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El mayor derrame de petróleo de California en décadas genera más resistencia que ira en los lugareños

Oil field near McKittrick
Más de 900.000 galones de petróleo se han filtrado de un pozo cerca de la ciudad de McKittrick en el condado de Kern.
(Irfan Khan / Los Angeles Times)
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Cerca del irregular borde occidental del condado de Kern, donde la cordillera Temblor Range abre paso a un paisaje de tuberías de vapor, circuitos de combustible y bombas de extracción de petróleo, hay un estado de ánimo claro en esta pequeña ciudad polvorienta: la resistencia.

No pasa un día sin que haya informes de la creciente fuga de crudo en el cercano campo petrolero de Cymric. Hasta ahora, más de 900.000 galones de petróleo y salmuera brotaron de un pozo de Chevron Corp. y llenaron un arroyo seco, creando una peligrosa laguna negra.

Los 145 residentes de McKittrick entienden por qué las personas están molestas por las imágenes. Además, está la preocupación de que la exposición prolongada al petróleo crudo pueda algún día provocar problemas de salud.

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Las investigaciones demuestran que la tendencia al calentamiento que experimenta actualmente el planeta no tiene precedentes en los últimos dos milenios.

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Pero a juzgar por la tumultuosa charla, acompañada por cervezas frías y una ruidosa rocola, en el Penny Bar de Mike y Annie -un abrevadero para las bocas sedientas de los campos petroleros, que posee más de un millón de centavos pegados a la barra, pisos, paredes, televisión y entrada- los lugareños ven una historia diferente.

“Los ambientalistas entienden todo mal”, argumentó Troy Smith, de 46 años, un trabajador de un campo petrolero, que creció en el área. “Comparado con el catastrófico derrame de crudo de Exxon Valdez en Alaska, y con el de aguas profundas de BP en el Golfo de México, nuestro pequeño brote no es nada. Sin embargo, lo están utilizando como excusa para poner fin a la industria petrolera de California y librarse de nosotros”. “¿Qué más quieren?”, preguntó retóricamente. “Ya trabajamos bajo los estándares más estrictos que se puedan imaginar, y nos adherimos a ellos con uñas y dientes”.

En una conferencia académica, incluso cuando las mujeres constituyen la mayoría de la audiencia, es más probable que los hombres hagan preguntas.

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Smith, como muchos otros en McKittrick, estaba más preocupado por cómo el mayor derrame de California en casi tres décadas afectaría las campañas electorales y la nueva legislación de la industria petrolera en el Congreso y la Legislatura estatal.

Cuando el gobernador Gavin Newsom, quien adoptó una postura más contraria al petróleo que su predecesor, Jerry Brown, se aventuró a visitar el lugar del derrame, el pasado miércoles, la respuesta sarcástica que se escuchó en toda la ciudad fue: “Digámosle adiós al vecindario”.

Pero el futuro de la millonaria industria petrolera de California ya estaba siendo moldeado por vientos políticos cambiantes, con preocupación por las emisiones tóxicas del crudo y la producción natural, el desarrollo de plantas de energía alternativa y una reciente revisión de la División de Petróleo, Gas y Recursos Geotérmicos de California (DOGGR, por sus siglas en inglés), la principal agencia reguladora de petróleo del estado.

Desde el 4 de julio se han registrado más de 80.000 réplicas en la zona de Ridgecrest, las secuelas de dos de los mayores terremotos que han afectado a California en casi una década.

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“California puede poner fin a la inevitabilidad de los derrames de crudo haciendo una transición para alejarse de la extracción de petróleo”, afirmó Kathryn Phillips, directora de Sierra Club California. “El estado debe priorizar nuestra salud pública y entorno por encima de las ganancias de los contaminadores corporativos”.

Ese tipo de conversación genera enojo en el extremo sur del Valle de San Joaquín, donde el petróleo es una fuerza económica y cultural crucial para la vida de miles de personas.

Cuando el jubilado Raúl Rubio, de 67 años, quiere relajarse, se recuesta en una silla plegable en su patio trasero, frente a un campo petrolífero que tiene millas de largo y ancho. El escenario es perfecto para evocar recuerdos de los 40 años en los que trabajó como operador de campos petroleros.

Una rara dualidad impregna sus sentimientos sobre el derrame de crudo en curso, a aproximadamente tres millas y media de su modesta casa de madera. Por un lado, recuerda muchos accidentes industriales a lo largo del tiempo, que podrían haber tenido consecuencias potencialmente devastadoras. Pero también aprecia el ritmo de vida más simple, anticuado y lento.

Hace unos 12 años, un pozo Cymric sopló una mezcla de crudo y agua tan alto, que ésta viajó millas en el viento. La mezcolanza pegajosa cubrió la ciudad a lo largo de un tramo solitario de la Autopista Estatal 33, con manchas como las marcas de un leopardo.

“Chevron asumió la responsabilidad de inmediato y lo arregló bien”, recordó con una sonrisa. “También pagaron por la limpieza de nuestros automóviles y propiedades”.

Casi al mismo tiempo, mientras recorría otro campo petrolero local, afirmó: “Descubrí un derrame de petróleo que se esparció en un barranco y fluyó por millas. Ese problema también se solucionó de inmediato”.

Por lo tanto, no estaba tan preocupado por la filtración en curso en el campo de Cymric. “Sé que Chevron está por ahí limpiando todo”, expresó. “Ellos saben lo que hacen. Si fuera un peligro para quienes viven aquí, nos lo habrían notificado”.

El escepticismo es profundo en la zona cuando se trata de las advertencias de los ambientalistas sobre los peligros planteados por la industria del petróleo y una variedad de técnicas no convencionales de extracción de crudo, gas natural y sus subproductos peligrosos para la vida silvestre, la calidad del aire, el agua potable en acuíferos subterráneos y el cambio climático global.

No es creíble, de ninguna manera. La vida es tan segura y pacífica como siempre lo ha sido, aseguran los locales.

Pero las fuerzas antipetróleo se niegan a esperar que algunos de los posibles impactos duraderos de los pozos petroleros sean evidentes.

En un estado en el que 5.5 millones de personas viven a menos de una milla de un pozo petrolero, la Legislatura está evaluando los méritos del Proyecto de ley 345 de la Asamblea, que crearía zonas de protección de la salud y la seguridad de 2.500 pies entre los nuevos pozos de petróleo y gas y puntos sensibles del terreno, como escuelas, hogares y hospitales.

El proyecto, creado por el asambleísta Al Muratsuchi (D-Rolling Hills Estates), se inspiró, en parte, en un fallo de la Corte Superior del Condado de Kern, de mayo pasado, que consideró que la ciudad de Arvin había aprobado ilegalmente cuatro nuevos pozos adyacentes a casas y granjas que ya lidian con otros 10 pozos activos de gas y petróleo, algunos de ellos en campos agrícolas.

“Este caso envía una señal muy fuerte de que la industria petrolera no puede simplemente hacer lo que quiere, debe cumplir con las leyes ambientales de California”, remarcó Chelsea Tu, abogada sénior del Centro sobre Raza, Pobreza y Medio Ambiente.

Por separado, en junio, Newsom firmó un presupuesto estatal que destinó $1.5 millones a un estudio sin precedentes para encontrar formas de reducir la producción y la demanda de petróleo en California.

Unos días después, despidió al Supervisor de DOGGR, Ken Harris, por haber otorgado demasiados permisos para fractura hidráulica, o fracking, y las acusaciones de que varios de sus reguladores poseen acciones en las principales compañías petroleras.

En su primer día de trabajo, Jason Marshall, quien fue nombrado supervisor interino en DOGGR, le ordenó a Chevron que “tomara todas las medidas” para detener la filtración en el campo de Cymric, que ha continuado intermitentemente durante más de dos meses.

Marshall se siente frustrado por la incapacidad de obtener respuestas claras a algunas preguntas básicas: ¿Por qué no se ha detenido la filtración? ¿Por qué Chevron y los reguladores estatales esperaron dos meses para alertar formalmente al público sobre el problema que comenzó el 10 de mayo?

En una entrevista, Richard Hinkley, gerente general del negocio de desarrollo de activos de Chevron, afirmó que la filtración comenzó después de que las cuadrillas utilizaron cemento para fortificar un pozo inactivo, que en 2004 había sido anulado y sellado de forma permanente. La presión acumulada de un depósito de petróleo debajo del pozo, dijo, forzó el líquido -compuesto aproximadamente por dos tercios de agua y un tercio de petróleo-, hacia la superficie a través de “vías de menor resistencia”, incluidas grietas y fisuras en el hormigón y en el pozo de acero perforado que se hicieron cuando se agregó el cemento.

Hasta ahora, indicó Hinkley, las cuadrillas aspiraron cerca del 90% del fluido que se había acumulado en el lecho seco del arroyo que atraviesa el campo petrolero de 485 acres.

Chevron comunicó inicialmente que la filtración había cesado varias horas después de ser descubierta, el 10 de mayo pasado. Sin embargo, se reactivó el 8 de junio, luego de que las cuadrillas realizaran pruebas para determinar su causa, y después continuaron de manera intermitente en las cercanías del pozo.

Dos nuevas fugas surgieron el 21 de julio, agregaron los funcionarios, poco después de que los trabajadores de Chevron completaran la operación de cementación.

Los pozos adyacentes fueron cerrados y los inactivos se reactivaron para aliviar la presión debajo del suelo y reducir así los flujos a la superficie. Se instalaron cañones neumáticos para mantener alejada a la vida silvestre. Todos los trabajos petroleros cesaron a menos de 1.200 pies del lugar.

Hasta el momento no se reportaron lesiones o amenazas a los acuíferos de agua potable en la región, informaron las autoridades.

En cuanto a la decisión de Chevron de no alertar formalmente al público, Sean Comey, portavoz del gigante petrolero, expresó: “Si hubiera habido algún riesgo para la salud humana, habríamos respondido de manera diferente”.

Mientras las cuadrillas trabajan día y noche para tapar las filtraciones, Dave Noerr, alcalde de la cercana ciudad de Taft, recordó a las personas ajenas a la industria acerca de los beneficios de la producción de petróleo y gas para los trabajos y las vidas personales.

California es hogar de 72.000 pozos petroleros, que el año pasado produjeron 165 millones de barriles en instalaciones de tierra y mar adentro, según el Departamento de Conservación de California. El estado también consumió 366 millones de barriles de gas en 2017; más que cualquier otro, según la Administración de Información de Energía de EE.UU.

“Hubo un momento en el cual Kern era el mayor condado productor de petróleo y gas en Estados Unidos, a excepción de Alaska”, afirmó Noerr. “Pero la producción ha estado en declive durante algún tiempo, lo cual es muy negativo, debido a los impuestos al empleo y las ventas que genera para respaldar cuestiones esenciales, como hospitales y escuelas”.

Noerr tiene una conexión personal con el tema: en 1981, trabajó como empleado en los campos petroleros de Kern. “Ese sí que era un trabajo ardiente y desagradable a mediados de julio”, recordó.

Linda L. Hillan, de 63 años, quien opera equipo pesado y comparte una casa de madera, en McKittrick, junto con su enorme gata llamada “Big Mama”, no quiere discutir nada del tema. En una reciente tarde de más de 100 grados, mirando las nubes oscuras que traía el viento estacional que se avecinaba y el cual se llevaría las capas de smog y el olor a lubricante del aire, se quejó: “La demás gente debe preocuparse por sus propias cuestiones y dejarnos en paz”.

Como la mayoría de las ciudades, después de todo, McKittrick está imbuida de sus propias peculiaridades.

“Ha habido un millón de derrames de petróleo aquí a lo largo de los años”, afirmó. “¡Maldición! He visto pozos incendiarse y arder durante semanas. He visto el petróleo correr sobre una colina detrás de mi casa, cayendo como una cascada”.

https://www.latimes.com/california/story/2019-07-26/california-oil-country-defiance?fbclid=IwAR2uRvmRS5DXP-BEQgXAN7f8oaoYKut1rchc_UNIAWoHoUADO0U_nX378mM

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