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VIDEO: El Periodismo: Una lección en cada nota: Gregorio Meraz y las historias de un corresponsal de guerra

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Gregorio Meraz es un periodista que lo ha visto casi todo: desde presidentes de Estados Unidos y México, hasta Hugo Chávez, de Venezuela, Manuel Antonio Noriega de Panamá y personajes como la Madre Teresa de Calcuta, el Arzobispo Sudafricano Desmond Tutu. Tuvo conversaciones con Andrei Sakharov, padre de la bomba de hidrógeno, hasta las guerras de Afganistán, Irak, Nicaragua y las Malvinas.

A pesar de que en sus 45 años de carrera periodística ha sido testigo de los principales hechos que le han dado forma al mundo, todavía hay cosas que lo asombran, como darse cuenta de que en la guerra lo mejor y lo peor del ser humano aflora.

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Con esa experiencia acumulada, Meraz, corresponsal en Washington desde hace más de 20 años, lanzó el libro ‘El Periodismo: Una lección en cada nota’, en el que narra las vivencias de un corresponsal de guerra. “Pero es mucho más que eso, dice durante una extensa charla desde su hogar en la capital de Estados Unidos. “Me centré en la guerra, pero sobre todo en el papel que ejerce la adrenalina en situaciones extremas”, dice Meraz, quien además fue fundador del sistema de noticias de Televisa en la región Tijuana-San Diego.

De sus motivos para escribir este libro, Meraz afirma que no es un alarde de sus logros, sino la necesidad de decirle a las nuevas generaciones de periodistas que la profesión vale la pena, que en el periodismo todos los días se aprende algo nuevo.

“El periodismo es una ventana al mundo, al conocimiento, a las experiencias”, dice Meraz, mientras reflexiona acerca de la muerte reciente de Edén Pastora, mejor conocido como el Comandante Cero y uno de los íconos de la revolución sandinista que derrocó el régimen de Anastasio Somoza a fines de la década de los 70’s.

Edén Pastora se colgó la estrella de héroe de la revolución sandinista cuando ejecutó de manera impecable la operación ‘chanchera’, con la que capturó el Palacio Legislativo y retuvo a 3.000 rehenes que al final fueron intercambiados por la cúpula del Frente Sandinista de liberación Nacional que se encontraban presos.

Meraz conoció a Pastora cuando este había dejado de ser héroe y se había convertido en leyenda y en “traidor”, luego de que por no estar de acuerdo con el camino marxista leninista de la revolución decidió romper con ella y combatirla.

“La primera vez que tuve contacto con él fue como de película”, dice Meraz al recordar esos días intensos de la contrarrevolución. “Me contactaron y me dieron una serie de instrucciones para llegar a él, se requerían todas las medidas de seguridad, porque efectivamente, medio ejército sandinista estaba detrás de él”.

De esas jornadas en medio de la selva, de esconderse entre un caserío y otro, recuerda perfectamente el atentado que sufrió Pastora en la Penca, muy cerca de la frontera con Costa Rica y la batalla de San Juan del Norte. “Fueron seis días de combates, de moverse entre las trincheras, y ahí aprendí que en la guerra sale lo mejor y lo peor del ser humano… los guerrilleros, por ejemplo, eran como una gran familia, solidarios y afectuosos, pero en el otro extremo, podían matar al enemigo con el aplomo que te da la sangre fría”.

¿Cuál es el papel del miedo? Le pregunto. “No hay tiempo para sentirlo. Cuando se está en el medio de la batalla, con armas de todos los calibres sonando a tu alrededor te sacude una euforia desconocida, es mucha adrenalina. Se agudizan todos los sentidos y se desarrolla una gran agilidad para correr”, dice en medio de una gran sonrisa. “Es tan fuerte el golpe de la adrenalina que puedes hacerte adicto a ella”.

El conflicto por las islas Malvinas en 1982 Meraz lo recuerda como una guerra de mentiras. “Habíamos viajado a Comodoro Rivadavia, de ahí a Ushuaia en el sur del continente, pero el comando central argentino nos impidió llegar a las Malvinas, así que nos regresaron a Buenos Aires y ahí tuvimos que cubrir la guerra desde un hotel con partes de guerra falsos que nos daban los militares, que no reflejaban, por cierto, ni remotamente lo que estaba ocurriendo en aquella parte del mundo”.

Después vendría Afganistán, donde todo era surrealista, ajeno. “No entendíamos nada, no comprendíamos el idioma, ni la cultura, y no había en quien confiar”, relata Meraz.

De la cobertura de la guerra de Irak, me dijo: “Recuerdo una ocasión en que estábamos muy cerca de la frontera con Kuwait, y la Medialuna Roja estaba entregando comida y agua, y la gente bailaba y cantaba, y preguntamos qué ocurría, y un soldado nos dijo que la población estaba feliz por la ayuda, pero entonces se acerca un intérprete y nos dice que no, que en realidad la gente estaba coreando que, aunque les dieran ayuda estaban con Hussein”.

También recuerda que en Bagdad, en el Hotel Palestina, conoció a soldados de origen mexicano, nacidos en Los Ángeles, CA. que le pidieron hacer una llamada a sus familiares con los que no habían hecho contacto en 6 meses, por la seguridad operacional. Cuando terminaron, el papá de uno de ellos le agradeció con el alma la llamada con la que pudo saber que su hijo estaba vivo.

De esas vivencias, Meraz rescata algunas cosas fundamentales. “Es imposible permanecer indiferente a un Dios que invocan todos, llega un momento en que te conviertes en una persona profundamente religiosa y te conmueves ante lo que ocurre en los campos de batalla. “Todos los días hay algún milagro, y no puedes dejar de reconocerlo”.

Quizá lo más importantes de este libro y de esta conversación es la conclusión a la que llega: “Después de la guerra, de la adrenalina, de la muerte, de la solidaridad que se manifiesta en cada segundo de los combates, te das cuenta de que muchas de las cosas que te han preocupado a lo largo de tu vida no valen la pena, y que las cosas verdaderamente importantes, como la familia, nunca se deben perder”.

El dato

Título: ‘El Periodismo: Una lección en cada nota’

Autor: Gregorio Meraz

Editorial: Page Publishing

Precio: 22.00 dólares

Disponible sobre pedido en Amazon, EBay, Barnes & Noble, iTunes, GooglePlay, Kindle.

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