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Las imágenes del smog en Nueva Delhi muestran solo una parte de la contaminación en la India

Un ciclista indio es visto en medio de la contaminación en Nueva Delhi.

Un ciclista indio es visto en medio de la contaminación en Nueva Delhi.

(Money Sharma / AFP/Getty Images)
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Este invierno, como todos los inviernos de los últimos años, gran parte del norte de la India se ha visto envuelta en una neblina de smog.

En noviembre, después del festival anual hindú Diwali, durante el cual la quema de petardos es una costumbre, el índice de calidad del aire en Nueva Delhi, la capital, se disparó a 980, casi 20 veces peor de lo que la Organización Mundial de la Salud (OMS) considera seguro para los seres humanos. Esta fue una mejora marginal con respecto al año 2017, cuando los niveles de contaminación habían superado los 1,000.

Un estudio publicado en enero de 2018 por el Instituto Indio de Tecnología de Bombay y el Instituto de Efectos en la Salud, con sede en Estados Unidos, encontró que el 75% de las muertes por contaminación ocurren en áreas rurales.

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En 2017, alrededor de 1.24 millones de muertes en la India se atribuyeron a la contaminación.

Viajeros indios conducen en medio de una pesada niebla a lo largo de una concurrida carretera en Nueva Delhi en diciembre de 2018.

Viajeros indios conducen en medio de una pesada niebla a lo largo de una concurrida carretera en Nueva Delhi en diciembre de 2018.

(avier Galiana / AFP/Getty Images)

Las estadísticas y las fotos de las ciudades cubiertas de aire marrón estimulan periódicamente al gobierno de la India, con una población de 1,3 mil millones de habitantes, a entrar en acción. Los tribunales ambientales aprueban misivas tales como la prohibición de trabajos de construcción y la penalización de contaminantes. Los residentes reaccionan, también, con aquellos que pueden permitirse el lujo de hacerlo apresurándose a comprar purificadores de aire que cuestan más de $150.

La India es una de las economías de más rápido crecimiento del mundo, pero el rápido ritmo de desarrollo ha tenido un costo enorme para la salud. El impacto de la construcción sin control, la débil regulación de la contaminación industrial y la quema de rastrojos de las cosechas por parte de los agricultores ha dado a la India la dudosa distinción de ser el hogar de 14 de las 15 ciudades más contaminadas del mundo, según la Organización Mundial de la Salud.

La incapacidad de la India para frenar el problema contrasta con la vecina China, que una vez tuvo el peor aire del mundo en sus ciudades, pero que en los últimos años ha tomado medidas como la reducción de las centrales eléctricas de carbón altamente contaminantes.

Aunque el smog en Nueva Delhi y otras ciudades recibe la mayor atención, otro problema sustancial es la contaminación del aire interior, que pone en peligro la salud de millones de hogares rurales de la India.

Según estimaciones de la OMS, casi 3,8 millones de los 7 millones de muertes en todo el mundo por exposición a la contaminación se deben al aire interior.

Muchos residentes de las areas rurales, particularmente en el norte, queman leña, carbón o estiércol de vaca para cocinar, a menudo en espacios mal ventilados dentro de las casas. Esto expone a hogares enteros a niveles peligrosos de partículas y contaminantes como el monóxido de carbono.

En diciembre, un informe del Consejo Indio para la Investigación Médica, administrado por el gobierno, culpaba al aire interior de 480,000 de los 1,24 millones de muertes totales por contaminación en la India en 2017.

La magnitud del problema es evidente tan pronto como uno sale de Nueva Delhi y se dirige a la vecina Haryana, un estado en gran parte agrícola.

A 50 millas de la capital de la India, en la aldea de Gehlab, tres mujeres trabajaron en estufas de barro una mañana reciente en un hogar donde viven 15 miembros de una familia extensa.

Sus rostros ocultos detrás de los velos por modestia, las mujeres hacían panes salados calientes conocidos como rotis, alternando trozos de carbón y pequeños palitos para mantener el fuego encendido.

Eran indiferentes a las gruesas columnas de humo que colgaban sobre las estufas.

“Siento un pinchazo en los ojos a menudo y a veces toso, pero no es un problema”, dijo Sudesh Rani, de 31 años, que cocina para su familia de seis personas dos veces al día.

No muy lejos, en una pequeña cocina, había una brillante y poco usada estufa de gas y un nuevo cilindro de gas para cocinar.

En 2016, para animar a los aldeanos a abandonar el uso de biomasa contaminante, el gobierno indio lanzó un programa para proporcionar 50 millones de conexiones subsidiadas de gas para cocinar a los hogares rurales que utilizaban estufas de barro. El programa amplió considerablemente el número de familias que tienen cilindros de gas, pero los informes sugieren que no ha impedido que muchas familias quemen las fuentes tradicionales de combustible.

Muchos dicen que prefieren las estufas de barro, creyendo que el gas cocina más rápido y es más probable que queme la comida. La familia de Rani usaba la estufa de gas solo para calentar agua o leche, dijo.

“La comida cocinada en la estufa de barro sabe mucho mejor”, aseguró Rani.

En la aldea vecina de Bajada Pahari, una mujer de 45 años de edad llamada Shyamvati, que utiliza un solo nombre, cocina en grandes cubas para más de 50 alumnos de la escuela local. El techo de su cocina al aire libre era negro azabache con capas de hollín.

“He estado cocinando de esta manera desde mi infancia y nunca me he enfermado”, dijo.

Cuando el grupo de investigación Inclen Trust International llevó a cabo estudios en la aldea de Shyamvati en 2016, descubrió que los niveles de exposición al monóxido de carbono eran más de tres veces más altos en los hogares que utilizaban solo biomasa para cocinar, en comparación con los que utilizaban gas.

Kirk Smith, un profesor de UC Berkeley que ha estudiado la contaminación atmosférica en la India, dijo que los responsables políticos no han enmarcado correctamente el problema de la contaminación, porque entre el 24% y el 52% de la contaminación exterior proviene del aire de los hogares.

“La lección es que la India no puede tener aire limpio al aire libre si la mayoría de la gente está usando combustible impuro”, indicó Smith.

Esta brecha en la política era evidente en el Programa Nacional de Gestión de la Calidad del Aire de la India, que hasta hace poco no mencionaba las zonas rurales. En su último Programa Nacional de Aire Limpio, publicado en enero, el gobierno reconoció que las áreas rurales han sido descuidadas y propuso extender el programa de cilindros de gas a muchos más pueblos y aldeas.

También pidió que se establecieran 75 estaciones de vigilancia de la calidad del aire en las zonas rurales y fijó directrices para el diseño de los edificios, como el aumento de la ventilación.

Los médicos, por su parte, advierten que la carga de morbilidad de la contaminación atmosférica no se limita a las enfermedades respiratorias. El informe del consejo de investigación médica encontró evidencia de que la contaminación del aire también era un factor sustancial en las enfermedades cardiovasculares y la diabetes.

Ajay Sisodia, un médico del centro de salud comunitario de propiedad del gobierno que atiende a las dos aldeas de Haryana, dijo que entre 70 y 80 pacientes visitan cada día quejándose de problemas respiratorios. Aunque algunos son casos estacionales a corto plazo, el impacto del aire interior es claro, aseguró.

“La tos estacional puede volverse crónica o convertirse en afecciones asmáticas debido a la exposición prolongada a las estufas de biomasa”, señaló Sisodia.

Masih es una corresponsal especial.

Para leer este artículo en inglés, haga clic aquí.

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