Anuncio

Tenacidad sin límite a los 62 años: ‘No tengo papeles, pero me estoy superando’

Share

El cabello canoso y el paso de los años no han hecho mella en María Padilla; una amplia sonrisa y sentido del humor la acompañan cada día, cualidades que junto a un espíritu indomable, a su edad, le da la fortaleza de una joven y un deseo de superación que la impulsa a luchar por más metas.

“Siempre he sido muy luchona”, se define a sí misma; esta mujer de 62 años es oriunda de Michoacán, México. En su natal Sahuayo vendía pollo fresco, galletas, jugos y panes, pero nunca ha visto límites en su camino, aprendiendo a imponerse a las adversidades.

Desde una corta edad, antes de cumplir los 10 años, aprendió a tejer. En su casa, en la ciudad de Montebello, tiene cajas completas con aretes, gorras y bolsas elaboradas por sus manos, también sabe hacer ponchos, blusas y biquinis, productos que sale a vender para ganarse la vida.

Anuncio

Siempre he sido luchona(...). Ahorita todavía no termino computación, pero ya sé que voy a estudiar después”.

— MARÍA PADILLA, inmigrante de Michoacán.

“Solo veo algo y yo lo hago”, aseguró, mientras muestra las mercancías que borda mientras cuida a su nieto Miguel Ángel Osegueda, de 20 años de edad, quien padece de un daño cerebral. “Si no tengo nada que hacer tejo hasta por cinco horas, es un pasatiempo y también te da dinero”.

Mientras muchas personas, sin todavía llegar a la edad de Padilla, están pensando en el retiro, esta inmigrante ha encontrado su fuente de la juventud en el aprendizaje.

Al llegar a Los Ángeles, en 1993, tenía 40 años y se dedicó a las ventas. Un día le dio por tomar un curso de repostería, clases que tomó en el East Los Angeles Occupational Center. “Mientras más aprendes, más uno quiere aprender”, señaló al mostrar el diploma que obtuvo en el 2009.

En el 2010, cuando su nieto estaba por ingresar al noveno grado, mientras jugaba basquetbol tuvo un ataque al corazón. A pesar de que habían maestros a su alrededor, nadie le dio primeros auxilios. Los segundos que se tardaron en darle atención le causaron daños irreversible.

“No se puede dejar solo”, explicó, detallando que tanto su hija como ella se encargan de cuidarlo. Esta experiencia la impulsó a estudiar un curso para dar servicio de apoyo en casa, capacitándose en atención de emergencias como la que Miguel Ángel necesitó, pero nadio se la ofreció.

Esa sed por el conocimiento parece que ha sido innata. Cuando cursaba la secundaria, en su lugar de origen, vio como se le dificultó tomar un taller de mecanografía. Desde entonces han pasado más de cuatro décadas.

En el 2015, no obstante, se inscribió en una clase de computación, impartida por el Colegio Comunitario de Los Ángeles, en la que finalmente aprendió a introducir caracteres y a utilizar el internet.

“Ahorita todavía no termino computación, pero ya sé que voy a estudiar después”, indicó, advirtiendo que tiene una cuenta en Facebook y también ha creado su correo electrónico.

Con todo lo que ha aprendido, Padilla se ha dado cuenta que casi todas las habilidades dependen de sus manos.

“Mis amigas me dicen que debería asegurar mis manos”, dice entre risas.
“¿Con qué lo pago?”, reflexiona.

Padilla considera que no tiene “ manos de señorita”, porque cree que son gruesas, “pero no sé qué haría si me faltaran”, admitió.

En la actualidad, intercala sus clases y el cuidado de su nieto con los bordados, cuyos ingresos son limitados. Las bolsas que teje las vende en precios variados, desde los 8 hasta los 35 dólares; un biquini en 60, un traje de baño en 80, una gorra en 12 y un poncho en 40.

“Sé que es un arte, pero no cobramos el tiempo que invertimos; si le dedicas tres o más horas, la gente no te lo paga”, aseguró la michoacana. “Lo hago porque me gusta; me sirve de terapia y también es un modo de vivir”.

Entretanto, indica que el próximo curso será para estudiar inglés.

“No tengo papeles, pero me estoy superando”, señaló enfatizando que cuando se quiere se pueden encontrar oportunidades. “Si aprenden algo van a estar entretenidos; estudien y aprendan cualquier cosa, para que se superen y sean algo”, concluyó.

Anuncio