprometido a resolver las disputas actuales.”

El gobierno mexicano hizo declaraciones también… diciendo “Fueron platicas cordiales en un ambiente de respeto.”

Traducción—No estamos comprometiéndonos a nada.

Todos en la prensa queríamos preguntarle a la secretaria Granholm sobre las negociaciones y ella se comprometió a tener una conferencia de prensa, que canceló a último momento.

* Por casi tres décadas el periodista Armando Guzmán se ha ganado el reconocimiento en México y Estados Unidos por su cobertura en Washington. Puede seguirlo en los diferentes medios y plataformas, como radio, televisión, prensa escrita e internet.

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