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¿Tiene remedio la migración?

Un migrante gesticula hacia agentes
Un migrante gesticula hacia agentes de la Guardia Nacional de Texas que observan desde detrás de un alambre de espino, en la orilla del río Bravo, vistos desde Matamoros, México, el 11 de mayo de 2023. El gobierno del presidente estadounidense Joe Biden ha presentado medidas más estrictas para sustituir al Título 42.
(Fernando Llano/AP)
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En los días recientes mucho se ha hablado del proceso migratorio en Estados Unidos. Las imágenes de las filas de migrantes queriendo entrar a ese país o en albergues de las ciudades fronterizas de ambos lados o peor aun acampando en las calles, proyectan un proceso caótico y muchos se preguntan si es posible ordenarlo.

Cualquier intento de ordenamiento del proceso migratorio requiere dos condiciones básicas. La regularización progresiva de los migrantes indocumentados que ya están en Estados Unidos y administrar (que no cerrar totalmente) la llegada de nuevos inmigrantes mediante un número suficiente de visas, acorde con las necesidades reales del mercado laboral y la reunificación familiar e inversión en países de origen y tránsito.

Los intentos por detener el proceso totalmente, por la fuerza, no solo están destinados al fracaso, sino que aun las estrategias más exitosas en el corto plazo, en el mediano y largo solo generan más desorden, riesgos para los migrantes y ganancias para el crimen organizado. Ya tenemos un buen tiempo en esa vía.

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En Estados Unidos viven 11 millones de migrantes sin autorización, los llamados indocumentados y que muchos en ese país llaman ilegales. La mitad son mexicanos. Recientemente Alejandro Mayorkas, el secretario de Seguridad Nacional, de quien depende la gestión de la migración, mencionaba que los migrantes llegaban a su país por una mezcla de factores, todos en sus países de origen, entre los que destacaban la pobreza, la violencia e inseguridad, la falta de oportunidades de desarrollo y regímenes autoritarios que limitan las libertades y persiguen a sus críticos.

El secretario tiene razón, pero se le olvidó mencionar la existencia de un mercado laboral en su país que necesita y atrae mano de obra que la sociedad estadounidense no aporta y la existencia de redes sociales y familiares de estos migrantes. Tampoco dijo nada del aporte de ellos al desarrollo de Estados Unidos entre los que destacan garantizar la sobrevivencia demográfica, el pago de pensiones a estadounidenses y la estabilidad de un mercado laboral que los requiere.

Además, la abrumadora mayoría trabajan o estudian, tres cuartas partes de ellos vive, producto de su trabajo, por encima del nivel de pobreza y la tercera parte son propietarios de la vivienda que habitan. Se les dice ilegales, pero se les da trabajo, pueden abrir cuentas bancarias, comprar propiedades, tener negocios, pagar impuestos y consumir día con día.

El camino de su regularización, si no interviniera la política, debería ser natural porque ya están integrados a Estados Unidos. El problema es que se ha construido un discurso, que un sector importante de la sociedad estadounidense cree, según el cual no son necesarios y en un extremo representan un riesgo, aunque no haya un solo dato que sustente este tipo de afirmaciones.

Por eso la regularización de estos migrantes, que depende del congreso de Estados Unidos es necesaria para el ordenamiento del proceso y por eso Joe Biden desde el día uno de su mandato presentó (y solo eso) una propuesta. Desafortunadamente, no ha invertido nada de su capital político para que siquiera se discuta.

En cuanto al ordenamiento de la llegada de nuevos migrantes México tiene una enorme responsabilidad. En los inicios de su sexenio, AMLO y su fugaz titular del Instituto Nacional de Migración (INM), se llenaban la boca diciendo que todos serían bien recibidos y a todos se les daría trabajo, permiso de permanencia y de tránsito. Decían “se trata de un nuevo paradigma”. El desorden de hoy se explica en gran medida por esas declaraciones irresponsables que invitaron a muchos migrantes a dejar sus países. Claro, cuando Donald Trump le llamó la atención despidió al titular del INM pero eso no resolvió nada. Un incompetente menos en su entorno.

Se fue al otro extremo y apenas hace unos días su gobierno declaró que suspendía el otorgamiento de permisos y cerraba las estaciones migratorias. ¿De verdad nadie le explica que eso no frenará a los migrantes, sino que los echará en brazos del crimen organizado? ¿Ese es el humanismo mexicano que tanto presume?

También ha insistido en que se instrumenten sus programas en Centroamérica y así los migrantes encontraran en sus países condiciones de desarrollo y arraigo. ¿Es en serio? ¿Que nadie la pasa las cifras de detenciones de la patrulla fronteriza según las cuales el grupo más numeroso es el de mexicanos en donde ya se aplican sus programas? ¿Qué nadie le explica que hoy en día la mayoría de los migrantes de tránsito vienen de dictaduras que él defiende? Como contribuyente en Estados Unidos ¿Estaría usted de acuerdo en que se destinaran recursos públicos a los gobiernos de Cuba, Nicaragua, Haití o Venezuela?

Para contribuir al ordenamiento en las llegadas, Estados Unidos ha exigido que éstas se den por las vías legales y desde el país de origen, sin darse cuenta de que estas son insuficientes en función ya no de la demanda sino de sus propias necesidades. Para colmo, diseñó una aplicación para presentar las solicitudes que no está pensada en los migrantes y que no funciona correctamente.

Jorge Santibáñez es presidente de Mexa Institute

TW: @mexainstitute

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