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OPINIÓN: México, las armas y la agenda con Estados Unidos

En esta foto de archivo del 25 de enero de 2011, se muestra en Phoenix un conjunto de armas incautadas que iban a ser introducidas de contrabando en México. Entre los miles de inmigrantes que han estado cruzando la frontera México-Estados Unidos, muchos tratan de escapar de la violencia de las pandillas y de las drogas en sus países de origen. La manera preferida para intimidarlos suele ser un arma de fabricación estadounidense.
(Matt York/AP)
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Aunque no sea políticamente correcto reconocerlo, sobre todo actualmente, el último presidente que tuvo una agenda definida con Estados Unidos fue Carlos Salinas cuando impulsó el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN).

A partir de ahí, los sucesivos gobiernos se han dedicado a no hacer olas, al fin y al cabo, nos compran el 80% de lo que exportamos. Ninguno ha tenido una estrategia clara de cómo utilizar una vecindad que muchos otros países quisieran, tampoco han tenido la visión de aprovechar una comunidad mexicana que hoy representa el 10% de la población que vive en Estados Unidos y que, junto con la comunidad asiática, es la que más crece.

Aún así, sorprende lo vago de la política del actual gobierno frente a Estados Unidos. Cada que va el canciller mexicano a encontrarse con funcionarios estadounidenses, nos preguntamos cuál será la ocurrencia del viaje. Parece que nos movemos no para que las cosas mejoren, ni siquiera para que se mantengan como están, sino para que no empeoren.

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Y si lo logramos, entonces lo presentamos en México como un gran éxito. Los dos ejemplos más claros son el llamado T-MEC, sustituto del TLCAN con el que, se diga lo que se diga, México pierde con respecto a este último, y la subordinación absoluta en el tema migratorio a cambio de no tener aranceles que no existían y que no era seguro que se implementaran.

En la medida que la lucha entre los grupos de narcotráfico aumenta la violencia en México a niveles récord, un nuevo estudio publicado recientemente mide el impacto económico que esta tuvo en 2017, en $249,000 millones en pérdidas, lo que representa cerca del 21% del producto interno bruto del país.

Abr. 11, 2018

El caso más reciente de la falta de rumbo fue la visita en torno a la evaluación de 90 días del acuerdo que comprometió a México a detener y retener a los migrantes centroamericanos. Ya sabíamos que lo que México llevaba era sus cifras de detenciones como indicador único del éxito de la estrategia.

No sabemos cómo eso beneficia a México o al proceso migratorio, pero esperábamos que, además de la palmadita en la espalda, la delegación mexicana pudiera formular alguna propuesta de verdadera colaboración y no sólo de subordinación. Todo apuntaba a que se trataría de derivar algún acuerdo específico en torno al cada vez más lejano plan de desarrollo de Centroamérica con respecto al cual Estados Unidos, otros 35 países y organismos internacionales dicen que está muy bien, pero nadie se anima a invertir un dólar.

Según lo que la delegación mexicana informó, el asunto que se puso en la mesa fue el tráfico de armas hacia México.

México tiene algunas de las leyes de control de armas más estrictas del hemisferio, pero las tasas de homicidios se disparan y el país está inundado de armas.

May. 24, 2018

No es que el tema sea nuevo o irrelevante, pero no se derivó ningún acuerdo, y será muy interesante ver cómo evoluciona en el marco de la relación y compromisos de los dos países un tema que para el presidente de EE.UU es totalmente interno. Cualquier estrategia pasaría por una regulación y control a la que ni Trump, ni los republicanos, ni la poderosa NRA (National Rifle Association por sus siglas en inglés), han cedido un centímetro. Ni siquiera ante masacres que han lastimado a la sociedad estadounidense. Nos sorprendería que Trump endureciera el control de armas sólo porque nuestro canciller se lo pidió cuando lo saludó en la Casa Blanca.

Para México, el tema es de vital importancia. Estimaciones recientes hablan de que más de 250 mil armas compradas o fabricadas legalmente en Estados Unidos acaban en México, en manos de las organizaciones criminales, y más del 70% de las armas confiscadas en enfrentamientos con el crimen organizado tienen el mismo origen. Para operar, estas organizaciones necesitan ejércitos armados. Los dos insumos básicos para mantener esa estructura son el dinero y las armas. Ambos vienen de Estados Unidos. Lograr algo en este terreno sí que representaría un cambio.

No sabemos qué tanto se avance en ese tema. Desafortunadamente creemos que muy poco. México no juega un papel relevante en ese debate. Incluso, tratándose de cifras para nosotros muy importantes, para el mercado estadounidense el número de armas que vienen a México es irrelevante dado el tamaño de la industria armamentista del país. Llama la atención que, al difundir los resultados de la reunión entre los funcionarios de ambos países, la parte estadounidense ni siquiera mencionó el tema.

El canciller mexicano declaró: lo de ellos es la migración, lo nuestro son las armas que vienen a México. Hay muchos más temas, pero si en éste se logran avances reales, se dará un gran paso hacia la pacificación de México. Ojalá que el tema dure más allá de la siguiente reunión.

*El doctor Jorge Santibáñez es presidente de Mexa Institute

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