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Columna de Adictos y adicciones: El miedo a la libertad

Brian van der Brug  Los Angeles Times L.A. COUNTY
Brian van der Brug  Los Angeles Times L.A. COUNTY
(Brian Vander Brug/Los Angeles Times)

“Lo difícil no fue dejar las drogas, lo difícil fue aprender a vivir sin ellas”.

Se llama Ricardo, pero en el barrio todos lo conocen como “Richar”. Ricardo es un veterano de las calles y las drogas, ha pasado largas temporadas en la cárcel.

“Yo hice una carrera de delincuente común, me gradué de malviviente, en el camino le hice daño a mucha gente, incluyéndome a mí mismo; no me siento orgulloso de mi pasado, pero al menos ha servido para pasar un mensaje de prevención y esperanza. Es importante que las nuevas generaciones sepan que el camino de las drogas nunca termina donde empezó, al final hay soledad, enfermedad o muerte; todo adicto sabe que tiene que parar algún día, o al menos eso pensaba yo”.

Ricardo se desintoxicó en la cárcel, por la libre como dice él, “Me la eché por la libre; caer a la cárcel bien malilla es una de las peores, experiencias, pero no era la primera vez, ya antes había pisado la prisión por delitos menores, pero esta vez tuve que cumplir cinco años”.

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Ricardo se sonríe y dice: “Esa sentencia me salvó la vida; en la cárcel conocí el programa de doce pasos, quedé impactado por la simplicidad de sus enseñanzas y al mismo tiempo, la profundidad de sus conceptos”.

“Con ellos aprendí mucho, aunque la verdad al principio lo hice por distraerme, me la pasaba criticando a mis compañeros, todos me parecían unos hipócritas, mi soberbia no me permitía aceptar la idea de un poder superior, yo era mi Dios. Pero dos años en el grupo y la soledad, me enseñaron a observarme, y me di cuenta que era un perfecto idiota. “Ricardo suelta una risa franca y sonora, mueve la cabeza como quien observa los peinados y las modas en viejas fotografías riéndose de sí mismo.

Después de unos minutos Ricardo retoma la plática y dice: “De lo que quiero hablar, es de eso que llamamos defectos de carácter, también conocidos como los siete pecados capitales, aunque para mí no son pecados, son defectos de carácter que pueden ser cambiados, nadie nace siendo soberbio o lujurioso, la envidia y la ira se anidan en el alma, pero no venimos con ellas”.

Ricardo salió limpio de la cárcel, pero como él mismo dice: “Estaba limpio de drogas, pero mis defectos de carácter seguían intactos, por ejemplo, sentía envidia de aquellos que gozaban de una familia y un buen trabajo; en cuanto al sexo, tenía ideas totalmente distorsionadas, seguía siendo irascible y soberbio, no me gustaba pedir ayuda y me resentía de todo y con todos.

Ricardo volvió a recaer al salir, anduvo un par de meses viviendo la vida loca, hasta que se dio cuenta que la mayoría de sus conocidos habían muerto o estaban en la cárcel o enfermos. Parecía que venía del infierno y seguía tocando las puertas para volver a entrar.

“Tuve un destello de conciencia y sin decirle a nadie me interné en un centro de rehabilitación cristiano; yo creo que buscaba lo único que conocía, es decir, el orden y la disciplina carcelaria, sin embargo, Dios me tenía preparada una sorpresa”.

“Los primeros meses fueron muy duros para mí, pues la puerta estaba abierta y me podía ir cuando quisiera. Me daba miedo volver a la calle, no sabía qué hacer con mi libertad y no me sentía capaz de sobrevivir sobrio, fue entonces cuando enfrenté mis demonios: los defectos de carácter”.

“Fue muy curioso, entre más reconocía mis defectos de carácter, más fácil me era aceptarlos, fue entonces cuando comprendí a qué se refieren cuando hablan de un poder superior, ahí empezó mi verdadera recuperación”.

“Por experiencia les digo, si no trabajan en sus defectos de carácter no hay recuperación; dejar las drogas no significa estar recuperado, la adicción es una enfermedad del alma, y para el alma, el único remedio es la honestidad y el amor”.

Nos despedimos de Ricardo con un dulce sabor de boca, pues a pesar de los pesares, hay esperanza para las familias y para los adictos.

Escríbame, su testimonio puede ayudar a otros. Todos los nombres han sido cambiados.

cadepbc@gmail.com

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