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Columna De adictos y adicciones: Con Dios todo, sin Dios nada

Mi madre, sin saber, me brindó los medios para seguir consumiendo.
Mantuve mi adicción gracias a mi madre, ella sin saber y de buena voluntad me brindó un lugar donde vivir, así como los medios para seguir consumiendo.
(ASSOCIATED PRESS)
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“Hace tres años dejé el cristal, estuve consumiendo desde los veinte hasta los treinta y un años. Me pegaba a la pipa desde el viernes y no dormía hasta el domingo en la madrugada, luego me pasaba tres días tirado en la cama, con dolor de huesos y de cabeza, esa fue mi rutina durante años. Mantuve mi adicción gracias a mi madre, ella sin saber y de buena voluntad me brindó un lugar donde vivir, así como los medios para seguir consumiendo.

“Jamás pensé en el futuro, mi madre y yo vivíamos de la pensión de mi difunto padre y la de ella; al morir mi madre, me quedé sin recursos y sin vivienda, el mundo se me vino abajo, no solo perdí a mi madre, a quien por cierto nunca valoré, también perdí mi medio de vida.

“Al principio anduve vagando de casa en casa, pasé una temporada con mi tía, pero a las tres semanas me pidieron que aportara para los gastos de la casa y me ofendí. Luego me fui a vivir con unos amigos pero fue la misma historia, no me caía el veinte, no sé, pensaba que mi presencia no generaba gastos, pero además, a todos les pedía prestado, ya saben para qué. Me cambié varias veces de ciudad, trabajaba en cualquier cosa y por cualquier motivo abandonaba los trabajos.

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“El caso es que, acorralado por las circunstancias y gracias a un primo fui a parar a un centro de rehabilitación, ya saben, la malilla a todo lo que daba, resentido con todo mundo y sintiéndome la víctima. Por fortuna, Rubén, el director del centro es un exadicto, se sabe todas las historias y nunca me dejó conmiserarme, se burlaba de mí cuando me hacía la víctima, pero me brindó su amistad y su apoyo como nadie lo ha hecho jamás.

“Al tiempo los malestares pasaron, sin embargo, los pensamientos obsesivos duraron meses; me preguntaba a mí mismo ¿qué sentido tiene estar limpio?, la vida me parecía insípida, aburrida, todo era trabajo, comer y dormir. Pensaba en mi vida fuera del centro y simplemente me deprimía más, me faltaban ganas de vivir, no tenía metas ni esperanza y muchas veces estuve a punto de tirar la toalla; por las noches hacía planes para escaparme, aunque nadie me tenía a la fuerza y las puertas estaban abiertas… de Dios, ni me acordaba.

“Como dije antes, Rubén es un viejo lobo de mar, se las sabe todas, no tardó mucho en darse cuenta de que algo me pasaba, fue entonces cuando nuestra relación se hizo más estrecha, fue gracias a él que pude verbalizar mis inquietudes, me enseñó a distinguir espiritualidad de religión, pero sobre todo, aprendí a orar. Se escucha simple, pero a mí me costó mucho trabajo, al principio porque yo tenía una idea equivocada de Dios, y después, porque no me sentía merecedor de su misericordia.

“Hace tres años que estoy limpio, aún no canto victoria, pero no quiero regresar a mi vida de antes, claro que se me antoja, pero sé por experiencia lo que me espera. Tampoco estaba tan equivocado cuando pensaba que la mayor parte de la vida se nos va en trabajar, dormir y comer, sin embargo, todo el tiempo me siento acompañado por Dios, encontré un grupo de amigos en mis reuniones de narcóticos anónimos y por primera vez en mi vida deseo tener una familia.

“Para aquellos que han perdido el sentido de vida, les digo: Se han perdido de Dios, por eso su vida no tiene sentido. Hagan la prueba, Dios nunca falla”.

Agradezco la confianza de Ernesto, fue un placer conversar y coincidir en tantas cosas. Bendiciones y mis mejores deseos.

Escríbame, su testimonio puede ayudar a otros. Todos los nombres han sido cambiados.

cadepbc@gmail.com

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