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Entrevista a Mixar López: ‘Todo es autobiográfico’

"Perdí a mi padre ebanista y a mi santa madre enfermera.
“Perdí a mi padre ebanista y a mi santa madre enfermera, enterré también a mis amigos de la infancia abatidos por el narcotráfico, posteriormente me convertiría en uno de ellos: un narco y un muerto para la sociedad. Aprendí más en la prisión que en la escuela, ahí leí a los clásicos rusos y entendí el ajedrez; cuando salí volé a EE.UU para no ser localizado por el cártel. Aterricé en Iowa, una ciudad fundada por frailes y protestantes”, dice Mixar López, autor de Prosopopeya: La voz del encierro.
(Mixar Lopez)
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Su pluma periodística respeta la sagacidad. Lo mismo transita entre el Underground de la música, las letras y el cine, acompasado por los espacios más distinguidos de las editoriales.

Es Mixar López un súcubo, un ente con capacidad de reproducir literatura leída en sus horas más negras.

Se lee en ‘Nexos’, en ‘Los Ángeles Times’, en ‘Juguete Rabioso’ y muy recientemente acaba de lanzar ‘Prosopopeya: La voz del encierro’.

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Mixar es un navegante en Iowa, Texas, y en tres dimensiones más.

Platicamos con él sobre su novela ‘Prosopopeya: La voz del encierro’, un texto vital y furioso, de francotirador afortunado.

¿Quién es Mixar López?

Nací en el Estado de Guerrero en 1975, la tierra donde los mexicas y tlapanecas se enfrentaron a muerte. Muchas veces creí haberme ahogado en el “mar de fondo” de sus costas. Perdí a mi padre ebanista y a mi santa madre enfermera, enterré también a mis amigos de la infancia abatidos por el narcotráfico, posteriormente me convertiría en uno de ellos: un narco y un muerto para la sociedad. Aprendí más en la prisión que en la escuela, ahí leí a los clásicos rusos y entendí el ajedrez; cuando salí volé a EE.UU para no ser localizado por el cártel. Aterricé en Iowa, una ciudad fundada por frailes y protestantes, me instalé sobre la pesada nieve de los días y me dediqué a la construcción, como todo buen paisa. Lo que leía en los diarios poco decía de mí y de la gente que conocí, así fue como entre el acero y el hormigón, en mis horas muertas, comencé a ejercer un periodismo bricolage, un periodismo más humano, outsider; empecé a escribir sobre música, me enfoqué en los lectores reales y mandé mi trabajo a México, así llegué a una ‘Letras Explícitas’ comandada por Moisés Castillo. He escrito más de 800 artículos para todo tipo de diarios y revistas.

¿Cómo es que Mixar López se adentra en el periodismo?

Yo no me adentré en el periodismo, el periodismo se apoderó de mí. Cuando te toca, ni aunque te quites. Quería escribir un periodismo de mano de obra, un periodismo de construcción; quería detonar esa posibilidad de complejizar los retratos de las personas que entrevistaba o de los protagonistas de las historias, crónicas, perfiles y reportajes, para no transformarlas en imágenes inmaculadas. En mi periodismo todos somos nadie. Eso nos hace más verdaderos, nos llena a mí y a los entrevistados; les da el volumen necesario, y le permite al lector creer en ellos (o no).

¿La trama de Prosopopeya incluye muchas variantes del castellano, del mexicanismo, argentinismo y españolismo, es intencional?

Se ve que nunca has estado en una prisión. ‘Prosopopeya. La voz del encierro’ es un libro de crónicas sobre el alejamiento de todo. “No me interesa ser un purista del lenguaje ni de la literatura”, se puede leer entre sus páginas, específicamente en la crónica “La cárcel es un libro abierto”. En el prólogo (“Favor de pasar antes por el detector de metales”), Luis Jorge Boone escribe que: “Los anfibios viven en dos sistemas, alternadamente. Mixar es metanfibio: cambia de tema y giro, pero nunca de prosa: la suya, irónica, informada, venenosa, se adapta a sus temas sin perder el temple. Sus crónicas y artículos, sus entrevistas, tienen siempre un Keeling vernáculo, un suceder a ras de piso, atento a sus impulsos, las huellas de otros animales entre la hierba. Porque, más que observaciones desde lejos, de un testigo ajeno, cada texto suyo es un informe desde la ciudad sitiada. Ahí, dentro, donde se cocinan las llamas, donde suceden las palabras y donde cada uno mira de frente aquello que en la realidad nombra”.

La cárcel es un crisol de lenguajes, todos esos modismos y variantes del castellano emergen de entre los barrotes a gritos; una Torre de Babel donde mexicanos, argentinos, españoles entre otros bichos, funden lenguas en una sola: la libertad. Ese es el sistema de comunicación de Prosopopeya.

¿Qué hace Mixar López en sus tiempos de alucine?

No tengo tiempos de alucine. Mis días libres los paso con mis hijos. Como decía Mazzini, autor de ‘Duties of Man’ (1862): “Los únicos goces puros y sin mezcla de tristeza que le han sido dados sobre la tierra al hombre, son los goces de la familia”. Cuando estoy solo, escucho mis vinilos viejos y releo libros, así alcanzo la libertad; ese es el “alucine” para mí, pero no tiene nada que ver con lo ilusorio, no hay confusión ahí.

Prosopopeya: La voz del encierro.
(Editorial Gato Blanco
)

¿A quién defiende en su mente Mixar López?

A los artistas anónimos, a los hacedores de arte útil, a los que están cansados de parir obras que son solo espejos de sus egos, ayudándose de letras que no son suyas, copiándose estilos, peinados y actitudes infantiles.

¿Existe un artista ideal para Mixar?

Yo, como Camus, idealizo al artista que padece la historia, no al que la hace.

¿Conoces el sentido de don de omnipresencia cuando colocas tus textos a consideración a los editores?

No entiendo tu pregunta, no sé si me estás hablando de misticismo o de producción y edición de medios impresos o digitales. Siempre he padecido a los editores, “los editores son animales intuitivos”, solía decir Herralde, pero a final de cuentas: unos animales. Estoy donde sea bien recibido, donde no importe yo ni el punto de vista del editor, sino el texto en sí, y lo que el texto diga.

¿En algún momento Mixar López se retrata en un texto?

Todo es autobiográfico. El film, el video. El espacio autobiográfico no surge con los nuevos contextos tecnológicos sino que se inscribe como práctica que utiliza diversos formatos: el ensayo, las memorias, el diario íntimo. Mi literatura es una forma de escritura personal referencial, pero imbuida por la historia, fundamentalmente retrospectiva y muy Dadá, en la cual el autor, el narrador y el protagonista son idénticos, idénticos a la nada.

¿Mixar es una especie en extinción como periodistas y escritores de la mano de John Reed o como Bruno Traven?

Lo que escribo cae en el periodismo por error. Preferiría no serlo. En ese sentido, estoy más del lado de Günter Wallraf, Emilio Fernández Cicco y Gabriela Wiener. El periodismo Border.

Prosopopeya: La voz del encierro.

Mixar López

Editorial Gato Blanco

Diciembre 2020.

Gerson Gómez tiene un doctorado en Artes y Humanidades. Es autor de Hemisferio de las Estaciones, Montehell, Turista del Apocalipsis y Monterrey Pop, entre otros.

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