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Se inspiró en sus padres al verlos trabajar en fábricas, ahora Johana Hernández llega a Beverly Hills

Johana Hernández, de 33 años, incursionó en esta industria a la edad de 19 años. Ahora cuenta con dos tiendas, una en Downey y la nueva en Beverly Hills.
(Soudi Jiménez/Los Angeles Times en Español)
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Lo que las celebridades visten en sus eventos de gala lo buscan en Beverly Hills; y aunque desde hace varios años los famosos latinos solicitan más los diseños originales de Johana Hernández, ahora con su segunda tienda en la capital de la moda, esta joven de raíces salvadoreñas quiere dar un salto global.

En esta zona exclusiva se encuentran las tiendas Prada, Gucci, Valentino, Armani, Dior, Cartier y Louis Vuitton. Y desde principios de noviembre, también está GLAUDI By Johana Hernández.

“Soy la diseñadora de vestidos de novia más joven de Beverly Hills”, manifiesta la emprendedora, de 33 años, que todavía no se cree lo que está viviendo, a pocos días de la apertura oficial al público que hará este fin de semana en el 9608 Brighton Way. “Todavía siento que es como un sueño”, asegura.

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Hernández ha quemado etapas de forma precoz. A pesar de su juventud, lleva 14 años con un lapiz, hojas de papel y una cinta métrica creando diseños. Al principio, fue empleada para otras compañías, pero al darse cuenta de su habilidad se unió a sus hermanos para lanzarse por un negocio propio.

“Desde que empecé en la moda yo dije: ‘Me encataría abrir una tienda en Beverly Hills’”, reveló.

Johana Hernández muestra los vestidos de novias de su colección que desde principios de noviembre se encuentran en su tienda ubicada en Beverly Hills.
(Soudi Jiménez/Los Angeles Times en Español)

Este logro es el fruto de la perseverancia y de ver oportunidades en medio de las dificultades. Los padres de esta emprendedora llegaron de El Salvador a principios de 1980. Salieron huyendo del conflicto civil de esa nación. Aquí en Los Ángeles tuvieron tres hijos, Johana es la segunda y la única mujer.

Siendo ella muy pequeña, su familia se radicó en la ciudad de Compton. Ahí tuvieron que lidiar con otro tipo de violencia, como los problemas de pandillas.

“Eso no es algo que yo elegí, es algo que mis papás podían tener en ese momento”, relató.

A pesar de las dificultades, lo que Johana y sus dos hermanos aprendieron fue la laboriosidad, al observar lo que realizaban sus padres por sacarlos adelante.

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Sus progenitores eran empleados de fábricas de ropa en Lynwood, en donde producían prendas para Guess, Calvin Klein y Gap. Sin embargo, por las noches su padre complementaba sus ingresos repartiendo periódicos y su madre hacía malabares vendiendo productos de la compañía Avon.

Los fines de semana, como ellos no tenían para pagar una guardería, Johana se iba con sus padres a la fábrica.

“Yo era muy metiche, preguntaba muchas cosas”, recordó sobre esa experiencia que fue marcando su camino. “Yo aprendí, me dejaban coser cosas, yo quería hacer algo, desde pequeña estaba en la costura sin saber”.

Mientras va desmenusando su vida, gira su cabeza hacia la pared, decorada con piedras y en donde se lee con letras blancas el nombre de su marca, para señalar una fotografía de Águeda López, modelo y bailarina, que en la actualidad es una de las figuras que promueve su negocio.

Pero igual, en este momento están colaborando con ella la cantante española Natalia Jiménez y la mexicana Frida Sofía, hija de la cantante Alejandra Guzmán.

“He diseñado para la princesa de Grecia”, relata Hernández, solo por mencionar una de sus clientas célebres.

Y es que a juicio de esta emprendedora todo ha llegado natural y lo que Johana ha hecho es entrar por las puertas que se han abierto.

“Yo nunca pensé que iba a ser diseñadora”, afirma.

Cuando tenía tan solo ocho años, incursionó por primera vez en los negocios. Su primer trabajo fue vender dulces mexicanos en la escuela. A la semana, generaba un promedio de $100 para ayudar a sus padres. Sin embargo, las autoridades escolares la censuraron porque afectaba las ventas del plantel.

“Los niños estaban comiendo mis dulces”, asegura entre risas sobre su habilidad para vender. “Creo que tenía una mente muy madura”, agrega.

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Varios años después, cuando fue a una entrevista para una pasantía, resultó que con tan solo 19 años la terminaron contratando como diseñadora.

“Yo entendía lo que es coser. Entendía lo que es mezclilla y la moda”, reflexiona.

Después de seis años en la industria, lanzó su propia colección, eso fue en el 2011. Y su primera tienda la abrió en Downey en el 2016, ciudad en la que vive después de moverse de Compton.

Desde un principio, las celebridades creyeron en ella. A través de amigos, llegó a Christian Chávez, exintegrante de RBD; a la actriz Gina Rodríguez y al cantante Beto Cuevas, quienes fueron los primeros que la apoyaron cuando lanzó la colección GLAUDI, la cual dedica a su madre cuyo nombre es Gladis.

Luego llegaron artistas como Paulina Rubio, Gloria Trevi y Lucero, por mencionar a algunas celebridades latinas.

“Si yo lo puedo hacer, muchas personas lo pueden hacer”, señala Hernández, quien se graduó del Fashion Institute of Design & Merchandising (FIDM).

La empresaria plantea que la preparación y tener claros los objetivos es clave, detallando que en la actualidad cuenta con alrededor de 20 empleados en las dos tiendas y en un taller en Turquía.

“La vida es diferente cuando eres un emprendedor”, afirma la joven, asegurando que diseña cuando se encuentra en un aeropuerto o mientras espera a que la atiendan en un restaurante. “Cuando tus amigos van a las fiestas, tu no vas a poder ir, porque tienes que hacer órdenes, tienes que trabajar”.

“Por eso es importante hacer algo que te apasiona, algo que puedas hacer por toda tu vida”, agrega.

La vida es diferente cuando eres un emprendedor. Cuando tus amigos van a las fiestas, tu no vas a poder ir, porque tienes que hacer órdenes, tienes que trabajar. Por eso es importante hacer algo que te apasiona, algo que puedas hacer por toda tu vida

— Johana Hernández, diseñadora

Para quienes aspiran a tener un negocio, Hernández advierte que no necesitan comenzar por un local grande. Ella, por ejemplo, empezó en su casa y utilizaba su salario como empleada para invirtirlo en su negocio.

“Lo más importante es no tener miedo y empezar en donde estás, porque hay muchas personas que tienen ideas, (pero) no se enfocan y nunca hacen ninguna”, apunta.

Su meta a mediano plazo, afirma Hernández, es que la tienda en Beverly Hills le sirva de plataforma para luego establecer locales en Nueva York, París o Londres.

Los padres de Johana Hernández emigraron de El Salvador a principios de la década de 1980. Para sobresalir, ellos trabajaron en la costura, un oficio que ahora ella está llevando a otro nivel.
(Soudi Jiménez/Los Angeles Times en Español)

Sin embargo, lo que resta de esta semana está ocupada en la inauguración oficial que tendrá el sábado 7 y el domingo 8 de diciembre, en donde tendrá tiempo para saludar y compartir con las clientas que visiten esa zona exclusiva, en donde espera que lleguen más emprendedores latinos.

“Espero que se abran puertas para muchos más”, concluyó.

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