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‘Que no cunda el pánico’. Cómo los padres con hijos pequeños que no califican para ser vacunados, pueden navegar por Ómicron

A kindergarten student pumps out hand sanitizer.
Un niño se pone desinfectante para las manos en un aula de preescolar de la escuela Chadwick, cerca de Rolling Hills Estates.
(Al Seib / Los Angeles Times)
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Mientras las oleadas del coronavirus azotaban Estados Unidos, los padres de niños pequeños podían consolarse sabiendo que el COVID-19 tiende a tener efectos más leves en los menores y que la mayoría -pero no todos- de los niños que se infectaban no enfermaban gravemente.

Pero, aunque el riesgo sea bajo, muchos padres no quieren poner en riesgo la salud de sus hijos. A otros les preocupa más que sus hijos contagien el COVID-19 a sus seres queridos mayores o inmunodeprimidos.

Ahora, la variante Ómicron está disparando el número de casos, y la mayoría de los niños pequeños aún no están vacunados. Los menores de 5 años siguen sin poder ser vacunados y hasta el 29 de diciembre, solo el 23% de los niños de 5 a 11 años, y el 53% de los de 12 a 17 años, estaban completamente vacunados en Estados Unidos.

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Con tantas incógnitas, ¿cómo podemos equilibrar la protección de nuestras familias y mantener una sensación de normalidad?

Hemos preguntado a los expertos cómo deben afrontar los padres de niños no vacunados la oleada de Ómicron. Reconocieron que es una situación difícil y subrayaron que muchas de estas decisiones diferirán en función de la vulnerabilidad y la tolerancia al riesgo de cada familia. Esto es lo que aconsejan.

¿Qué ha cambiado con Ómicron?

La variante Ómicron es mucho más infecciosa que las cepas anteriores, pero hasta ahora parece ser menos grave. “El número de casos es muy alto en todas partes”, dijo Tara Kirk Sell, investigadora principal del Centro Johns Hopkins para la Seguridad Sanitaria. “Es increíblemente transmisible”.

Como resultado, hay más niños hospitalizados con COVID-19. Sin embargo, los expertos creen que el aumento se correlaciona con el número de personas que se infectan, no con la gravedad que la variante causa en los pequeños.

La Dra. Catherine Le, médico especialista en enfermedades infecciosas del Centro Médico Cedars-Sinai, explicó que esto se debe a la progresión natural de los virus. Los virus mutan para sobrevivir, pero no lo harán si matan a sus huéspedes. Por eso, con el tiempo, suelen evolucionar para ser más infecciosos, pero menos peligrosos.

Los síntomas de Ómicron podrían ser ligeramente diferentes. “Estos son los primeros días de la pandemia de Ómicron, pero parece que estamos viendo más síntomas del tracto respiratorio superior, incluyendo el crup en los niños”, dijo la Dra. Grace M. Aldrovandi, profesora y jefa de enfermedades infecciosas en el Hospital Infantil Mattel de la UCLA. “En general, los síntomas en los niños son menos graves que en los adultos, y pueden tener más síntomas gastrointestinales, en comparación con los adultos con COVID”.

La Dra. Priya Soni, especialista en enfermedades infecciosas pediátricas del Centro Médico Cedars-Sinaí, dijo que los síntomas de Ómicron tienden a incluir fiebres, tos seca, dolor de garganta, dolores corporales y sudores nocturnos. “Sin embargo, son muy difíciles de localizar en niños pequeños”, dijo. “Así que, sobre todo, veo fiebre alta y secreción nasal”.

Hay más cosas que no sabemos. En el caso de los niños, “estamos hablando de un grupo que tal vez no tenga un mayor riesgo, pero a decir verdad, no lo sabemos”, dijo la Dra. Neha Nanda, directora médica de prevención de infecciones y administración de antimicrobianos en Keck Medicine de USC.

Por ejemplo, un informe de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades mostró que los niños con COVID-19 podrían tener el doble de probabilidades de ser diagnosticados con diabetes después de una infección por coronavirus, en comparación con los que no habían tenido el virus.

Tampoco sabemos si se asocia con el síndrome inflamatorio multisistémico en niños, conocido como MIS-C, que es “raro, pero aterrador”, dijo Le, porque puede dar lugar a un fallo orgánico semanas después de una infección por coronavirus.

También es demasiado pronto para que haya datos sobre si Ómicron provoca un COVID prolongado en los niños. Un estudio nacional realizado en Inglaterra reveló que hasta el 14% de los pequeños con COVID-19 antes de la aparición de Ómicron seguían presentando síntomas más de 12 semanas después del diagnóstico.

“Esos niños presentaban fatiga, dolor de cabeza, insomnio, problemas de concentración, y realmente limitaba su calidad de vida y su participación en la escuela”, expuso Soni.

¿Qué no ha cambiado?

Todas las medidas de protección que hemos tomado desde el comienzo de la pandemia siguen siendo importantes ahora. Cuando hay menos COVID-19 en la comunidad, hay menor riesgo y más espacio para la relajación, pero la oleada nos obliga a aumentar el uso de mascarillas, el distanciamiento social, el lavado de manos y otros protocolos de seguridad, dicen los expertos.

Esto se aplica específicamente a los niños, porque si se juntan con otros pequeños -por ejemplo, en la escuela o la guardería- hay una alta probabilidad de que estén en contacto con niños que no están vacunados.

¿Qué niños son más vulnerables?

“Los niños menores de un año, los que padecen enfermedades crónicas -neurológicas, inmunológicas o respiratorias- y los que son obesos tienen un mayor riesgo de enfermar gravemente con la enfermedad del SARS-CoV-2”, explicó Aldrovandi.

Entre ellos se encuentran los niños con antecedentes de leucemia, que reciben quimioterapia o que son receptores de trasplantes, dijo Soni.

El Dr. Kawsar R. Talaat, profesor asociado de salud internacional en la Escuela de Salud Pública Bloomberg de Johns Hopkins, animó a los padres a hablar con su pediatra. “Hay algunos niños que quizá deban quedarse en casa y protegerse de los demás hasta que disminuya la oleada”, dijo. “Es una conversación individual entre los padres y los médicos: cuáles son sus riesgos y cómo proteger mejor a sus hijos”.

¿Qué pueden hacer los padres?

Asegurarse de que todos los que rodean a sus hijos estén vacunados y reforzados. Si tienes una reunión, es menos arriesgado si todos los adultos que los rodean usan mascarilla, están inoculados y reforzados. Así se crea un capullo protector a su alrededor, dice Talaat. Si envía a sus hijos a una guardería, es importante saber que los empleados están vacunados, reforzados y usan cubrebocas, y que si se enferman, pueden no presentarse a trabajar.

Contar con un sistema de apoyo de personas vacunadas y reforzadas también significa que puede tener ayuda en caso de dar positivo y se quiera aislar de sus hijos, dijo Kirk Sell, quien anima a los padres a hacer planes para varios escenarios posibles.

Póngase una mascarilla, aunque se encuentre en exteriores. “Ahora recomendamos que los niños, incluso en la vuelta a clases, usen cubierta facial en los espacios exteriores muy concurridos”, dijo Soni.

Esto incluye los parques infantiles.

Las familias también deberían optar por mascarillas de mejor calidad para los niños -como las que son quirúrgicas o las KN95- si aún no lo han hecho, dijo Aldrovandi, quien recomienda el sitio web cleanaircrew.org/kids-masks como recurso.

Los expertos no recomiendan las cubiertas faciales para los niños menores de 2 años por el riesgo de asfixia, así que los padres de pequeños de esa edad podrían optar por distanciarse más socialmente, según su nivel de comodidad.

Evite las multitudes. Suellen Hopfer, profesora adjunta de salud pública en la Universidad de California en Irvine, recomendó evitar los lugares en los que se reúna mucha gente, especialmente en interiores. También recomendó aplazar los planes de viaje.

Hacer pruebas a los niños. Los pequeños se resfrían mucho, por lo que es importante hacerles pruebas cuando tengan síntomas para ver si se trata de COVID-19, indicó Soni.

Las pruebas en los niños suelen ser las mismas que en los adultos, pero el reto es conseguir que el pequeño coopere. “Incluso antes de COVID, realizábamos hisopos nasofaríngeos en los niños, incluidos los bebés, para diagnosticar infecciones virales respiratorias”, dijo Aldrovandi. “El virus es el mismo en los menores y en los adultos, por lo que las pruebas rápidas pueden utilizarse en los niños”.

Los lugares donde se realizan las pruebas pueden variar en términos de seguridad, señaló. “Este virus se propaga por el aire, por lo que es importante acudir a un sitio de pruebas con buena ventilación -en el exterior o en el auto- [y donde] la gente lleve mascarillas de alta calidad y se mantenga distanciada”.

En el consultorio de sus pediatras también deberían poder hacer la prueba.

Cuando tengan la edad, hay que llevarlos a vacunar. Dado que el COVID-19 es imprevisible, los expertos instan a los padres a inocular a sus hijos. La vacuna pediátrica Moderna contra COVID-19 para niños de 6 meses a 5 años podría autorizarse a finales de marzo o principios de abril, y se espera que Pfizer y BioNTech presenten datos a los organismos reguladores para apoyar la autorización de su vacuna en la primera mitad del año.

“Se está previniendo la posibilidad de que el COVID y el MIS-C sean prolongados”, dijo Soni. “Deberíamos sentirnos muy confiados en la seguridad de esta vacuna para aplicársela a los niños de esa edad”.

Además, la vacuna hace que sea menos probable que su hijo pueda contagiar el coronavirus. “Esto logra que se preocupen mucho menos por ello”, señaló Kirk Sell.

Intente mantener la calma “La ansiedad de los padres puede ser percibida por los niños pequeños”, dijo Aldrovandi. “Es importante que los padres analicen cómo reaccionar ante situaciones estresantes. Los padres deben tratar de reducir su propia ansiedad centrándose en el presente y no preocupándose demasiado por los peores escenarios. Establecer rutinas puede ayudar tanto a los padres como a los hijos”.

“No hay un escenario de riesgo cero”, subrayó Kirk Sell. En cambio, dijo, se trata de tener un riesgo bajo y una vida que funcione para todos.

Todos estos expertos reiteraron que la mayoría de los niños, si se infectan con el coronavirus -Ómicron o cualquier otro- estarán bien. “Esperamos que no tengan que experimentarlo”, dijo Talaat. “Pero que no cunda el pánico”.

Para leer esta nota en inglés haga clic aquí

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