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Siguen los escándalos, pero aún no ruedan cabezas en la USC

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Así que, aquí estamos de nuevo, con otra buena razón para señalar que la palabra “scandal” (escándalo, en español), por coincidencia, comienza con las letras SC.

Necesita un registro de los hechos, ¿verdad?

Olvidémonos de los fiascos del departamento atlético de la USC en los últimos años y vayamos con los recientes Tres Grandes acontecimientos.

El gran recaudador de fondos de la universidad y decano de la escuela de medicina con problemas de drogas, entre otros, y cómo logró mantener su trabajo a pesar de las quejas sobre su conducta imprudente.

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El incomprensible reemplazo de la USC del decano por alguien que la universidad había disciplinado previamente por acoso sexual.

Y ahora, el ginecólogo que permaneció en el trabajo durante años a pesar de las quejas de mala conducta sexual en el tratamiento de múltiples estudiantes, seis de las cuales ahora han presentado demandas a raíz de las últimas noticias.

Si hay algo más impactante que esta serie de exposiciones por parte de un equipo de investigadores de L.A. Times, es la respuesta del martes del cuerpo directivo de la USC: la junta directiva.

El presidente del consejo, John Mork, emitió un comunicado donde dijo que los directivos están “preocupados por los informes alarmantes”, pero aun así apoyan al presidente de la USC, C. L. Max Nikias.

“El comité ejecutivo de la junta tiene plena confianza en el liderazgo, la ética y los valores del presidente Nikias, y está seguro de que dirigirá con éxito nuestra comunidad”, indicó la declaración.

Ello plantea dos preguntas:

Primero, ¿quiénes son estas personas?

En segundo lugar, ¿qué tiene que hacer Nikias para ser despedido?

Respecto del primer punto, la junta directiva está conformada por 59 personas, y si todas y cada una de ellas tiene “plena confianza” en Nikias, tal vez sea hora de retirar a algunas. ¿Es que nada les sorprende?

Coloquen a algunos estudiantes en la junta, a algunos docentes, a algunos empleados de la universidad, porque he tenido noticias de algunos de ellos en los últimos dos años y no tienen “plena confianza” en nadie que ocupe un puesto de liderazgo en la USC.

Alrededor de 200 miembros del profesorado ahora firmaron una petición para exigir la renuncia de Nikias.

“Creo que el patrón es lo más inquietante... el patrón de no tomar estos asuntos en serio hasta que se convierten en responsabilidad pública para la universidad”, me dijo el martes el profesor Joshua Goldstein de la USC, quien firmó la carta pidiendo la dimisión del presidente.

Mientras tanto, más de 2,000 personas hicieron lo mismo en una petición que afirma que, durante el mandato de Nikias, “los encubrimientos han arruinado la reputación de la USC e impedido un cambio real en el campus para mantener seguros a los estudiantes”.

“Como exalumno”, escribió un firmante de documento, la semana pasada, “estoy harto de la continua falta de responsabilidad y compromiso de la USC con la seguridad y el bienestar de sus estudiantes”.

La palabra “responsabilidad” surge mucho en las quejas, y por buenas razones.

Nikias afirmó que los escándalos no llegaron a sus oídos hasta que estaban ya muy en marcha. Incluso si ello fuese verdad, ¿qué dice su ignorancia acerca de su liderazgo?

Si se necesita que un periódico se ponga a fisgonear para hacer lo correcto, tal vez es hora de considerar otra línea de trabajo. ¿Cómo se puede continuar cuando 200 de tus profesores ponen sus nombres en un voto de ‘no confianza’, en el que expresan su “indignación y desilusión” por tus fallas?

No solo hablamos de habilidades de liderazgo, también de valores. Como señaló la carta de denuncia de los docentes en el caso del ginecólogo de la USC, George Tyndall, quien negó todo mal proceder: “Numerosos estudiantes y personal de enfermería informaron la mala conducta del Dr. Tyndall entre 2000 y 2014; sin embargo, el Dr. Tyndall fue suspendido recién en 2016... Después de concluir que los cargos eran ciertos, la universidad le permitió renunciar silenciosamente. Al no notificar a la Junta Médica estatal, la policía o las pacientes, la universidad permitió que el Dr. Tyndall mantuviera su licencia médica, que siguiera aprovechándose de las mujeres... y escapara de las consecuencias de su abuso. El presidente Nikias escribió que “en retrospectiva”, fue un error no notificar a la junta”.

En medio del escándalo que involucró al decano de la facultad de medicina el año pasado, una fuente me dijo que el problema no era Nikias, sino la arcaica estructura de gobierno de la USC. Y esta semana, Nikias lanzó un plan de 20 páginas preparado a petición de los directivos, donde pide un nuevo código de ética y una comisión para mejorar la cultura del campus.

Pero, ¿qué significa eso, y por qué la lentitud?

El profesor Paul Rosenbloom, que trabajó en el grupo especial que elaboró el plan de reforma, me dijo el martes que la USC tiene un “sistema federado”, que ha creado mucha autonomía entre las unidades individuales, y “una cultura en la que estas han tratado de mantener los problemas en reserva tanto como sea posible”.

Rosenbloom cree que ha habido “bastantes errores de juicio” por parte de los administradores, pero está dispuesto, por ahora, a darle tiempo a Nikias para implementar las reformas. “Nada de lo que he visto me lleva a creer que hay mal proceder en los niveles más altos de la universidad”, afirmó.

Con todo respeto, no entiendo cómo la USC puede contar con algunas de las mejores mentes en el ámbito académico y dejar a otras escuelas muy atrás cuando se trata de recaudar fondos -cumpliendo metas multimillonarias antes de lo previsto-, pero la jerarquía troyana es inepta cuando se trata de descubrir cómo gobernarse a sí misma y brindar una responsabilidad básica y protección estudiantil.

“Si noticias como esta hubieran surgido en una empresa privada, o en otro tipo de corporación, el presidente habría renunciado hace un año”, expuso Ariela Gross, codirectora del Centro de Derecho, Historia y Cultura de la USC. “Es impactante que todavía estemos hablando de este problema estructural. Se trata de no asumir la responsabilidad, de no lidiar con los malhechores”, continuó Gross. “Se trata de liderazgo moral, y esta administración ha perdido la confianza del cuerpo docente principal porque no tienen ese liderazgo moral”.

Solo tengo dos palabras para agregar: sigan luchando.

Si quiere leer este artículo en inglés, haga clic aquí:

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