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Las familias miran impotentes mientras el coronavirus golpea los hogares de ancianos e infecta a sus seres queridos

The Kensington, an assisted living residence in Redondo Beach
El Kensington en Redondo Beach es una de las 11 instalaciones de hogares de ancianos en el condado de Los Ángeles con casos de coronavirus.
(Jay L. Clendenin / Los Angeles Times)
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La mente de Olivia Labrador comenzó a acelerarse la semana pasada después de recibir una llamada del centro de rehabilitación Garden Crest de Silver Lake, el hogar de ancianos de su padre de 89 años, informándole que un paciente en el centro había dado positivo por el coronavirus.

“Oh, Dios mío”, pensó Labrador, imaginándose pacientes que había visto con máquinas de respiración en el pasado. “¿Qué les va a pasar a todos?”.

La familia de Labrador consideró sus opciones. Podrían llevar a su padre a casa, pero les preocupaba que él ya hubiera estado expuesto al virus que causa el COVID-19, lo que pondría en riesgo a otros familiares vulnerables.

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Cuando algunos expertos aconsejan sacar a sus seres queridos de los hogares de ancianos para salvarlos de la pandemia, Labrador y su familia enfrentaron un terrible dilema, uno que habría parecido inimaginable hace un mes. Pero están lejos de estar solos.

En todo el país, se están produciendo brotes en hogares de ancianos a una velocidad aterradora, lo que lleva a los administradores a prohibir las visitas, confinar a los pacientes a sus habitaciones y luchar para crear espacios estériles y tratar en ellos a los residentes que contraen la enfermedad. Lo que está en juego es literalmente la vida y la muerte, ya que los residentes, que son ancianos y casi siempre tienen problemas de salud subyacentes, se encuentran entre los más vulnerables al nuevo patógeno letal.

Cientos de centros de atención a largo plazo de EE.UU ahora tienen residentes infectados con el virus. Sólo el martes, los funcionarios de salud en el estado de Washington informaron 108 brotes en centros de atención a largo plazo. Y en un sólo hogar de ancianos en Tennessee, más de 100 residentes dieron positivo.

En Connecticut, los funcionarios estatales están reabriendo instalaciones previamente cerradas para crear hogares de ancianos separados sólo para residentes que son positivos para el COVID-19, como las colonias de leprosos de hoy en día. La “precaución extrema” está garantizada, según los funcionarios de Connecticut, porque los resultados pueden ser catastróficos cuando el virus se libera entre una población tan vulnerable.

Uno de los primeros puntos críticos de coronavirus en EE.UU fue en el hogar de ancianos Life Care Center en Kirkland, Washington, donde dos tercios de los residentes y 47 trabajadores enfermaron y 37 personas murieron.

La preocupante tendencia nacional también se está acelerando en el Sur de California.

El lunes, los funcionarios de salud del condado de Los Ángeles anunciaron que Garden Crest se encontraba entre los 11 hogares de ancianos del área con brotes, lo que significa que se habían confirmado tres o más casos de residentes o personal en el centro.

Eso fue casi el cuádruple del número de brotes que los funcionarios del Condado anunciaron el viernes.

El Departamento de Salud Pública del Condado también está investigando informes de al menos una sospecha de infección por coronavirus en nueve moradas de ancianos adicionales. De las 54 muertes del Condado por coronavirus, al menos seis han sido residentes de hogares de ancianos.

La madre de Debbie Alexander, de 74 años, está en Kensington en Redondo Beach, otra de las instalaciones del condado de Los Ángeles que lucha contra un brote.

Cuando Alexander escuchó sobre el primer caso de los administradores, consideró sacar a su madre, pero no había ningún lugar disponible para moverla que fuera necesariamente más seguro.

Alexander, que todavía asiste a su trabajo en un laboratorio de investigación en un hospital de San Diego, teme que pueda infectar a su madre si vivieran juntas.

Aunque está nerviosa, dijo Alexander, se siente satisfecha con las medidas que los administradores de Kensington están tomando para tratar de controlar el brote. No permiten la entrada de visitantes, y los residentes se encuentran en su mayoría confinados a sus habitaciones. Las temperaturas de los residentes se toman dos veces al día. Y los administradores envían una actualización diaria por correo electrónico.

“Obviamente, estoy preocupada por mamá. Ella es de muy alto riesgo. Pero creo que están haciendo todo lo que pueden”, consideró Alexander.

Len Maisch, de 84 años, dijo que se mudó a Kensington hace unas cinco semanas para cuidar a su esposa Joann, de 71 años, a quien le diagnosticaron una enfermedad cerebral mortal y degenerativa. Vendieron su casa de Hermosa Beach, un lugar querido con árboles cítricos, cuando Joann ya no podía usar las escaleras.

“Cuando tienes a alguien que realmente amas, intentas no dejarlo solo en una instalación”, manifestó Maisch. “Es una flor hermosa y se está marchitando, así que todo lo que puedes hacer es darle amor... no puedo amarla lo suficiente. No puedo besarla lo suficiente”.

Ahora, con el coronavirus esparciéndose, la instalación está esencialmente cerrada, dijo Maisch. Pero él y su perro, Sophie, todavía pueden salir al patio. Todas las mañanas a las 6:00 a.m. da un paseo con el perro, luego entra a leer periódicos: el Times, Wall Street Journal y Boston Globe, entre otros.

Maisch señaló que parte del personal de la instalación se ha ido desde el brote, lo que él entiende. Le dijeron que una persona dio positivo y otras cinco fueron removidas por preocupaciones relacionadas con el brote. Pero en general, dijo, se siente seguro.

“Entiendo lo que está pasando, y comprendo que están haciendo todo lo que pueden”, manifestó. “Me siento cómodo de que han hecho un buen trabajo”.

Los funcionarios de Kensington se negaron a especificar cuántos residentes o personal dieron positivo, o si algún residente murió por el COVID-19.

Las familias con seres queridos en hogares de ancianos deberían considerar sacarlos si es posible cuidarlos en casa, dijo Charlene Harrington, profesora emérita de la Escuela de Enfermería de la Universidad de California en San Francisco.

“El riesgo de exposición es tan abrumador”, señaló Harrington, quien estudió hogares de ancianos desde la década de 1980. “Es una preocupación terrible”.

Incluso antes del brote reciente, dijo Harrington, había condiciones menos que ideales en muchas instalaciones en todo el estado. Gran parte del trabajo es realizado por auxiliares de enfermería certificados, que tienen capacitación limitada en control de infecciones y reciben un salario mínimo, expuso.

Para llegar a fin de mes, los trabajadores a menudo organizan turnos en dos o tres instalaciones y trabajan incluso cuando no se sienten bien.

“No tienen licencia por enfermedad; no cuentan con seguro de salud “, precisó. “Van a ir a trabajar”.

También preocupa a los administradores y médicos de hogares de ancianos la orientación de los reguladores federales y algunos reguladores estatales para aceptar nuevos residentes y aquellos que regresan de los hospitales sin pruebas de que están libres de virus.

Los hospitales en Nueva York están tan llenos que los reguladores ordenaron que los hogares de ancianos reciban pacientes dados de alta incluso si son COVID-19 positivos.

Esos hogares de ancianos “harán lo mejor que puedan, tratarán de contenerlo, pero la gente se quedará sin [equipo de protección], los cuidadores se enfermarán y la gente morirá”, consideró David A. Nace, jefe clínico de medicina geriátrica para el Departamento de Medicina de la Universidad de Pittsburgh. “Nueva York habrá matado gente. No hay forma de suavizar esa afirmación. Es una población tan vulnerable”.

El Dr. Michael Wasserman, geriatra por más de 30 años y presidente de la California Assn. of Long Term Care Medicine, está presionando a los reguladores de California para que no sigan una política similar.

“Si un hospital cree que va a salvar vidas al enviar a una persona de 90 años a un hogar de ancianos para que pueda usar un ventilador alguien de 20 años, tienen razón, salvarán una vida. Pero en tres semanas recibirán a 30 pacientes del hogar de ancianos”, expuso Wasserman.

La orientación actual del Departamento de Salud Pública de California aconseja a los hogares de ancianos que estén preparados para aceptar pacientes con coronavirus de los hospitales y recomienda que los pongan en cuarentena y se aseguren de que los miembros del personal tengan acceso a equipo de protección, que ha sido escaso en todas partes.

Incluso con todas las preocupaciones, algunos de los miembros de la familia mejor informados están tomando la difícil decisión de dejar a sus seres queridos donde están, con la esperanza de salir de la crisis.

Peter Beilenson, director de salud del condado de Sacramento, se encuentra entre ellos. Dijo que cree que la mayoría de los hogares de ancianos en el estado están haciendo todo lo posible en circunstancias extremas.

Hace unos días, pasó por las instalaciones de vida asistida de su madre, pero no pudo tocarla.

“Me quedé afuera y le dejé algunos paquetes, pero no se me permitió entrar”, dijo Beilenson. “Fuimos a la ventana y juntamos nuestras manos”.

En un comunicado de prensa el martes, Paul Barron, administrador de Garden Crest, reconoció que al menos un residente había dado positivo. No dijo cuántos otros tenían.

Labrador sabe de al menos dos. Después de la primera llamada la semana pasada para informarle a su familia que un residente había dado positivo, unos días después recibió otra llamada con terribles noticias: su papá también había dado positivo.

Ella y sus hermanos ya no pueden visitarlo, y es difícil comunicarse por teléfono, aseguró, porque tiene demencia. Se las arreglan para comunicarse por FaceTime con él cada dos días más o menos.

“Es terrible”, dijo, y agregó que, “hasta hoy, no ha mostrado ningún síntoma. ¿Y si se enferma más? ¿Qué vamos a hacer?”

Por ahora, ella y sus hermanos están tomando las cosas un día a la vez. Esperan, rezan e imaginan maneras de llegar a su afligido padre.

“Si tengo que conseguir un traje de materiales peligrosos para ver a mi papá”, dijo Labrador, “eso es lo que haré”.

Para leer esta nota en inglés haga clic aquí

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