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Historias paralelas: Entrevista a Daniel Salinas Basave

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El samurái de la Gráflex (FCE, 2019) narra –entre la biografía y la ficción– la vida de Kingo Nonaka, el inmigrante japonés que llegado a México, adquiere un papel importante en la revolución mexicana, primero como jefe de enfermería en el batallón de Francisco Villa y posteriormente como fotógrafo, al documentar la insurgencia.

Charlamos sobre esta vida novelada con su autor, el ensayista y periodista regiomontano Daniel Salinas Basave (1974), ganador del premio Sor Juana Inés de la Cruz en 2015, y quien piensa que las historias suelen ser caprichosas: “a veces se insinúan y nos rondan de cerca por años; nos guiñan un ojo, nos tocan la pierna por debajo de la mesa y nos arrojan destellos de lo extraordinario que sería narrarlas, pero todo se reduce a un juego de seducción, un idílico castillito mental del que nunca brota una primera piedra”.

¿Cómo llegaste a la figura de Kingo Nonaka, cuáles fueron los primeros acercamientos con la persona y con el personaje?

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Primero llegué a través de la imagen. Cuando se recuperó el grueso del Archivo Nonaka, muchas de sus fotografías fueron expuestas e incluso se creó un calendario. La mayoría de las imágenes de la Tijuana de los años veinte fueron tomadas por Nonaka y bueno, era como si cada fotografía contara una historia. Después, cuando Gabriel Rivera me presentó a Genaro Nonaka en 2010, me fui enterando de las grandes aventuras y los hechos inverosímiles que había en el camino de vida de ese fotógrafo japonés, y tuve la certidumbre de que debía narrar esa historia a mi manera. Desde hace una década tenía ganas de contar esta historia, que por fin se materializa en un libro.

¿Cómo te despegaste de la acartonada efigie del biógrafo, para dejar a Nonaka “correr libre por su novela”?

Bueno, respeto mucho la labor de los historiadores, el trabajo estructural con método historiográfico, citas bibliográficas, pero en este caso quise narrar la historia de Nonaka en clave de periodismo narrativo, como una crónica en tiempo real, como si yo fuera un reportero que siguiera a Kingo por sus azarosos caminos.

¿Toda novela es también un álbum fotográfico, un cuadernillo auto-fotográfico?

You name it! Cada imagen relata una historia. De la gente que aparece, pero también de aquel que está detrás de la cámara. Una imagen congela un momento específico, una conjunción de circunstancias, de caminos de la vida que se bifurcan. Por otra parte, no deja de ser paradójico que Nonaka haya aparecido en la fotografía más célebre de la Revolución Mexicana, que es la de Francisco Villa entrando a Torreón el 2 de abril de 1914, y que cuando aparece en esa foto, faltaban siete años para que tomara en sus manos su primera cámara y supiera que se iba a ganar la vida como fotógrafo.

¿De qué manera coadyuvó Marcel Shwob a la escritura de la novela?

Bueno, lo adivinaste, me gusta muchísimo Marcel Schwob. Vidas Imaginarias (1896) es uno de esos arroyos a donde vuelvo a abrevar cada cierto tiempo y que suele estar en mi mesa de noche. Creo que en donde la influencia de Schwob es más notable, es en mi primer libro de cuentos llamado Cartografías absurdas de Daxdalia (2013), que es una falsa antología con autores imaginarios; aunque imagino perfectamente a Nonaka como personaje de una ucronía de Marcel. En el caso de El Samurái de la Gráflex, la principal influencia es otro francés que se llama Patrick Deville y cuyo trabajo me gusta muchísimo. La estructura narrativa de libros como Peste y Cólera (1887), Pura Vida (2004), Ecuatoria (2009) o Viva (2014) fungió como faro de navegación a la hora de narrar la historia de Nonaka. A partir de una biografía vas tirando de muchos hilos alternos, historias paralelas aparentemente inconexas que en algún momento se cruzan.

¿Estudiaste el antiguo funcionamiento de la cámara Gráflex, para conocer la manera en que este hombre encuadraba el contexto de Francisco Villa?

Sí, y de hecho Don Genaro Nonaka me mostró los primeros ensayos de prueba y error de su padre, las impresiones en placas metálicas y los negativos. Por cierto, mi colega Pedro de Isla me regaló una cámara de la época, que ahora llevo conmigo a todas las presentaciones. También estuve estudiando el trabajo de otros fotógrafos de la época o más antiguos que retrataron Tijuana y claro, la figura del fotógrafo en tiempos de la revolución y el rol que jugaba. Sin duda el Archivo Casasola es el más célebre de todos, pero no es el único.

¿Qué fue lo más valioso que consideras, te narró Genaro Nonaka García?

La fuerza espiritual de su padre, su capacidad de adaptarse y reinventarse ante circunstancias siempre adversas y cambiantes. La vida de Nonaka es una constante metamorfosis. Nació en un Japón que después de siglos de hermetismo y aislamiento empezaba a dejar atrás un añejo régimen feudal para entrar en la modernidad de la era imperial Meiji. Después le toca vivir en un México que también está inmerso en un violento proceso de transformación. Los cimientos de su mundo se derrumban muchas veces, pero él resurge una y otra vez de la adversidad y encuentra nuevos modos de adaptarse a un mundo cambiante y desafiante. Buscador de perlas, barrendero, enfermero, fotógrafo, policía, mecánico. Como historia y ejemplo de vida, me parece fascinante, cuando pienso que mi mundo también se ha derrumbado. Me formé en la vieja guardia de los medios impresos, en las reglas del periodismo tradicional, pero el gran ciclón de la modernidad te obliga a metamorfosear y reinventarte.

Cuando la gente sale de su país, se convierte en la caricatura de los que se quedan. Después de escribir El Samurái de la Gráflex (FCE, 2019), ¿cuál es tu punto de vista de la inmigración?

Todo proceso migratorio, toda diáspora es un gran huracán de destinos. Como la rolita de Megadeth: “Tornado of Souls”. Así lo veo, como un gran tornado de almas. Quien migra desafía y se arroja al ojo de ese descomunal tornado. Mil y un destinos bifurcando en la improbabilidad. Mientras yo escribía este libro y platicaba con Genaro Nonaka, miles de haitianos estaban llegando a Tijuana y Donald Trump tomaba posesión como presidente declarándole la guerra a los migrantes. Pensé que entre toda esta diáspora hay sin suda uno o varios nuevos Nonaka y bueno, ahora tenemos un haitiano-tijuanense, Pascal Ustin Dubuisson que escribió un libro sobre su travesía y otros haitianos que ya tuvieron hijos y formaron familias en la ciudad. Poco después llegó la oleada centroamericana. Al final, como digo en el último párrafo del libro: en este momento alguien cruza este océano por primera vez y una nueva historia empieza a escribirse. La aleatoriedad va armando un tejido de lo más caprichoso.

“[…] poblados bigotes típicamente decimonónicos, trajes oscuros y la hierática solemnidad que enmarca un gran acontecimiento en un México desangrado por revueltas, guerras civiles e invasiones de ejércitos extranjeros, ellos representan la cara de los nuevos tiempos, la modernidad que con tanto tiempo quiere abrirse paso en un país que no acierta a conocer la paz”, escribes en la novela. ¿Crees que en verdad esa modernidad, esa paz y esa revolución llegaron algún día a México… llegarán?

Bueno, esa descripción habla de los integrantes de la comisión astronómica que viajó a Japón en 1874, la primera misión de científicos mexicanos que hizo un viaje oficial al extranjero. Eso es una historia que da para otro libro, y esa alineación de astros es la semilla de las relaciones diplomáticas entre México y Japón y por ende, la semilla de la historia de Kingo Nonaka. El Siglo XIX mexicano fue la catarsis del caos absoluto. Inmersos en guerras, cuartelazos e invasiones extranjeras, era increíble que en este catastrófico país hubiera astrónomos.

Respondiendo a tu pregunta: esa dosis de paz y modernidad empezó a llegar con el porfiriato y su pequeña revolución industrial, y después con la era del nacionalismo revolucionario, que trajo consigo también una revolución creativa con la explosión del muralismo y el cine mexicano. La Historia no es nunca una línea ascendente y constante, sino una espiral, una suerte de “eterno retorno” con una serpiente borracha. Ahora mismo estamos padeciendo terribles retrocesos en materia de andamiaje institucional y división de poderes, regresando a la figura del caudillo todo poderoso, pero paradójicamente, eso es una consecuencia de nuestro avance en materia democrática, con todos sus defectos e imperfecciones.

“Esa es seguramente la primera foto que le toman en su vida a Nonaka enfocando su rostro y es por cierto una imagen para nada común en esa época. Detalles como el cuello a medio levantar, la corbata floja y los lentes oscuros imprimen un sello de moderna y juvenil informalidad. Observo detenidamente la foto y concluyo que podría perfectamente funcionar para el disco de una banda New Wave o Post Punk de los años 80”. ¿Por qué el símil?

Porque es una imagen ligeramente informal y hasta moderna para la época. Imagino perfectamente a un grupo Dark Wave o Postpunk o Industrial mostrándola en una portada.

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