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Trump y Clinton, ejemplos muy claros de una ‘nación bully’ en el mundo

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El 7 de junio es el turno de California en las primarias electorales que, del lado republicano, colocaron en la cima al magnate Donald Trump, quien parecía al principio de la contienda solo ser un chiste en las aspiraciones presidenciales de ese partido que, hoy por hoy, “puede considerarse candidato a la organización más peligrosa de la historia de la humanidad”, según afirmó el intelectual estadounidense Noam Chomsky, en una entrevista concedida al programa Democracy Now.

Según Chomsky, el posicionamiento de los republicanos sobre el problema del cambio climático y las armas nucleares es suficiente para llegar a esta conclusión. El cambio climático es “indiscutible”, aseguró el reconocido politólogo y lingüista, pero los republicanos defienden caer al “abismo” para “asegurarse de que nuestros nietos tengan la peor vida posible”.

No es broma sin duda lo que está en juego en estas elecciones presidenciales, pero con dos partidos que, afirma Chomsky, “se han desplazado ideológicamente hacia la derecha al grado de que los demócratas ocupan hoy las posiciones que antes eran de los republicanos, mientras estos, los republicanos, se encuentran sencillamente fuera del espectro”.

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En su opinión, eso explica que surjan políticos como Donald Trump que antes eran frenados sustituyéndolos con candidatos “menos locos” como Mitt Romney, sin que hayan podido hacer lo mismo este 2016.

He comentado ya en otras ocasiones que un verdadero líder no es aquel que tiene la habilidad de atraer seguidores, apoyado ejercicios propagandistas que no escatiman en el empleo de todo tipo de tácticas sicológicas de persuasión masiva. La diferencia entre un líder y un demagogo, dice Robert Reich, es que el primero “logra sacar lo mejor de sus seguidores, mientras el segundo saca lo peor. El líder verdadero inspira tolerancia, mientras que el demagogo incita al odio”.

Hemos sido testigos en estas elecciones primarias de cómo un demagogo como Trump ha utilizado de chivos expiatorios a los inmigrantes indocumentados y a los musulmanes en general sin matices ni distinciones, cortando a todos con la misma tijera ,alborotando a la jauría, fomentado el odio y sin explicarle cabalmente a sus fanáticos la responsabilidad que los gobiernos de Bush y Obama tienen ante la proliferación de las acciones terroristas que recorren buena parte del planeta.

Permítanme un paréntesis antes de seguir con las primarias para compartirles que en mi trabajo de televisión en español aquí en Los Ángeles, solía recomendar libros al público para que pudiera comprobar información a contracorriente, que no me sacaba de la manga, sobre temas polémico relacionados con las guerras o con el terrorismo entre otros. Un productor me abordó una ocasión para decirme que “no recomendará libros, porque a nuestra audiencia no le interesaba la lectura”. Hice caso omiso, seguí recomendando libros y un día, al recoger mi ropa en el ‘dry cleaner’ , un trabajador de Oaxaca me reconoció y me dio para firmarle un libro de los que había recomendado. Lo tenía subrayado y con anotaciones: “Confesiones de un gánster económico”, de John Perkins.

Hoy en esta columna me permito recomendarles un importante libro en cuyo contexto habría que ubicar el “éxito” del troglodita bravucón llamado Donald Trump, las acciones en Medio Oriente emprendidas por Hillary Clinton en su calidad de secretaria de Estado de la administración Obama, y el “socialismo democrático” y la “revolución política” que plantea Bernie Sanders. El libro se titula en inglés: “Bully Nation; how the american establishment creates a bullying society”.

Los autores, Yale Magrass y Charles Derber, sostienen que el enfoque actual sobre el “bullying” en Estados Unidos, como también el de una gran parte de la discusión sobre la violencia de las armas, es visto en primera instancia como problemas psicológicos individuales, cuyas víctimas requieren de terapia, un mejor despliegue de capacidades para su adaptación social o en última instancia del castigo de las leyes. Sin embargo, no existe una discusión sobre las fuerzas culturales y sociales más extensas en el país, en sus instituciones y en sus líderes que practican el “bullying” sobre otros países o sobre trabajadores y sus propios ciudadanos en casa.

Magras y Derber sostienen que en Estados Unidos existe un “bullying” endémico institucionalizado propio del carácter de capitalismo hegemónico dominante de EE.UU. como nación provocando muerte y sufrimiento a gran escala.

El único candidato que plantea un rumbo distinto, necesario para la supervivencia de EE.UU. y de todo el mundo, es el senador Sanders. No se trata aquí de derechas o de izquierdas, sino del empleo del sentido común que desafortunadamente suele ser el menos común de los sentidos.

La campaña de Donald Trump ha sido una campaña “bully”, basada en el fomento y la explotación del miedo hacia los “enemigos designados”, exitosamente agresiva en la medida que ha logrado despertar sentimientos de naturaleza violenta entre sus seguidores, formados en la mítica idea del llamado excepcionalísimo estadounidense, que considera a EE.UU. como la nación a la que Dios le ha proporcionado un “destino manifiesto” sobre el resto del mundo, razón por la que los seguidores de Trump le gritan como ocurrió en Nuevo México: “Construye el muro, construye el muro”.

En ese sentido, la gestión de Hillary Clinton como secretaria de Estado fue igualmente una gestión caracterizada por el “bullying”, a la que no le importó armar y apoyar en Libia a rebeldes, incluidos miembros de la organización terrorista Al Qaeda que habían combatido contra soldados estadounidenses antes en Irak, para eliminar por razones de intereses geopolíticos y geoeconómicos a Muamar Gadafi, aún a costa de la proliferación del terrorismo bestial e indiscriminado del llamado Estado Islámico.

No es broma lo que está en juego en estas elecciones, no es broma lo que digan en las urnas los californianos, más allá de que el senador Sanders, tenga o no posibilidades de lograr la nominación en lo que parece improbable [por el apoyo del Partido Demócrata a Clinton], de no darse un cambio sorprendente de voluntad entre los no muy democráticos superdelegados que en la convención del Partido Demócrata pueden votar a favor de quienes quieran sin importar el voto popular.

El país en estas elecciones y California el próximo 7 de junio, tiene la oportunidad de pronunciarse sobre si seguir siendo estructuralmente “una nación ‘bully’”, o iniciar un viraje histórico que sí, se antoja como “sueño imposible”, pero sueño que que podría salvarnos de la pesadilla de la autodestrucción. Trump y Clinton, los dos y cada uno con sus intereses y estilos, son ejemplos muy claros de “la nación ‘bully’”

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