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Cuatro cosas que aprendí de amar a una persona demandante

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Había probado las citas en línea sin mucha suerte, pero esta chica era, de algún modo, diferente. Tenía un potencial real, una vitalidad que parecía saltar de mi pantalla de Tinder.

Podríamos decir que era una chica de esas por las cuales uno directamente pasa la pantalla con los dedos cruzados.

Mi teléfono se iluminó con un ding pocas horas más tarde, y sí, su adorable rostro sonriente delante de su colorida y floreada cortina de ducha estaba disponible para recibir mi ‘discurso casual de venta personal’. Arreglamos una cita para comer pizza durante el siguiente fin de semana. Ello nos llevó a una película, el film derivó en una romántica caminata por Old Town Pasadena, y todo se convirtió en una noche llena de momentos íntimos.

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Yo estaba obsesionado, y parecía que ella también, pero ya no nos hablamos.

Aquí hay cuatro cosas que aprendí acerca de amar a una persona demandante.

  1. Son hermosos... de todas las peores formas

Estaba enamorado. Nunca antes me había sentido tan apreciado, tan necesitado. Ella era impactante, la persona físicamente más hermosa que había conocido. Me convertí en arcilla en sus manos. Eso ocurrió hasta que su afecto fue reemplazado por ira. Fue una rabia que nunca comprendí bien, pero que siempre parecía ser mi culpa. O al menos, se convirtió en mi culpa. Yo siempre era el problema, aunque ninguna de sus cuestiones tenía nada que ver conmigo.

Nunca me imaginé aceptar esto de una pareja, pero cuando se convirtió en mi realidad, parecía no tener más remedio que aceptarlo.

  1. Te perderás en el esfuerzo de querer ayudarlos

Sus problemas se convirtieron en mis problemas. Ella vivió una vida compleja, desde luchar contra la pobreza y el desamparo hasta tener un familiar cercano preso, con cadena perpetua. Mi misión se convirtió en ser un puente para darle una gran vida, una vida hermosa y feliz.

Cuando más avanzábamos en nuestra relación, más me consumía esa misión. Mi rendimiento en mi trabajo como diseñador gráfico disminuía, mi tiempo con mis amigos se evaporaba, mis sueños desaparecían y mi alegría también. Lo único que quedaba era tiempo para ella, que era mi empleo de tiempo completo. Parecía que la única razón por la que trabajaba era para poder estar con ella. Hablábamos constantemente y teníamos conversaciones apasionantes -de cultura ,fe, religión, política, humanidades-. Más que nada, valoraba su perspectiva especial, aportada por su pasado.

Cuando terminaba mi día de trabajo, hacía sin falta mi camino desde Hollywood hasta la casa de sus padres, en Pasadena, o para tener una cita por la ciudad. Siempre le llevaba comida o hacía planes para comer su plato favorito, spaghetti con salsa marinara. Me di cuenta de que, cuando no priorizaba su comida, ella pasaba todo un día sin comer. Reconoció que estaba luchando contra la depresión y que tenía dificultades para encontrarle el sentido a la vida.

Se descuidaba. Yo no podía soportar verla así, y me comprometí totalmente a darle sentido en cada forma posible.

Sólo tomó un año para que mi propia salud se convirtiera en una preocupación. Empecé a deslizarme hacia la oscuridad mental; me sentía cada vez más solo. Nuestra relación estaba fundada en el valor de sus necesidades, y cuando las mías comenzaron a aflorar, ella me llamaba egoísta.

Me aventuraba hacia lo desconocido…

  1. No te apreciarán

Algunos meses apenas pagaba mis gastos, incluso con un empleo de tiempo completo. Sin embargo, tener dos bocas para alimentar, hacer los largos viajes en la Autopista 210 para verla, crear cada momento especial y una oportunidad para compartir que pudiera, todo esto tenía un costo; algo que nunca le mencioné a ella.

Las mayores expresiones de mi amor, hacer sacrificios para cumplir y sobrepasar sus expectativas, se convirtieron en cosas que ella simplemente ‘esperaba’. En tanto, yo pasaba de la seguridad de un puesto como diseñador gráfico, de 9 a 5, a un empleo soñado en marketing, algo que había practicado en paralelo durante muchos años.

A medida que crecían los desafíos y las tensiones en mi vida profesional, yo estaba menos disponible, era menos capaz de brindarle las cosas a las cuales se había acostumbrado, y menos empeñado en proveerle cada deseo y necesidad. Ella se quejaba de que me estaba distanciando, de que ya no hacía por ella las mismas cosas.

Cuando le decía que quería darle el mundo pero que necesitaba de su paciencia, me llamaba egoísta y me culpaba sólo a mí por el estado de su salud mental. Como ella me culpaba, yo también me culpaba a mí mismo. Mi propia salud mental seguía erosionándose.

  1. Pueden quebrar incluso hasta a la persona más fuerte

Eventualmente, logró devastarme.

A medida que las cosas empeoraban entre nosotros, no podía dormir y casi no comía. Yo estaba preocupado por ella, por nosotros, pero en realidad debería haber estado preocupado por mí. Comencé a luchar para estar de pie. Trabajaba todo el día, me quedaba con ella hasta que se dormía por la madrugada, y luego conducía de regreso a mi casa. Era agotador, pero sentía que era mi deber. Su salud mental parecía empeorar, y toda la presión estaba en mí; yo parecía ser la solución.

Finalmente, me senté con ella y le dije que había llegado a un punto de inflexión. Algo tendría que ceder. No era una ruptura en absoluto, sino una discusión muy necesaria acerca de realinear las expectativas; yo no podría seguir adelante sin algunos cambios.

Digamos que ella no pensaba de la misma forma. Nuestra relación terminó poco después.

Me he dado cuenta de que recibía de ella algo que yo consideraba amor, pero que en realidad era una sensación de importancia. Incluso en sus mejores momentos, nunca mostró por mí el amor que yo le demostré. Era una buena situación, era divertida; honestamente, quizás fue lo más cercano que ella tuvo a una relación sana, pero no me amaba. Yo sólo era valioso por un tiempo.

Todavía no pude sacudirme toda la fascinación que siento por ella.

Ten cuidado de quien te enamoras.

Traducción: Valeria Agis

Para leer esta nota en inglés, haga clic aquí

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