El qué y porque desde Washington: Los demonizados inmigrantes de Europa
Italia y Suecia son dos países que lo único que tienen en común es estar ubicados en Europa, por lo demás es obvio que las diferencias entre sus pueblos en carácter, historia y temperamento los hace diametralmente opuestos. Pero hoy aquí en esta columna están juntos, porque su gente decidió elegir recientemente a gobiernos que hicieron a ambos países virar violentamente hacia la extrema derecha. La razón en común para este cambio es que la gente ya se hartó de ser destino de los inmigrantes que les llegan del mundo no desarrollado.
Este rechazo sorprende porque, tanto Italia como Suecia, tienen ya años absorbiendo poco a poco a poblaciones diversas de África y de Asia. Eso a través del tiempo les hizo ver que lo que fueron sus poblaciones mayoritariamente homogéneas, están dejando de serlo-- y ahora suecos, italianos y muchos otros nacionales de otros países de Europa, culpan a los inmigrantes de sus problemas entre los que sobresalen las pandillas, el narcotráfico y las olas de violencia.
Curioso y distinto que la cuestión de asilo y migración este teniendo esta transformación porque, históricamente, Suecia ha sido generosa con los refugiados, tanto que sólo Canadá y Australia aceptan más refugiados del mundo entero.
Pero ahora el partido, “Los Demócratas Suecos,” de extrema derecha con Jimmie Akesson, su nuevo líder de 43 años se ha centrado en la inmigración, para argüir que Suecia es la víctima de crecientes niveles de violencia, crimen de las pandillas y de un abuso de los generosos programas de bienestar del país.
Por eso, dice Akesson, es “hora de poner a Suecia primero”. Si, exactamente la misma frase usada por Donald Trump en Estados Unidos.
La principal propuesta de campaña de “Los Demócratas Suecos” fue un plan de 30 puntos diseñado para cambiar a Suecia, de ser uno de los sistemas de inmigración más generosos de Europa, a ser el más restrictivo de todo el continente.
En Suecia y en Italia hay mucha demagogia de parte de sus nuevos líderes en los partidos de extrema derecha. Pero también hay una verdad importante que le da mucha fuerza ante los votantes. Las olas de inmigrantes en muchos países de Europa están fuera de control.
Ocurre que durante ya los últimos 20 años, Suecia aceptó a miles de asilados de las guerras de Siria, Irak y Afganistán, el equivalente del 1.6 % de la población sueca que es de poco más de 10 millones de personas. Eso hizo que muchos suecos se dieran cuenta que en los últimos años los inmigrantes, particularmente los musulmanes de países devastados por la guerra están teniendo un gran impacto en la política y la sociedad suecas.
“Los Demócratas de Suecia” (Sverigedemokraterna), que es un partido populista de derecha que desde su fundación en 1988 estuvo políticamente prohibido debido a sus vínculos con los neonazis. Pero ahora ha crecido a ser el segundo partido más grande en el Riksdag, el parlamento sueco. Esa nueva mayoría legislativa creo una nueva narrativa vinculando el aumento de inmigrantes predominantemente musulmanes, con la percepción de que los aumentos en delitos violentos y las tensiones en el preciado sistema de bienestar sueco, no son culpa de malos manejos, falta de visión y planeación, sino culpa de los inmigrantes.
Curiosamente, muchos suecos se niegan a aceptar que sus problemas de delincuencia o integración provengan principalmente de fallas en la política socioeconómica o en la burocracia gubernamental; más bien, ellos también se han dejado contagiar, culpando a los inmigrantes musulmanes de cambiarles la cultura.
Todo lo anterior es importante porque Suecia desde el final de la década de los 1960, se jactó de tener una sociedad multicultural.
Suecia como destino migratorio empezó por la necesidad de mano de obra, los gobiernos europeos le abrieran las puertas primero a los inmigrantes de Irán a fines de la década de 1980 y de Yugoslavia a principios de la década de 1990.
Aun cuando las cifras de inmigración alcanzaron un máximo histórico en el 2016. Suecia al igual que Alemania, no hizo caso y siguió con una política de fronteras en gran medida abierta hacia los refugiados sirios. Fue tanta la inmigración siria que llegaron a ser más de 196.000 los nuevos residentes suecos nacidos en Siria, un número enorme si usted considera que es un país pequeño con una población de alrededor de 10 millones. Es como si a Estados Unidos le hubiesen inyectado en el mismo periodo 5 millones de asilados.
Italia es un caso parecido, en donde Giorgia Meloni, usando la oposición creciente de los italianos a la inmigración, revivió al fascismo de la derecha; no visto en Italia desde Benito Mussolini.
Claro que este fascismo sus nuevos representantes tratan de ocultarlo diciendo que lucharán contra todas las formas de antisemitismo y fundamentalismo islámico, pero afirmando también al mismo tiempo, que su nueva misión es luchar contra la inmigración irregular.
La nueva derecha quiere bloquear por cualquier medio en el mar a los barcos que transportan inmigrantes del norte de África al sur de Italia. Su objetivo es gestionar los flujos legales de inmigración de manera ordenada. Mientras el líder del partido, Fratelli d’Italia, también quiere promover la inclusión social y laboral de los inmigrantes regulares.
Las derechas políticas en Italia y en Suecia se dejaron contagiar con la ideología y hasta la oratoria de Donald Trump de poner a Estados Unidos por delante de cualquier otro país con la ideología de: “Make America First Again”.
Pero hay que recordar que Estados Unidos es diferente a Europa, en donde la proximidad entre países hace que las identidades nacionales sean étnicas, religiosas y culturales. La identidad estadounidense es política y arraigada en el ideal de un sólo país, con sólo una identidad. Estados Unidos fundado y poblado por inmigrantes exige que esa identidad sea americana y que la asimilación ocurra a través de las generaciones.
Estados Unidos no duda que puede absorber a gente nacida en el extranjero, y de hecho es la única gran potencia económica que puede hacerlo si quiere. Eso es curioso porque el porcentaje de población estadounidense nacida en el extranjero ha subido en forma casi uniforme al igual que en Europa en los últimos 50 años a casi el 20%.
Lo que está ocurriendo en Europa con la instalación de la extrema derecha nos debe servir para alertarnos del regreso de las políticas anti- inmigrantes y extremas representadas por Donald Trump, cuya propaganda ya consiguió que millones de estadounidenses crean, que en la frontera sur, no hay una crisis de desorganización y falta de orden migratorio… Sino una clara invasión, de millones de migrantes hambrientos y sin educación que cruzan corriendo la frontera ilegalmente todos los días.
Cuando usted lo ve así… el miedo se justifica… dice Donald Trump.
En la frontera el proceso de asilo y de inmigración ordenada es hoy completamente disfuncional. Ya estaba obstruido y carecía de personal, y Trump deliberadamente lo atascó aún más.
El presidente Joe Biden prometió poner orden al sistema de inmigración con un sistema legal actual, más rápido y más predecible pero, han pasado casi 2 años y esa promesa como muchas otras, nunca siquiera resurgió como discurso. Por eso la derecha populista está usando la oposición a la inmigración para ganar control del congreso en noviembre.
Por eso es importante ver que ocurrió en Italia y en Suecia, en donde la inmigración fue utilizada como vehículo para ascender al poder político. Porque “Ojo”, las situaciones no son comparables. Suecia e Italia como muchos otros países europeos tienen sistemas que permitieron la petición de visas y de asilo.
Estados Unidos tiene un sistema que no es uniforme y que mientras permite que sus consulados acepten la petición de visas y asilo en muchos sitios en el planeta, carece de ese mismo sistema en toda Latinoamérica, que es el mayor foco emisor de migrantes a Estados Unidos.
Un punto importante más es que los europeos tienen razón en preocuparse de que sus inmigrantes se hayan volteado contra ellos dentro de sus mismos países. Los inmigrantes del mundo entero sabemos y queremos integrarnos en las nuevas sociedades a las que llegamos a hacer nuestra nueva vida, pero necesitamos ayuda en esa integración. Italia, y Suecia y Europa en general tiene mucho aun que resolver en ese sentido… y les valdría más integrar a esos migrantes, que seguirlos demonizándolos.
* Por casi tres décadas el periodista Armando Guzmán se ha ganado el reconocimiento en México y Estados Unidos por su cobertura en Washington. Puede seguirlo en los diferentes medios y plataformas, como radio, televisión, prensa escrita e internet.
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