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Este viaje en tren por Quebec es un festín para el cuerpo y el alma

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Los colores naranja, rojo y amarillo destellaban fuera de mi ventana mientras nuestro tren se deslizaba junto a un panorama de bosques vestidos con brillantes hojas de otoño.

Mientras miraba hacia afuera del carruaje, el paisaje era un vasto cielo azul con el ancho y gris río San Lorenzo salpicado de gotas blancas, su costa distante apenas visible.

Bebí una cerveza local llamada La Vache Folle, que en inglés significa Crazy Cow, y comí paté de pato, huevos de codorniz marinados y una baguette fresca que había untado con pesto de setas de ostra, todos productos artesanales del distrito gourmet tipo Provenza de Charlevoix, en Quebec, la región por la que viajábamos.

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“Este tren se trata de deleitarte con los ojos y el estómago al mismo tiempo”, dijo Denis Reid, nuestro camarero.

El tren de Charlevoix sigue la costa del río San Lorenzo, viajando 77 millas al noreste desde la ciudad de Quebec hacia la ciudad ribereña de La Malbaie.

He conducido por la muy amada carretera de Charlevoix muchas veces, una ruta de montaña rusa a través de aldeas franco-canadienses centenarias conocidas por sus galerías de arte, elegantes posadas, restaurantes de renombre y pequeñas granjas que producen quesos, charcutería, sidras y más gastronomías de Quebec.

Pero nunca había experimentado las vistas del río desde estos rieles, que datan de 1919. El viaje de la ciudad de Quebec a La Malbaie dura cuatro horas; el tren se detiene brevemente en siete pueblos y aldeas costeras a lo largo del camino. Aunque puedes hacer el viaje de ida y vuelta en un día, lo mejor es tomarse un tiempo extra para conocer una de las regiones rurales más pintorescas e históricas de la provincia.

La flexibilidad del programa permitió ir y venir durante algunas horas o días, con paradas reservadas con anticipación. El tren funciona desde mediados de junio hasta octubre (el otoño es la temporada alta) y ofrece una forma asequible de disfrutar del arte, la música, la gastronomía y el entorno natural de Charlevoix.

En el Viejo Mundo

Mi viaje de tres días comenzó en Old Quebec, Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO, la única ciudad amurallada al norte de México.

Un transbordador me llevó desde la estación de tren hasta el punto de partida del tren de Charlevoix afuera de la ciudad, junto a la espectacular cascada de las cataratas de Montmorency, casi 100 pies más alta que Niagara.

A bordo de nuestro moderno tren de dos coches fabricado en Alemania, recibimos un práctico boletín con información bilingüe sobre la ruta y un menú de refrigerios y cócteles gourmet. Los empleados hablaban inglés y estaban bien informados sobre la ruta.

El bajo perfil de Île d´Orléans apareció primero, una isla rural conocida por sus dulces fresas. Luego pasamos por la aldea de Ste. Anne-de-Beaupré, sitio de una larga lista de curas milagrosas que comenzaron en 1658 y que llevaron a la construcción de una imponente basílica en 1923. Los peregrinos todavía vienen, y adentro hay una impresionante pared cubierta con muletas y bastones desechados.

El paisaje cambiaba entre bosques de arces que escondían pintorescas casuchas de azúcar y campos de cosecha salpicados de granjas de bloque de piedra con techos rojos. Las iglesias con torres de plata se alzaban sobre las aldeas llamadas así por una lista de santos como Petite-Rivière-Saint-François, cuya pequeña estación se encuentra en la base de Le Massif, mi montaña de esquí alpino favorita y la caída vertical más alta al este de las Montañas Rocosas canadienses .

Puente y cascadas de Montmorency durante el otoño en Quebec. (Vladone / Getty Images / iStockphoto)

Puente y cascadas de Montmorency durante el otoño en Quebec.

(Vladone / Getty Images / iStockphoto)

(Vladone / Getty Images / iStockphoto)

Un poco más de dos horas después de salir de la ciudad de Quebec, el encantador pueblo de Baie-Saint-Paul, mi primera parada nocturna, apareció a la vista. La estación de tren colindaba con mi hotel, el Le Germain, de estilo contemporáneo con aspecto de granja y monasterio, construido en las extensas tierras de cultivo de un antiguo convento.

Pasé la tarde en medio del revoltijo de calles estrechas del viejo mundo, visitando las muchas galerías de la concurrida comunidad artística de Baie-Saint-Paul. Cada agosto, el pueblo acoge un simposio y taller internacional de arte contemporáneo que atrae a artistas de todo Canadá y Europa.

Bebí sorbos de cerveza artesanal en Le Saint Pub, luego pasé a tomar un café en una cafetería bajo los tres campanarios de Maison Mère, un vasto convento convertido, en 2017, en un espacio creativo e innovador que incluye alojamiento, un museo y estudios rodeados por los impresionantes jardines de las monjas.

¿Una fortaleza armada?

A la mañana siguiente, siguió un breve viaje en tren de 30 minutos al pequeño Saint-Joseph-de-la-Rive, el sitio del Museo Marítimo Charlevoix y la encantadora Papeterie Saint-Gilles, un estudio sin fines de lucro y ecomuseo donde los artesanos crean a mano papel, pergaminos de artistas y artículos de papelería salpicados con flores silvestres locales secas.

En Saint-Jo, abordé un ferry gratuito para el cruce de 20 minutos a Isle-aux-Coudres, una pequeña isla tranquila en el rio San Lorenzo nombrada por Jacques Cartier, en 1535, por sus densos rodales de avellanos silvestres.

Los vientos constantes de la isla son la razón de los molinos de viento y agua de piedra, muchos de los cuales todavía están en funcionamiento, así como también para el popular kite-surf.

Alquilé una bicicleta y pasé el día recorriendo los caminos costeros, deteniéndome en pequeñas boutiques y comiendo el famoso pastel de carne de la abuela para almorzar en el Bouchard Boulangerie, de gestión familiar.

Al caer la tarde, volví al tren para el viaje de una hora a La Malbaie. Pasamos junto a chozas de pescado, donde los clientes saludaban al tren desde atrás de sus platos de pescado y papas fritas. Un desfile de buques de carga pasó por faros distantes más allá de las expansivas planicies de marea del río San Lorenzo.

Desembarcando al final de la línea en el encantador muelle de Pointe-au-Pic de La Malbaie, caminé cuesta arriba hacia el gran Manoir Richelieu que daba al río.

El hotel se asemeja tanto a un castillo que durante la Segunda Guerra Mundial se retiró la bandera del Reino Unido y se cubrieron los antiguos cañones ornamentales en caso de que un submarino alemán extraviado confundiera el palacio con una fortaleza armada.

Esta pintoresca parte del Charlevoix ha sido un lugar popular de vacaciones desde la década de 1880, especialmente entre los estadounidenses que construyeron mansiones de verano alrededor de La Malbaie en los años 1920 y 1930. El presidente Hoover pasó tanto tiempo en su casa de verano de Pointe-au-Pic que recibió el apodo de “Casa Blanca del Norte”.

Muchas mansiones se han convertido en posadas rurales, y el Manoir ha sido magníficamente renovado con un casino y un comedor especializados en cocina regional.

Un viaje musical de vuelta

Al día siguiente, volví en el tren a la ciudad de Quebec, haciendo una parada final en Sainte-Irénée. Es conocido por sus siete millas de playa de arena blanca, así como por el Domaine Forget, una sala de conciertos de 604 asientos.

De junio a septiembre, la academia de jazz, baile y música clásica acoge un festival internacional de música. En algunos domingos de verano, puedes desembarcar del tren por unas horas para disfrutar de un almuerzo musical.

Pasé por decenas de esculturas en mi camino a un concierto de violín a fines de temporada mientras el frescor del otoño llegó desde el río, haciendo que la niebla se mezclara con los árboles de colores otoñales en la propiedad de 150 acres.

Luego volví a bordo una vez más, maravillada de que esta línea de ferrocarril poco conocida resultara ser uno de los mejores viajes en tren de Canadá.

Si vas

EL MEJOR CAMINO PARA LA CIUDAD DE QUEBEC

Desde LAX, Westjet, Air Canada, United, Delta y American ofrecen servicio de conexión (cambio de aviones) a la ciudad de Quebec. Pasaje de ida y vuelta restringido desde $475, incluyendo impuestos y tarifas.

DÓNDE DORMIR

Fairmont Le Château Frontenac, 1 Rue des Carrières, ciudad de Quebec; (800) 257-7544. El icónico hotel de estilo castillo de 1893 se alza sobre el centro de la antigua ciudad de Quebec. Habitación doble desde $380 por noche.

Hôtel Le Germain Québec, 126 Rue Saint-Pierre, Quebec; (888) 833-5253. Hotel boutique elegante en un edificio histórico de 1912. Habitación doble desde $289 por noche con desayuno continental de lujo.

Fairmont Le Manoir Richelieu, 181 Rue Richelieu, La Malbaie; (866) 540-4464. Elegante hotel de estilo castillo de 1929 con vistas al río San Lorenzo. Habitación doble desde $303 por noche.

Le Germain Charlevoix Hôtel & Spa; 50 Rue de la Ferme, Baie-Saint-Paul; (844) 240-4700. Hotel elegante con temática de granja con lofts, estudios y dormitorios. El tren se detiene convenientemente junto al hotel. Habitación doble desde $187 con desayuno continental de lujo.

DÓNDE COMER

Aux Anciens Canadiens, 34 Rue Saint Louis, ciudad de Quebec; (418) 692-1627. Este lugar popular, ubicado en una casa histórica de 1675, ofrece cocina tradicional de Quebec. Cena para dos desde $80.

Le Saint-Pub, 2 Rue Racine, Baie-Saint-Paul, (418) 240-2332. Baie-Saint-Paul. Pub gastronómico relajado con aperitivos caseros en el bar y cervezas artesanales locales. Cena desde $40 por pareja.

Le Diapason, 1 Rue-Sainte Anne, Baie-Saint-Paul; (418) 435-2929. Cocina bistro francesa con productos y vegetales locales. Cena para dos desde $80.

Table et Terroir, 181 Rue Richelieu, La Malbaie; (418) 665-3703. Comidas finas temáticas locales en el Manoir Richelieu. Cena para dos desde $75.

QUÉ HACER

Train de Charlevoix, (418) 240-4124 o (844) 737-3282. Los trenes salen dos o tres veces al día, siete días a la semana desde mediados de junio hasta octubre. La tarifa de adulto desde la ciudad de Quebec a La Malbaie es de $97 por persona. Las paradas deben reservarse con anticipación.

Domaine Forget, 5 rang Saint-Antoine, Saint-Irénée; (418) -452-8111. Festival internacional de música en una academia de música y danza en la zona rural de Saint-Irénée, una de las paradas del tren. Los conciertos tienen lugar de junio a septiembre y cuentan con reconocidos artistas internacionales. Reserve boletos con anticipación. Desde $20 por persona.

Ferry de Isle-aux-Coudres: ferry gratuito de 20 minutos con salidas frecuentes desde Saint-Joseph-de-la-Rive hasta la isla de Isle-aux-Coudres.

Vélo-Coudres, 2926, Chemin des Coudriers, Isle-aux-Coudres; (418) 438-2118. Amplia selección de alquiler de bicicletas de mayo a octubre. Desde $10 por hora, $31 por día.

Suroît Aventures, Isle-aux-Courdes, (418) 600-8368. Remo de pie de embarque, kite-surf y más.

PARA CONOCER MÁS

Turismo de Quebec

Turismo de Charlevoix

Si quiere leer este artículo en inglés, haga clic aquí.

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