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Los presidentes Trump y López Obrador hablan de comercio en medio de una fuerte presión en sus países

El presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador y el presidente Trump.
(Associated Press)
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La visita a Washington hoy miércoles del presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador es una especie de rompecabezas.

¿Por qué un orgulloso presidente mexicano de corte nacionalista y de izquierda, utiliza su primer viaje al extranjero en 19 meses para reunirse con el presidente Trump, cuya retórica de derecha frecuentemente ataca a los mexicanos y cuyas políticas son obstinadamente anti-inmigrantes?

Trump y López Obrador llegan a la controvertida reunión con objetivos políticos completamente diferentes. El presidente mexicano es el que tiene más que perder; Trump, por su lado, que está viendo su popularidad caer en las encuestas de opinión a sólo cuatro meses de las elecciones, tiene poco que perder.

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El motivo oficial de la reunión y la cena de trabajo en la Casa Blanca es celebrar el tratado de comercio alcanzado por Estados Unidos, México y Canadá que entró en vigor el 1 de julio.

La secretaria de Prensa de la Casa Blanca Kayleigh McEnany dijo que el nuevo Acuerdo México-Estados Unidos-Canadá, o USMCA, apoyaría los empleos americanos y la ventaja competitiva del país.

De hecho, el USMCA es una actualización del Tratado de Libre Comercio de América del Norte de 1994 entre los tres países. Agrega protecciones laborales y ambientales, pero los expertos predicen que tendrá un impacto limitado a corto plazo en el crecimiento.

López Obrador esperaba que el primer ministro canadiense Justin Trudeau también estuviera en la Casa Blanca esta semana como una forma de cubrir políticamente lo que es un viaje enormemente controvertido tanto aquí como en México. Pero Trudeau se negó, citando una apretada agenda y lo inapropiado de los viajes internacionales en medio de la pandemia de COVID-19 que sigue haciendo estragos en Estados Unidos.

Como Trump, López Obrador ha hecho poco caso de los consejos de los científicos en torno a la gravedad del coronavirus y ha minimizado los riesgos. El presidente mexicano dice que nunca se ha hecho la prueba de COVID-19 porque no tiene síntomas, y que se hará la prueba sólo si la Casa Blanca lo requiere.

“Para ambos presidentes, esto sirve como una distracción de la crisis en sus respectivos países, generada por COVID-19”, dijo Fernando Cutz, ex miembro del Consejo de Seguridad Nacional de Trump a cargo de América Latina y ahora en el centro de estudios Wilson Center y la empresa consultora Cohen Group.

“Ambos estarían muy contentos de poder cambiar el tema de la conversación a cualquier otra cosa lo más rápido posible. Ninguno de los dos es percibido en su país, como muy efectivos en su lucha contra la pandemia y sus consecuencias económicas”, manifestó Cutz.

Para Trump, la visita es una oportunidad para marcar un logro concreto y poco común -el acuerdo comercial-, al tiempo que demuestra que puede acoger al presidente mexicano a pesar del enfoque de línea dura de su administración hacia el vecino del sur. La estrategia de López Obrador parece dirigida a halagar a Trump y minimizar el daño potencial que puede hacer el presidente estadounidense.

“Los dos están en una relación simbiótica”, dijo Christopher Sabatini, investigador principal para América Latina en la Chatham House, con sede en Londres.

López Obrador ha cooperado con las políticas de inmigración de Trump al acordar mantener a los inmigrantes y potenciales solicitantes de asilo en México para evitar que lleguen a EE.UU. Ha suavizado algunas de las otras ideas agresivas de Trump, desviando los amenazantes aranceles a los productos mexicanos exportados a los mercados de Estados Unidos y una posible restricción a las exportaciones mexicanas de petróleo.

Además de las apariciones en la Casa Blanca, López Obrador planeaba colocar coronas en el Monumento a Lincoln y en una estatua de Benito Juárez. La cena en la Casa Blanca incluirá a algunos de los principales empresarios multimillonarios de México, entre ellos el magnate de las telecomunicaciones Carlos Slim, uno de los hombres más ricos del mundo. No se han programado reuniones con grupos de méxico-americanos o inmigrantes, o con legisladores de EE.UU.

López Obrador decidió ignorar la fuerte oposición a su visita tanto de los demócratas de Estados Unidos como de muchos mexicanos. Una docena de congresistas latinos escribieron a Trump pidiendo que cancelara la reunión, al calificarla de circo político.

Según Axios, Trump devolvió la carta con una nota garabateada en la parte superior, aparentemente con un Sharpie negro, ignorando la petición de los legisladores y llamando al presidente mexicano “mi amigo y un hombre maravilloso”.

López Obrador también elogió su relación con Trump, a quien no ha conocido personalmente.

“Nuestros adversarios dicen: ‘¿Cómo puedo ir a Estados Unidos si los mexicanos han sido insultados por el presidente Trump?’” dijo López Obrador a los periodistas antes de salir de la Ciudad de México. “Puedo decirle a la gente de mi país que desde que estamos en el cargo, ha habido una relación de respeto, no sólo hacia el gobierno, sino especialmente hacia la gente de México”.

Sin embargo, al tiempo que López Obrador hablaba, Trump estaba twitteando fotografías de una porción del muro fronterizo entre Estados Unidos y México que ha prometido ampliar.

Y se informa que Trump está considerando nuevamente liquidar el llamado programa de los Dreamers, que protege de la deportación a cientos de miles de inmigrantes que, de niños, fueron traídos a EE.UU. por sus familiares.

La Corte Suprema anuló el primer intento de Trump de rescindir el programa de la era de Obama, cuyos beneficiarios son en su mayoría nacidos en México, aunque la mayor parte de ellos apenas recuerdan su país de origen.

“Un bonito regalo de bienvenida para el presidente de México”, escribió Arturo Sarukhan, ex embajador de México en Washington, quien ahora dirige una empresa de consultoría en Washington para empresas multinacionales.

Sabatini, de Chatham House, dijo que Trump puede sentir que necesita equilibrar el hecho de que está recibiendo con alfombra roja a un presidente mexicano, con la necesidad de satisfacer a su base política que es profundamente antimexicana y antiinmigrante.

Aunque son muy diferentes en sus estilos, el austero López Obrador, de 66 años, y el ostentoso Trump, de 74, tienen muchos rasgos en común, incluyendo un estilo demagógico y un núcleo inquebrantable de seguidores que permanecerán imperturbables sin importar lo que hagan.

“Trump puede presumir de uno de sus pocos logros en política exterior y afirmar que al renegociar el TLCAN, Estados Unidos terminó con un mejor acuerdo”, dijo Michael Shifter, experto en América Latina y presidente del Diálogo Interamericano con sede en Washington. “También puede aparecer con un presidente mexicano, cuyo pueblo e inmigrantes Trump ha insultado implacablemente, sin embargo, ha sido notablemente complaciente con el mandatario de EE.UU en una serie de cuestiones binacionales”.

A algunos analistas les preocupa que la aduladora consideración de López Obrador hacia Trump tan cerca de una elección presidencial estadounidense pueda socavar la relación bilateral entre Estados Unidos y México, especialmente si el ex vicepresidente Joe Biden gana en noviembre.

Durante la campaña presidencial de Estados Unidos en 2016, cuando Trump utilizó repetidamente a México como saco de boxeo, viajó a la Ciudad de México para reunirse con el entonces presidente Enrique Peña Nieto en un encuentro que se consideró siempre políticamente perjudicial para el líder mexicano.

La visita de López Obrador podría ser vista como un gesto altamente partidista, señaló Juan González, ex asesor principal de Biden. Pero González añadió que la relación bilateral es demasiado importante y es poco probable que sufra daños a largo plazo, especialmente en una administración dirigida por los demócratas.

Algunos economistas sin embargo, vieron un potencial más positivo en la visita de López Obrador, especialmente si se centra en el comercio y en cómo México puede reemplazar a China en las cadenas de suministro.

Además, podría permitir a López Obrador tranquilizar a los inversores internacionales que están nerviosos por su reputación de izquierdista, dijo Juan Carlos Baker, ex subsecretario de comercio del gobierno mexicano, durante una teleconferencia organizada el martes por el grupo de expertos Atlantic Council, con sede en Washington.

“La realidad es que, independientemente del contexto político de ambos países, Estados Unidos y México no pueden darse el lujo de no hablar entre ellos”, enfatizó. “El eje de la visita debe centrarse en los temas económicos y la posibilidad de recuperación”.

Para leer esta nota en inglés haga clic aquí

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