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El alcance de la agresión y el acoso sexual pueden empeorar la salud de las mujeres de mediana edad

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Ser víctima de agresión o de acoso sexual en el lugar de trabajo puede causar más daño que abrumar a un alma joven y poner fin a una prometedora carrera profesional. Una nueva investigación detectó que la experiencia de la violencia sexual o la intimidación puede afectar la salud física y mental de las mujeres años más tarde, en un momento crucial.

Un estudio publicado en JAMA Internal Medicine afirma que las mujeres entre los 40 y 60 años de edad que informaron una experiencia de agresión sexual en algún momento de sus vidas, tuvieron casi tres veces más probabilidades que sus pares de tener síntomas depresivos significativos, y más del doble de probabilidades de sufrir ansiedad.

Los investigadores también determinaron que las mujeres que afirmaron haber sido objeto de acoso sexual tuvieron más del doble de posibilidades de tener presión arterial alta no tratada que aquellas que que no sufrieron tal acoso.

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Más aún, las mujeres con antecedentes de agresión o acoso sexual tuvieron aproximadamente el doble de probabilidades de sufrir problemas de sueño en la mediana edad, en comparación con sus contrapartes que no informaron maltrato basado en el género.

Las 304 mujeres que participaron en el estudio se inscribieron en un proyecto de investigación sobre los sofocos de la menopausia y la aterosclerosis, una condición caracterizada por una acumulación de placa que causa el endurecimiento de las arterias. Todas ellas vivían en el área de Pittsburgh, y los investigadores advirtieron que es posible que no sean representativas de las mujeres estadounidenses en general.

Alrededor del 20% de las mujeres de Pittsburgh informaron haber sido acosadas o agredidas sexualmente. La tasa es más baja que el promedio nacional.

En todo el país, los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) detectaron que aproximadamente el 36% de las mujeres han sido forzadas o presionadas a mantener “contacto sexual no deseado”, y se estima que entre el 40% y el 75% de las mujeres han experimentado en sus trabajos acosos físicos o verbales basados en el género.

“Esta es una gran cantidad de mujeres, por lo cual es un enorme problema de salud pública”, remarcó la líder del estudio, Rebecca C. Thurston, psicóloga y epidemióloga de la Universidad de Pittsburgh. “Si queremos prevenir problemas de salud mental, inconvenientes de sueño e hipertensión, creo que realmente debemos pensar en estas exposiciones tóxicas que las mujeres están experimentando en sus lugares de trabajo y otros sitios. Estamos llegando a un punto en el que ya no podemos ignorar lo que está pasando”, agregó.

Esta serie de problemas de salud en la mediana edad tampoco es un buen augurio para el bienestar de las mujeres en sus últimos años. La hipertensión en la mediana edad aumenta el riesgo de una mujer de sufrir enfermedades cardíacas, accidentes cerebrovasculares y demencia. La depresión y la ansiedad también están vinculadas a una peor salud del corazón y del cerebro a medida que las mujeres envejecen.

Y la mala calidad del sueño está relacionada —y en muchos casos, se cree que contribuye— con una serie de problemas de salud que van desde la obesidad y los trastornos metabólicos hasta la demencia.

De las 304 participantes, 58 (o el 19%) dijeron que habían sido acosadas sexualmente en el trabajo, y 67 (o el 22%) afirmaron que habían sido agredidas sexualmente; el 10% de las mujeres reportaron ambas situaciones.

En la muestra de Pittsburgh, las mujeres con antecedentes de acoso sexual tenían más educación que el promedio entre las participantes, pero también informaron una mayor presión financiera.

Entre las participantes sin antecedentes de abuso sexual, aproximadamente el 12% experimentó síntomas de depresión y cerca del 23% padeció ansiedad clínica. La falta de sueño afectó a aproximadamente el 40% de las participantes que no informaron agresiones sexuales.

Sin embargo, en mujeres con experiencia previa de agresión sexual, las tasas de síntomas depresivos aumentó al 25%, la ansiedad clínica al 40% y la falta de sueño se incrementó aproximadamente al 57%.

Después de ajustar los factores que influyen en el riesgo de las mujeres de sufrir esas condiciones —como la edad, el origen étnico, la educación y el índice de masa corporal— los investigadores determinaron que el riesgo de padecer síntomas depresivos era 2.86 veces mayor en aquellas que habían sido agredidas sexualmente. El riesgo de ansiedad fue 2.26 veces mayor y el riesgo de dormir mal fue 2.15 veces más alto.

Alrededor del 18% de las mujeres que no habían experimentado acoso sexual en el lugar de trabajo tenían hipertensión no tratada. Pero en mujeres con antecedentes de haber sido acosadas en sus empleos, las tasas de presión arterial alta aumentaba a alrededor del 23%, es decir 2.36 veces más, después de que los investigadores ajustaran otros factores que están relacionados con el riesgo de hipertensión en las mujeres.

Alrededor del 28% de las mujeres que no habían sido acosadas sexualmente reportaron dificultades para dormir, en comparación con el 36% de aquellas que sí lo habían sido. El porcentaje resultó 1.89 veces mayor después del ajuste por otros factores contribuyentes.

Los vínculos identificados en la nueva investigación no son evidencia de que la conducta sexual inapropiada haga que las mujeres experimenten un peor estado de salud, pero son consistentes con una gran cantidad de investigaciones que establecen graves consecuencias entre quienes sufren traumas y sus tensiones, afirmó Patricia Resick, investigadora de traumas sexuales en la Universidad de Duke, que no participó en el estudio. “Los hallazgos no me sorprenden”, indicó.

Thurston destacó que si bien los efectos corrosivos de la agresión sexual en la salud mental de las víctimas eran ampliamente esperados, está menos claro por qué las mujeres que informan sobre el acoso sexual en el lugar de trabajo son mucho más propensas que otras a tener presión arterial alta (definida como una presión arterial sistólica de 130 mmHG o superior, o presión arterial diastólica de 80 mmHG o superior).

Señaló que las mujeres son más propensas a ser víctimas de agresión sexual durante su adolescencia y la edad adulta temprana, mientras que el acoso sexual en el lugar de trabajo tiende a ocurrir cuando una mujer es un poco mayor.

Se estima que la magnitud del aumento en la presión arterial sistólica observado en mujeres con antecedentes de acoso sexual incrementa su riesgo de ataques cardíacos, accidentes cerebrovasculares u otros síntomas de enfermedad cardiovascular en un 20%.

El estudio fue presentado en la reunión anual de la Sociedad Estadounidense de Menopausia, en San Diego, el 10 de octubre.

Para leer esta nota en inglés, haga clic aquí.

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