Después del derribo de la estatua de Junípero Serra en Los Ángeles, los activistas quieren que se cuente la historia completa
Junípero Serra fue declarado santo en 2015. Pero su papel en la colonización de California a través del sistema de misiones lo convierte en un objetivo para el derribo de estatuas.
Comenzó con una oración y terminó con un fuerte ruido.
El sábado por la tarde, un grupo de aproximadamente cinco docenas de activistas indígenas de todas las edades -incluidos niños y ancianos, se reunieron en el Parque Padre Serra en el centro de Los Ángeles, justo al sur de la calle Olvera. Cuando el anciano de Tataviam / Chumash, Alan Salazar, quemó salvia e invocó el espíritu de sus antepasados, un grupo de jóvenes activistas ató la estatua cercana del padre Junípero Serra con cuerdas y la arrancó de su pedestal con cánticos de “¡Derríbala! ¡Echenle abajo!”
Después de que la estatua voló fuera de su pedestal, la multitud estalló en gritos y tambores.
Las estatuas de Serra, el fraile franciscano del siglo XVIII que sirvió como arquitecto principal del sistema de misiones de California durante la era de la colonización española, ha sido durante mucho tiempo un punto álgido entre los activistas indígenas. El sistema de misiones fue diseñado para convertir y aculturar a la población nativa al catolicismo y la cultura europea, y esto se logró confinándola a misiones en la costa. Los nativos que intentaron escapar fueron capturados. Los que desobedecieron fueron golpeados. Las creencias y costumbres indígenas fueron prohibidas.
No obstante, la Iglesia Católica –en una decisión bastante controvertida- canonizó a Serra en 2015.
“El encarcelamiento masivo proviene del sistema de misiones”, dice Joel García, un trabajador cultural de origen indígena huichol que asistió al derrumbe del sábado, y formó parte de un grupo de activistas que presionaron para que la estatua de Cristóbal Colón fuera retirada de Grand Park en 2018. “Es importante que lo que está sucediendo no eclipse lo que sucedió en California”.
Salazar, un veterano activista en causas culturales indígenas, dice que quería ofrecer la bendición para el derrumbe debido a la historia de su propia familia.
“Mi familia fue llevada a la misión de San Fernando en 1799”, dice. “Entonces, cuando hablo de los nativos que perdieron su cultura, su idioma y sus vidas, y fueron tratados como esclavos en las misiones, estoy hablando de mis ancestros”.
La estatua de Serra, sosteniendo en alto una cruz y con el modelo de una misión española, fue instalada por primera vez en el centro de la ciudad por los Caballeros de Colón en 1932. Una fotografía temprana y sin fecha de la Sociedad Histórica de California en USC lo muestra ocupando una esquina cerca de Spring Street y Sunset Boulevard (ahora Avenida César Chávez). Durante muchos años, la estatua ha ocupado un espacio un tanto indistinto en el parque Padre Serra, una pequeña parcela de tierra encajada entre una rampa de acceso a la autopista y el Monumento Histórico del Pueblo de Los Ángeles.
Con los años, las representaciones de Serra han sido cuestionadas y vandalizadas. En 2018, la Universidad de Stanford eliminó el nombre de Serra de varios edificios del campus. El jueves, los funcionarios de Ventura anunciaron que retirarían la estatua que se encuentra frente al Ayuntamiento de Ventura y la colocarían en “un lugar no público más apropiado”. El viernes, los manifestantes en San Francisco derribaron una estatua de Serra en el Golden Gate Park.
La acción de Los Ángeles fue pacífica, no había policías presentes, y el ambiente era más una ceremonia familiar que una protesta.
Después de retirar la estatua, una joven activista llamada Chynna (se negó a dar un apellido) colocó frutas en lo que fue la base de la estatua, convirtiéndola en un altar informal. Cerca, otros colocaron flores alrededor de la estatua de bronce de Serra, que yacía boca abajo sobre el pavimento. Otro grupo presentó una ofrenda de fruta en medio del parque, a la que otros agregaron sus propios objetos.
Ever Velázquez, un artista que asistió, dice que es hora de replantear la narrativa en torno a las misiones españolas.
“Cuando era niño, crecía en Los Ángeles y me obligaban a hacer un proyecto misionero en la escuela, lo cual eran un montón de mentiras”, dice, “conocía mi historia y sé por qué era importante, y por eso era relevante traer a las familias y los niños aquí”.
En un comunicado emitido por correo electrónico el sábado por la tarde, los organizadores de la acción (un grupo disperso de artistas y activistas no identificados) dicen que ven el derrumbe como un comienzo, no un final.
“Es hora de la reconciliación y con eso, es momento de afrontar TODA la verdad, todos los lados de la historia necesitan ser contados”, dice el comunicado. “No sólo para nosotros, sino para las generaciones futuras”.
Para leer esta nota en inglés, haga clic aquí.
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