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El problema de soledad en Los Ángeles ¿podría terminar con una caminata?

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Es difícil imaginar cómo algunas personas evitan la soledad en la ciudad de Los Ángeles.

Según los últimas cifras del censo en casi un tercio de los hogares de la ciudad vive una sola persona en solitario. Esto Incluye a jóvenes y viejos, ricos y pobres, y a algunos habitantes de ciudades modernas particularmente aisladas:

Aquellos que vinieron aquí solos y se integraron a la economía de Los Ángeles trabajando desde casa, que utilizan servicios de TaskRabbit (aquellos que hacen tareas específicas por ti) y solicitan comida en línea por GrubHub.

Si se gana la vida en un lugar donde labora más personal y tiene horarios regulares, es tentador soñar con otro tipo de existencias más libre. Pero no subestime el valor de pasar tiempo en compañía de otras personas que conocen su nombre y le hablan, y que además se preocuparían si de repente desapareciera.

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Las investigaciones han demostrado que el aislamiento social y su compañera frecuente, la soledad, pueden tener consecuencias de salud tan profundas que pueden acortar nuestras vidas.

En Los Ángeles, las personas que guardan silenciosamente su soledad viven entre nosotros, pero no hablamos mucho al respecto. Cuando se trata de conectarse, esta ciudad de 4 millones de habitantes puede ser especialmente desafiante dado lo extensa que es, el tráfico, la cantidad de personas que se desplazan solas en autos y el poco contacto que se da entre la gente.

Hace unos años, Chuck McCarthy inició un negocio impulsado en parte por la necesidad humana de conectarse. Pero no lo vio de inmediato, al igual que no se dio cuenta de la magnitud de su propio aislamiento.

El afable graduado de la escuela de arte con barba tupida y ojos alegres solía trabajar en una computadora portátil en una cafetería de Hollywood, tratando de llegar a fin de mes mediante la creación de GIFs web y consiguiendo trabajo de actuación ocasional.

En las mesas cercanas, otras personas también miraban las pantallas. Muchos usaban auriculares con cancelación de ruido.

En el transcurso del día raramente hablaba y cuando lo hacía, a menudo se sentía extraño, como si tuviera la boca llena de canicas.

McCarthy y su novia vivían en una zona de bajo alquiler de Los Feliz a la que llamaban Less Feliz (menos feliz). Se tenían el uno al otro, así que no estaban exactamente solos. Pero ella trabajaba en casa, y los dos no pasaban mucho tiempo fuera de ella.

Luego establecieron la regla de que si querían comida de restaurante, tenían que caminar para conseguirla.

En el camino para comprar pollo tikka masala en Vermont o el platillo pad see ew en Thai Town, McCarthy seguía viendo letreros de entrenamiento personal y paseos de perros.

Como broma al principio, los combinó: ¿por qué sólo perros? a la mayoría de los humanos también les vendría bien un buen paseo.

Cuanto más lo pensaba, el lanzar un negocio para pasear a personas empezaba a tener un cierto sentido descabellado.

Algunos seguramente se preocupan por la seguridad mientras caminan solos, otros podrían necesitar motivación, puede haber quienes prefieran caminar con sus amigos pero simplemente viven demasiado lejos de ellos.

Todo esto era cierto, pero quizás no era el objetivo central.

La medida estándar de la soledad humana se desarrolló aquí hace unos 40 años. Califica a las personas en función de cómo responden a una serie de preguntas que llegan a medida en que se sienten conectadas y desconectadas de los demás. La aseguradora de salud Cigna utilizó una versión de la Escala de Soledad de UCLA el año pasado cuando encuestó a más de 20.000 adultos estadounidenses. Casi la mitad dijo que a veces o siempre se sentían solos o excluidos. Los más jóvenes, la Generación Z, eran los más solitarios, seguidos de cerca por la generación milenio. Y sólo el 53% de todos los encuestados dijeron que tenían interacciones sociales significativas con persona a diario.

“¿Tiene miedo de caminar solo de noche? ¿No le gusta caminar solo? ¿No quiere que la gente lo vea caminando solo y asuma que no tiene amigos? ¿No le gusta escuchar música o podcasts pero no puede caminar solo en silencio obligado a enfrentarse a los pensamientos del futuro desconocido o su propia insignificancia en el universo en constante expansión?” Así fue el primer discurso de ventas de McCarthy como el Paseador de Personas.

Empezó a caminar con una camiseta dibujada a mano que declaraba su nueva profesión, llenando los postes de servicios públicos del vecindario con divertidas promociones, algunas recortadas en cartón o de vaqueros viejos.

¿Qué podría ser más significativo de Los Ángeles que un paseador de personas?

Empezaron a contactarle por los medios de comunicación poco antes de que se reservara la primera caminata. Luego, un flujo constante de estudiantes universitarios, jubilados, camareras y actores le preguntaron si podían ganar un poco de dinero adicional si se convertían en paseadores de personas también.

Ahora McCarthy tiene un negocio, que recibe una parte de los honorarios de los paseadores. Tiene inversores. Incluso tiene una pequeña oficina a la que puede ir, es un espacio de co-working en lo alto de Burbank.

En la aplicación People Walker, usted indica por dónde quiere caminar y cuándo, y si hay paseadores cerca, usted tiene la oportunidad de elegir.

Tal vez quiera a Taj, que se graduó de la UCLA, donde se licenció en música y se especializó en estudios LGBT. Sus padres son indios orientales y filipinos. Su otra pasión además de la música es el mindfulness o conciencia plena.

O tal vez prefiera ir con Renata, una actriz que estaría encantada de enseñarle español. Le encanta “la improvisación, el cine, la comida, las caminatas, el café y los postres”.

Endri, que dice que las caminatas pueden ser “tan terapéuticas como unas vacaciones en la playa”, habla italiano y albanés y tiene un título en administración de empresas. Esther es una terapeuta de salud mental, habla coreano, le encantan los gatos y cocinar.

McCarthy ha aprendido que tales descripciones son clave, porque la conversación a menudo es tan importante como la caminata.

“Hemos entrado en una era en la que a la gente ni siquiera le gusta llamar a la gente que conoce. Todo el mundo quiere enviar mensajes de texto”, dijo. “La tecnología no es sólo aceptar trabajos. Creo que muchas veces lo que la gente está pagando realmente es tener a alguien que escuche y se sienta escuchado y se sienta importante”.

“Es posible que tengas 5.000 amigos en Facebook pero luego te das cuenta de que cuando dices: ‘tuve un día terrible’, y nadie responde. Esos 5.000 amigos son tu cobijo gigante, pero no te mantienen caliente”.

Pero, ¿pagar por una conversación realmente puede funcionar? esto puede ser difícil de digerir para algunas personas, y también el hecho de pagar.

De manera ideal, usted podría buscar el sustento social de una comunidad, grupo religioso o de personas que comparten uno de sus pasatiempos. Pero si no conoce a nadie, encontrar a alguien con quien hablar puede parecer desalentador. Y pagar por la compañía de una persona que ha sido investigada y verificada puede parecer, si no ideal, al menos que valga la pena el gasto.

Sam Pocker, un artista raro y divertido, trabaja solo en casa. Escribe canciones y las interpreta en YouTube.

“No hacen contacto visual / Porque puedes ver su miedo / O peor aún la mirada muerta / Eso me hace preguntarme por qué estoy aquí”, dice la letra de “Los Angeles Sucks and I Want to Die” (Los Ángeles apesta y quiero morir).

Cuando vio uno de los anuncios de McCarthy, hace un año, los momentos en que interactuaba con otras personas eran raros en él. Acababa de mudarse a Los Ángeles desde Nueva York. Sus amigos vivían en el este y todavía viven ahí.

“Cuando me mudé aquí sólo conocía a un par de estrellas de rock y a alguien de la escuela preparatoria, pero no viven cerca”, dijo recientemente. “Tengo un amigo que está casado y tiene hijos, y me invitan a pasar con ellos los días festivos, sabes, y eso es bueno”.

Lo que ha cambiado es que todos los días Pocker sale de su apartamento al aire libre y camina mientras habla con otro ser humano.

Primero contrató a McCarthy, dijo, por curiosidad morbosa. Pensó que la idea de paseador de personas era tan tonta y que iba directo al fracaso. Pero luego tuvo problemas de salud y supo que tenía que moverse, hacer ejercicio, así que contrató a todos los paseantes disponibles.

Ahora tiene por lo menos una cita de paseadores de personas de media hora al día. Los fines de semana suele tener dos. Los paseadores, que son contratistas, fijan sus propias tarifas. McCarthy cobra $7 la media hora (que no incluye, por cierto, la media hora que le toma caminar de su casa a la de Pocker).

“Estoy seguro de que parece una locura, pero es más barato que un gimnasio, ha sido muy beneficioso y obtengo buenas historias de eso”, dijo Pocker.

En los días de lluvia, ha contratado a paseadores para que lo acompañen a Costco o Ikea. La mayoría de las veces se reúnen afuera del edificio donde vive, en Hollywood, y caminan hacia el sur por la calle a medida que pasan de apartamentos, estudios y paisaje urbano a grandes casas de estilo suburbano con enormes patios frontales de verdes céspedes que hacen juego.

Es diferente a hacer ejercicios con un entrenador, también es diferente de la amistad pura.

Pero todos los días Pocker está ahí fuera, siendo visto y oído. Y en una gran ciudad de extraños, tal vez eso ayude.

Si quiere leer este artículo en inglés, haga clic aquí

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