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OPINIÓN: Detrás del pleito entre el canciller mexicano y la exembajadora

El canciller mexicano Marcelo Ebrard, izquierda, le da la bienvenida
El canciller mexicano Marcelo Ebrard, izquierda, le da la bienvenida al secretario de Estado estadounidense Antony Blinken el lunes 12 de septiembre de 2022, en el Aeropuerto Internacional Benito Juárez de la Ciudad de México. (Raquel Cunha/Pool vía AP)
(Raquel Cunha / Associated Press)
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La semana pasada en casi todos los medios mexicanos se dio amplio espacio a un “pleito” entre Marcelo Ebrard y quien fuera embajadora de México en Estados Unidos al inicio de la administración de AMLO, Martha Bárcena. El asunto salió a la luz en una de las conferencias matutinas del presidente mexicano.

El pleito hace crisis, o al menos eso parece, a raíz de una entrevista que la exembajadora dio hace unos días a la cadena estadounidense Univisión en la cual declara que, como lo dice Mike Pompeo, secretario de Estado de Donald Trump, en un libro que se publicó hace unas semanas, el canciller mexicano habría aceptado al inicio del sexenio que México recibiera a los solicitantes de asilo mientras se desahogaban sus trámites en Estados Unidos. El mismo Trump ratificó la versión y coloquialmente el programa se llamó “Remain in Mexico”. Hasta el nombre lo pusieron los estadounidenses.

En estricto sentido, la exembajadora no dijo nada que no fuera cierto, ni ya conocido y que ha sido corroborado no solo por todos los demás que intervinieron, salvo Ebrard y su equipo, sino por los hechos que ocurrieron después y según los cuales cerca de 70 mil solicitantes de asilo fueron recibidos por México al amparo de este acuerdo.

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La defensa de Ebrard a lo dicho por Pompeo fue tibia y tratando de distraer haciendo referencia a otro programa llamado de tercer país seguro. Algo así como que para evitar este último, se habría aceptado el “Remain in Mexico”. Como buscando vender que se evitó lo peor, cuando en realidad se trata de dos asuntos diferentes y no desmiente a Pompeo.

Lo realmente novedoso es que este tema, que ya iba de salida, que es de 2018-2019, haya sido elevado a la conferencia matutina de AMLO, popularmente conocida como “la mañanera” y se le hubiera dado una importancia que naturalmente no tiene. Cualquier mexicano sabe que ningún tema llega a la mañanera y es abordado con detenimiento, si antes no fue acordado, planeado y orquestado por AMLO y su equipo de comunicación con propósitos específicos. Lo único que ha hecho AMLO siendo presidente, es conducir la mañanera. Más allá del pleito, esa es la parte que hay que analizar y que pinta a AMLO de cuerpo entero.

Como para que no quedara ninguna duda, la pregunta la hizo uno de los “youtubers” que asisten diario a la conferencia y que son los encargados de plantear las preguntas que desde presidencia les pasan. La coreografía es tan primitiva que quien hace la pregunta le pide al presidente que si “permitiría que Marcelo Ebrard dé respuesta”.

Para AMLO, como buen expriista, en esta etapa del proceso, es muy importante mantener tres candidatos a sucederlo, no puede quedarse solo con dos, lo cual derivaría en un pleito entre ellos o peor aún, con uno solo que sería atacado desde dentro y fuera. Por lo pronto, tiene que darles juego a los tres y por eso decidió apoyar a Ebrard y poner a su disposición el atril de la mañanera para su campaña personal. Después, muchos medios, como si se tratara de un coro, apoyaron a Ebrard a pesar de que no hay ninguna duda de que la exembajadora dice la verdad. Todo fue orquestado y como siempre pasa en política, la verdad es lo que menos importa.

La reacción de AMLO, atacando a la exembajadora lo pinta tal cual es. Ya solo piensa en la sucesión, en retener el poder y en ese camino es capaz de arrastrar a quien se le cruce, incluso contradiciéndose. AMLO desde ese mismo atril, en diciembre de 2020, después de los sucesos relatados en el “pleito”, dijo que Martha Bárcena había sido una leal y gran embajadora y que promovería que fuera designada Embajadora Eminente y ahora sin más, la aventó al cajón de los conservadores y de sus enemigos. ¿Mintió entonces el presidente? ¿No estaba informado?

Se sabe, no es ningún secreto, que hay una muy antigua y estrecha relación familiar y personal entre la familia del presidente y la de la exembajadora. Lo menos que uno esperaría entre gente honorable y decente es que eso hubiera ayudado a que el tema se manejara diferente, con más delicadeza y discreción. Un poco de valores y respeto no hacen daño a nadie. Como bien dicen, el poder saca lo peor de las personas.

Mientras, la política exterior mexicana sigue sin rumbo. Condecoramos a un dictador cubano y callamos frente a los excesos de otro en Nicaragua.

Y todo para darle un poco de reflectores a Marcelo Ebrard quien abordó el “pleito” como si se tratara de algo personal, en su contra, logrando que el presidente saliera a defenderlo. Ese es el nivel de la política mexicana. Esos son los candidatos presidenciales y esa es su estatura. Su capacidad se mide según como los defienda el presidente.

* Jorge Santibáñez es presidente de Mexa Institute

TW: @mexainstitute

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