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Los demócratas precisan definir su debate sobre política exterior

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La entrada de Joe Biden en la carrera demócrata para la presidencia abre el camino para un debate que tanto su partido como el país necesitan: un serio argumento sobre la política exterior.

Tarde o temprano, Bernie Sanders señalará, como lo hizo en 2016, cuando se enfrentó a Hillary Clinton, que es el único candidato que se opuso a la guerra de Irak cuando el Congreso la aprobó en 2002.

Eso pondrá el peso en Biden, el único candidato que votó a favor de autorizar la guerra. (Ninguno de los otros 18 estaban en el Congreso en ese momento). Biden probablemente llamará a su voto “un error”, como lo hizo en 2005.

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Pero eso no debería terminar la cuestión, la pregunta no debería ser cómo votaron los candidatos hace 17 años, sino cómo actuarían ahora como Comandante en Jefe, ¿cómo elegirán la próxima vez que surja una decisión sobre si deben usar la fuerza militar? y más: ¿cómo podrían restaurar las alianzas que el presidente Trump ha destrozado? ¿tratarían de pacificar el ingobernable Medio Oriente? ¿restringir una China resurgente? ¿revertir una erosión mundial de la democracia y el auge del autoritarismo?.

Trump ha cambiado la política exterior tradicional de Estados Unidos. Se retiró del acuerdo climático de París y del acuerdo nuclear de Irán, está indeciso sobre si cumpliría los compromisos de la OTAN en la defensa mutua de los aliados, se ha vuelto duro con China, lo cual es bueno, pero se ha vuelto blando con el ruso Vladimir Putin, el norcoreano Kim Jong Un y casi todos los líderes autoritarios con los que se ha reunido.

Los votantes en 2016 no pudieron prever la política exterior de Trump porque apenas y la discutió, excepto por el hecho de que prometió obligar a México a pagar un muro fronterizo (eso nunca sucedió), intensificar la guerra contra el Estado Islámico (Trump hizo eso) y negociar un mejor comercio (todavía estamos esperando la mayoría de ellas).

En 2020, Trump se presentará como titular y se jactará de ser el presidente más exitoso de los tiempos modernos. Los demócratas deben hacer que la política exterior sea parte de su refutación.

A la mayoría de los votantes no les gusta el estilo poco convencional de la diplomacia de Trump; la aprobación a su trabajo en política exterior es de alrededor del 42%. El apoyo público a la alianza militar de la OTAN sigue siendo alto. La mayoría de los estadounidenses dicen que piensan que los acuerdos comerciales son buenos para la economía, sin importar lo que diga Trump.

Además, los candidatos demócratas no están profundamente divididos sobre la política exterior: todos quieren cerrar las “guerras interminables” en Afganistán e Irak; reconstruir la OTAN y otras alianzas tradicionales; reincorporarse a los esfuerzos internacionales para hacer frente al cambio climático y defender la democracia y los derechos humanos en todo el mundo.

“El Partido Demócrata no se está deshaciendo por la política exterior como lo ha hecho en ciclos anteriores”, dijo Derek Chollet, un ex asesor de la Casa Blanca en la administración de Obama, “hay debates, pero no como en 2008”.

Aún así, valdría la pena explorar los matices.

Biden proviene de la tradición internacionalista liberal. Fue uno de los primeros líderes de la intervención de Estados Unidos en la guerra civil en Bosnia, un paso que el presidente Clinton dio en 1995 para detener la masacre. Pero Biden no fue intervencionista reflexivamente; en la presidencia de Obama, argumentó que las fuerzas de EE.UU en Afganistán deberían reducirse a principios de 2009, un consejo que Obama rechazó en ese momento.

En contraste, Sanders se enorgullece de su historial como no intervencionista. A excepción de un voto para autorizar el uso de la fuerza militar contra Al Qaeda después de los ataques del 11 de septiembre de 2001, se ha opuesto a todas las intervenciones militares de EE.UU en este siglo.

Otros candidatos se encuentran en algún punto intermedio, pero todos piden menos compromisos militares y más diplomacia.

Eso no significa retirarse del liderazgo estadounidense, argumenta Pete Buttigieg, quien está participando en parte por su experiencia como ex oficial de la Marina en Afganistán.

“Tenemos que participar en un orden mundial”, dijo recientemente. “Podemos contrariarnos con el resto del mundo o podemos liderarlo. Pero no podemos hacer las dos cosas.

Hay muchas otras preguntas detalladas que deben hacer a los candidatos.

¿Continuarían la actual guerra “discreta” contra los grupos terroristas, incluidas las unidades de las Fuerzas Especiales y los ataques con aviones no tripulados desde África a Yemen y Pakistán? ¿buscarán reducir el gasto en defensa, actualmente en niveles récord?.

¿Buscarían unirse a la Asociación Transpacífica, el acuerdo comercial de 12 países que Obama negoció y que Trump abandonó? Biden defendió al TPP como vicepresidente, pero la mayoría de los demócratas no lo respaldan.

¿Reducirían la ayuda estadounidense a Israel en respuesta a su expansión de asentamientos en la Cisjordania ocupada, como lo ha sugerido Sanders? ¿retirarían a todas las tropas estadounidenses de Siria, como anunció Trump, pero nunca lo hicieron? no lo sabemos, sobre todo porque nadie ha preguntado. Cuando la CNN organizó cinco horas de discusiones con cinco candidatos la semana pasada, sus moderadores hicieron un total de tres preguntas sobre el resto del mundo.

La campaña es una oportunidad para debatir lo que debería ser la política exterior de Estados Unidos en una era de creciente escepticismo sobre el orden internacional. Los estadounidenses no son aislacionistas, pero ya no están dispuestos a pagar ningún precio en pos del liderazgo de Estados Unidos.

Depende de los candidatos explicar sus puntos de vista, pero también depende de los moderadores de la televisión y los panelistas de debate hacer las preguntas correctas. Esta vez, los votantes deben saber a lo que están apostando antes de elegirlo.

Para leer esta nota en inglés, haga clic aquí

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