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CORONAVIRUS: La comunidad de AA pide: ‘Incluso si no puedes asistir a las reuniones de los 12 pasos, mantente en contacto’

Una reunión de Alcohólicos Anónimos.
(John van Hasselt/Getty Images)
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Era hora del codiciado reconocimiento de sobriedad, por lo que Grace se puso un par de guantes de plástico y mantuvo un poco de distancia mientras repartía medallas a los miembros que habían pasado 30, 60 y 90 días sin beber.

Normalmente, ella abraza a las personas reunidas aquí en esta iglesia del lado oeste, pero el jueves les ofreció una pequeña reverencia de namasté.

Así es como se vive una reunión de Alcohólicos Anónimos durante una pandemia.

“La AA no puede cerrar totalmente sus puertas”, señaló Grace, una profesora de yoga de 49 años, que pidió ser identificada por su segundo nombre para respetar el compromiso de anonimato del grupo. “No sabemos cuándo alguien va a caer en desesperación”.

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Comenzó a venir a los ‘rooms’, como llama a las reuniones, hace dos décadas y ahora trata de asistir a dos o tres juntas a la semana, una pequeña muestra de los más de 350 grupos que se reúnen todos los días en Los Ángeles.

Le restauraron la vida, aseguró, y no puede evitar pensar en otros como ella, que en este mismo momento estaban considerando si tenían el coraje de asistir a su primera reunión. ¿Qué pasa si, como Italia, nos dirigimos hacia el aislamiento?

Estas fueron las preguntas que pasaron por la mente de muchos en la comunidad de recuperación esta semana. A medida que las palabras “Cancelar todo” comenzaron a aparecer en Twitter y la gente bromeó en línea sobre cómo planeaban ponerse en cuarentena con tres botellas de tequila, algunas personas se preguntaron qué pasaría con las reuniones de 12 pasos en las que confían.

¿Qué pasa con las personas que están comprensiblemente aterradas y tentadas a beber o tomar algunas pastillas? ¿Cómo es exactamente el mandato de “practicar el distanciamiento social” para la gente que conoce tan íntimamente los peligros del aislamiento?

“Confiamos en la comunidad”, dijo Rick Manelius, miembro activo de un programa de 12 pasos. “Es muy difícil para la gente atemorizarse”.

Para Manelius, de 39 años, que vive en Colorado y trabaja como director de tecnología, las preguntas comenzaron a dar vueltas en su mente el viernes pasado hacia el final de su reunión semanal. Es el miembro más joven por una década, apuntó, y se dio cuenta de que en lugar de entrelazar las manos con las personas a su lado durante una oración al final de la reunión, algunos miembros decidieron juntar sus propias manos.

Comenzó a pensar en todas las otras reuniones como esta que hay en el país y cómo, a veces por diseño, tienden poco a la tecnología. Una iglesia, sillas en círculo, café. Una sala donde la gente puede entrar y encontrar a su comunidad.

En los próximos días, si llegan las cuarentenas, dijo Manelius, espera que la gente recurra a plataformas en línea como Zoom para mantener reuniones a través de video chat o tal vez descargar un episodio del podcast The Recovery Show para escucharlo cuando se sientan solas. Aún así, le preocupan las personas mayores, que podrían no estar tan familiarizadas con la tecnología y que corren el mayor riesgo de morir por COVID-19.

“A nuestras personas mayores se les está dando una dosis extra de miedo y ansiedad”, señaló, y para mucha gente estas reuniones son como terapia gratuita. “No quieres ayudar a propagar este contagio con una alta tasa de mortalidad, pero al mismo tiempo, es como si tu salud mental y emocional estuviera en juego”.

También ha estado pensando en las personas que se encuentran en las primeras etapas de recuperación. Explicó que existe el concepto ‘90 en 90’, en el que, al principio, los individuos a menudo intentan asistir a una reunión por día para establecer nuevos hábitos. Si avanzamos hacia las cuarentenas obligatorias, teme, eso creará otra barrera para los novatos.

“Cualquiera que esté en el tren de recuperación sabe que surge la segunda resistencia, es como, ‘Bien, puedo omitirla’”, expuso Manelius, alentando a cualquiera que aún no tenga un patrocinador a obtener uno tan pronto como sea posible y verificar con ellos a menudo por teléfono.

De vuelta en Los Ángeles, esta semana se sintió como un punto de inflexión.

Antes de eso, se podían ver signos de preocupación en la cara de la cajera embarazada en Vons que contuvo el aliento cuando escuchó a un cliente estornudar o de la madre enojada cuyo bebé había agarrado el poste de metal en el Metro.

Pero ahora, las señales estaban en casi todas partes: tráfico ligero, vaciaron los estantes de termómetros, un tweet que decía que la Oficina Central de Alcohólicos Anónimos de Los Ángeles les había dicho a los miembros que no se tomaran de las manos.

Una mujer que contestó el teléfono en la Oficina Central de Los Ángeles esta semana explicó que eso simplemente no era cierto: cada grupo es autónomo, enfatizó, y libre para tomar sus propias decisiones. Pero los miembros habían estado llamando para informarse sobre el coronavirus, reveló, y había comenzado a dirigirlos al sitio nacional de Alcohólicos Anónimos.

Algunos grupos habían comenzado a discutir las precauciones, decía el memo, como evitar los apretones de manos y reducir el servicio de bocadillos. Otros comenzaron a crear planes de contingencia en caso de que no puedan reunirse en persona, según el memorando, como el intercambio de números de teléfono, correos electrónicos y cuentas de redes sociales para que los miembros puedan registrarse entre ellos.

El documento también dirigió a los miembros a www.aa-intergroup.org, un directorio de reuniones virtuales en diferentes zonas de horario, que se llevan a cabo por teléfono, correo electrónico, videoconferencia y salas de chat las 24 horas del día.

Hay docenas y docenas de diferentes grupos.

Para los hispanohablantes en las zonas rurales, está el Grupo Universal de AA, que lleva a cabo reuniones de voz a través de Skype, y para los que tienen problemas de audición, está el miércoles Text Chat, que lleva a cabo reuniones a través de Zoom. Existe el grupo para los miembros de la comunidad LGBTQ, otro de recuperación espiritual para agnósticos y librepensadores, e incluso Stogies sobrios para las personas que se mantienen alejadas del alcohol pero que aún adoran un buen puro.

Para Grace, la profesora de yoga, fue reconfortante ver a otros comenzar a ejercitar una lluvia de ideas y prepararse. Ella había estado siguiendo de cerca el camino del coronavirus desde enero, manteniéndose en contacto con una amiga que trabaja como enfermera de la sala de emergencias en Seattle.

“Están realmente atados”, dijo Grace.

Ella había comenzado a sentirse un poco desconcertada, reconoció, mientras leía historias de horror de Italia y luego miraba a su alrededor en Los Ángeles y veía a la mayoría de las personas actuando de manera descortés. Bueno, es eso, pensó ella, o comportarse como si Armagedón ya se hubiera instalado y necesitaran saquear inmediatamente la tienda Trader Joe’s.

No parecía haber mucho en el medio.

Entonces, durante su reunión de Alcohólicos Anónimos el jueves, Grace dijo que decidió hacer una demostración de las mayores precauciones. Después de ponerse los guantes, le dio a cada miembro que recibió un chip de sobriedad, un obsequio adicional: una toallita antibacteriana. “Estamos viviendo tiempos interesantes”, le comentó al grupo, que era aproximadamente la mitad del tamaño habitual.

Grace también ha estado pensando mucho en los recién llegados a la recuperación y en cómo estos próximos días podrían ser tan frágiles para ellos. Pensó en las semanas antes de que finalmente fuera a su primera reunión -cuando estaba convencida de que era la única.

“Te sientes como si estuvieras sediento en un desierto”, dijo, “y este oasis llega, y dices: ‘Oh, no soy la única’”.

Estos son tiempos estresantes y desconcertantes, y el miedo puede ser un gran desencadenante para los adictos. Para algunos, reconoció Grace, este será un punto de quiebre y, por esa razón, confía en que algunas reuniones permanecerán abiertas. Pero también tiene la esperanza de que los miembros se adaptarán aumentando la frecuencia de sus conversaciones grupales de texto u organizando reuniones en Google Hangouts.

En muchos sentidos, señaló, la comunidad de recuperación está mejor preparada para este momento que casi nadie.

“Nos enseñaron resiliencia”, apuntó. “Se nos enseña que hay un camino y que lo resolvemos un día a la vez, paso a paso”.

La gente en recuperación también tiene mucha práctica canalizando sus miedos y enojo al servicio, subrayó. Si tiene dos días de sobriedad, dice el mantra, puede ayudar a la persona que tiene un día, y si tiene un día, puede ayudar a quien tiene un minuto.

En este momento, indicó, el mundo podría usar otro mensaje que su comunidad conoce bien.

Nos apoyamos unos a otros para sobrevivir.

Para leer esta nota en inglés haga clic aquí

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