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OPINIÓN: ¿Hasta dónde llegará AMLO alegando soberanía?

El presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador
El presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador ha politizado la controversia comercial con Estados Unidos y Canadá.
(ASSOCIATED PRESS)
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A raíz de la solicitud de consultas de los gobiernos de Canadá y Estados Unidos sobre violaciones al tratado comercial entre los tres países T-MEC, el presidente mexicano los ha acusado de que sus posiciones constituyen un atentado a la soberanía mexicana.

Lo que los gobiernos de Canadá y Estados Unidos reclaman es que la política energética instrumentada por AMLO da un trato preferencial a la CFE y a PEMEX y que eso significa una violación a lo acordado explícitamente en el tratado comercial.

Por su parte, AMLO no niega dar ese trato preferencial y que lo hace porque México es soberano para cambiar sus leyes. En su lectura, los reclamos de los otros dos socios, pero sobre todo de Estados Unidos, implican que México no podría modificar sus leyes y de ahí el salto mortal al discurso de la soberanía.

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De entrada, eso hace la discusión muy difícil. No hay punto de encuentro. Los involucrados están en dos carriles que no se cruzan. Canadá y Estados Unidos en una perspectiva técnica, apegada a lo acordado, que alega igualdad de condiciones para todos los competidores de la región y México, por la voz de su propio presidente, desde una perspectiva política en un discurso que defiende su soberanía. Los funcionarios de Canadá y Estados Unidos le hablan a sus contrapartes y el presidente mexicano a sus seguidores.

De hecho, que se acuse a Estados Unidos y no a Canadá, cuando ambos piden lo mismo, refleja la utilización política que se pretende. Es mucho más fácil presentar a Estados Unidos como peligro para la soberanía mexicana que a Canadá.

Lo que sigue en el carril técnico es relativamente largo pero muy sencillo. De las consultas sigue una controversia formal en la que un panel, sin lugar a duda, decidiría que México, al dar ese trato preferencial, está violentando los acuerdos del T-MEC. El propio tratado establece las sanciones correspondientes y según todos los especialistas el daño directo e indirecto en la economía mexicana sería de proporciones mayúsculas.

Por su parte AMLO, al politizar el tema, solo piensa en qué hacer o decir para ganar las próximas elecciones. Se ha especializado en ello y para eso, el discurso de la soberanía es eficiente y lo estirará lo más posible. ¿Hasta dónde? ¿Hasta cuándo?

Es probable que estire el tema hasta la estratégica elección de gobernador en el estado de México y con su capacidad discursiva, a partir de cierto momento, con el proceso electoral muy avanzado o concluido, se pasará al terreno técnico y alegará que defendió la soberanía, que fue exitoso, que ya no es como antes, que él no es pelele de Estados Unidos, que México preserva el derecho de modificar sus leyes (algo que nunca estuvo en duda) y que se encontró una solución técnica que sus “brillantes” colaboradores, especialistas en darle la razón, instrumentarán.

Seguir en el camino discursivo de la defensa de la soberanía hasta sus últimas consecuencias, solo tiene dos destinos nefastos para México: las sanciones económicas o salirse del T-MEC. No creo que llegue a tanto la utilización política del tema. Pero tardará, porque eso es lo que le conviene políticamente. Por lo pronto ya anunció que en el marco de los festejos de la independencia mexicana y como teniendo como telón de fondo el desfile militar, anunciará su posición. Más claro, imposible.

Seamos realistas, a la mayoría de los votantes no les importa el T-MEC, no saben de tecnicismos y no ven las consecuencias negativas que se deriven de las posiciones de AMLO. La oposición y otros actores sociales no han sido capaces de contrarrestar esos discursos.

En la práctica, AMLO no ha sido un buen defensor de la soberanía mexicana. Particularmente en sus negociaciones con Estados Unidos. El mejor ejemplo son los acuerdos que estableció en los inicios de su administración para controlar en México, los flujos migratorios centroamericanos y el programa conocido como “Quédate en México” que acordó sometiéndose a la presión de Donald Trump y que siguen vigentes.

En síntesis, a cambio de nada, se cedió la guardia nacional y el territorio mexicano, elemento central de la soberanía, para la instrumentación de políticas migratorias de Estados Unidos. Es decir, otro país decidió e impuso qué hacer en territorio mexicano, con recursos de los mexicanos. Nada mal como definición funcional de violación a la soberanía.

Pero en ese entonces, AMLO no argumentó ningún cuestionamiento a la soberanía. Como si fuera un tema de su exclusiva interpretación. Él decide cuándo se violenta y cuándo no. Como en las mejores dictaduras.

Jorge Santibáñez es presidente de Mexa Institute

TW: @mexainstitute

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