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‘En alza otra vez’: malestar de médicos y enfermeros mientras el coronavirus pone presión en los hospitales de California

People wear protective face coverings during their strolls Monday on the Santa Monica Pier.
Gente con protectores faciales durante un paseo, este lunes, en el muelle de Santa Mónica. El condado de Los Ángeles tiene ahora más de 100.000 casos de coronavirus.
(Mel Melcon/Los Angeles Times)
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Por un lapso breve, California regresó a los bares, las playas y los tratamientos con botox. Pero después de unos días, gran parte del estado está cambiando de rumbo a medida que los hospitales notan un aumento alarmante en las personas enfermas con COVID-19, y crece el temor de un colapso del sistema médico.

“Da miedo”, expresó Peter Chin-Hong, experto en enfermedades infecciosas de la Universidad de California en San Francisco. “Todavía no nos hemos recuperado de la primera fase, y ahora tenemos que prepararnos para la siguiente”.

Si bien Chin-Hong y otros especialistas médicos remarcaron que California actualmente cuenta con la capacidad necesaria para tratar a los pacientes, el futuro es incierto. Los casos de coronavirus aumentaron a más de 220.000 este último lunes; en algunos lugares el incremento es progresivo, en otros se dispara y obliga a los funcionarios de salud en varios condados a exigir nuevamente el cierre de bares, salones de belleza y demás negocios abiertos hace sólo unos días.

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El gobernador Gavin Newsom indicó que las hospitalizaciones subieron un 43% en las últimas dos semanas, mientras que los ingresos a las unidades de terapia intensiva (UCI, por sus siglas en inglés) se incrementaron en un 37%. El funcionario insinuó que se encarará una acción estatal más estricta si los condados no pueden contener los brotes. “No nos gusta la tendencia”, declaró Newsom. “Voy a ser sincero con ustedes: estamos considerando una serie de otros preceptos para avanzar, y los haremos públicos a medida que cambien las condiciones”.

Algunos de los peores brotes tienen lugar en los condados de Imperial y Riverside, donde las camas de UCI están casi completas y el personal de enfermería de un hospital se declaró en huelga para protestar por la falta de personal y de equipos de protección. “Cuando, deliberadamente, no se contrata a alguien para que me asista, yo tengo que seguir en servicio”, explicó Erik Andrews, enfermero del Riverside Community Hospital. “Es un abuso a nuestro profesionalismo”.

Los funcionarios del centro médico negaron que tuvieran poco personal o faltante de equipos de protección, pero la abrumadora carga de casos en el área llevó al representante Raúl Ruiz (D-Palm Desert), un médico de emergencias, a pedir que se restablecieran las restricciones y el uso de mascarillas.

Las autoridades de California establecieron que las hospitalizaciones no deberían aumentar más del 10% en un lapso de tres días; sin embargo, más de una docena de condados en todo el estado ya superaron la marca. California tiene alrededor de 7.880 camas de UCI, y cerca del 38% actualmente están en uso por pacientes que no tienen COVID-19, según Covid Act Now, una colaboración entre las universidades de Stanford y Georgetown.

Mientras a los funcionarios del gobierno les cuesta recuperar el control de los residentes, cansados de las restricciones y ansiosos por celebrar el próximo feriado del 4 de Julio, numerosos funcionarios de salud están frustrados y temerosos. Muchos comentaron que, si bien la capacidad hospitalaria ha aumentado y se sabe más sobre cómo tratar la enfermedad, quienes están en primera línea aún enfrentan escasez, estrés y disgusto porque el público no está tomando precauciones.

Un médico de emergencias en el condado de Los Ángeles contactó a un periodista de The Times el lunes y le envió un mensaje de texto con dos palabras: “Déjà vu”. “No estoy seguro de por qué todos están tan sorprendidos de que volvamos a subir [en materia de casos]. [El virus] Nunca desapareció, y reiniciamos actividades mientras los cubrebocas se estaban ‘politizando’”, expuso el médico, quien calificó la situación de “muy frustrante”.

Erin McIntosh, de 37 años, una enfermera de respuesta rápida en Inland Empire, dijo que los últimos meses habían sido “lo peor de lo peor”. “Nos deja con la sensación de que no somos suficientes”, expresó. “Siento que todo esto nos está preparando para fallar”.

Pero la resistencia pública a las restricciones sigue siendo fuerte, lo cual hace difícil restablecer las protecciones de salud pública, reflexionaron algunos expertos.

“Todos y cada uno de esos oficiales de salud del condado enfrentan circunstancias imposibles”, afirmó David Relman, un médico de Stanford.

A diferencia de los primeros días de la epidemia, cuando gran parte del virus se concentraba en áreas urbanas, las infecciones ahora están aumentando en los condados del norte y del interior de California, presionando los sistemas médicos con menos recursos. La cuestión llevó a algunos expertos médicos a advertir que el estado no está experimentando una segunda ola, sino una falla en mantener plana la curva de la primera oleada.

El virus continúa cobrando un precio desigual y afecta a las comunidades de color y a los ancianos con más fuerza, a menudo atacando con casos más leves -que se diagnostican y tratan antes- a los jóvenes y a los más ricos.

Un estudio realizado por Sutter Health en mayo pasado descubrió que los pacientes negros con COVID-19 en el norte de California tenían casi tres veces más probabilidades de ser hospitalizados que los blancos no hispanos, y llegaron al hospital con síntomas más graves. Los pacientes negros también mueren de COVID-19 a tasas más altas, según el estudio y datos estatales.

Stephen Lockhart, director médico de Sutter, cree que esas disparidades continuarán, en parte porque las personas de color constituyen un porcentaje mayor de la fuerza laboral esencial, no pueden permitirse el lujo de quedarse en casa cuando se enferman y a menudo viven en entornos multigeneracionales, donde la infección se transmite a otros. “Es bastante obvio que el COVID-19 quitó la venda de las desigualdades existentes”, reflexionó Lockhart.

Para los epidemiólogos aún no está claro si el aumento en los casos causará un alza similar en las muertes. Muchas de las infecciones recientes ocurren en individuos más jóvenes, y los tratamientos han mejorado las tasas de supervivencia, destacaron.

Pero un modelo, según Covid Act Now, predice que los decesos en California podrían llegar a 24.000 en el próximo mes, según las tendencias actuales. Hasta el momento, unos 5.900 californianos fallecieron por causas relacionadas con el COVID-19.

Newsom aseguró que la orden de quedarse en casa puesta en marcha en marzo compró tiempo para prepararse para los próximos casos, incluidos los sitios de emergencia que fueron cerrados hace semanas, pero que podrían reabrirse.

Según el gobernador, el estado tiene alrededor de 30.000 camas disponibles para pacientes con COVID-19 en el sistema hospitalario tradicional, incluidas unas 3.300 de cuidados intensivos. Hasta el lunes, 4.776 personas estaban hospitalizadas con casos confirmados del virus, precisó. “Así que los números están subiendo, pero nuestra capacidad de gestionar y absorber también es significativa”, remarcó Newsom.

Pero esas camas están distribuidas de manera desigual en todo el estado. Según Newsom, el condado Imperial, que ha experimentado tasas de positividad del 23%, ya excedió su capacidad hospitalaria. “Durante un período de cinco semanas, sólo cinco semanas, tuvimos que trasladar a 500 pacientes de su sistema hospitalario a los de condados circundantes”, declaró el gobernador.

En Los Ángeles, hay indicios de que los casos podrían sobrecargar las instalaciones locales si no se reducen. “Si bien anticipábamos alzas en los casos a medida que los sectores reabrieran, no esperábamos que fueran tan altas, tan rápidamente”, reflexionó el viernes Bárbara Ferrer, directora de salud pública en el condado de Los Ángeles.

San Francisco y el Área de la Bahía también están experimentando un incremento en las tasas de infección por COVID-19 y la ciudad tendrá que “pausar” su reapertura, señaló el viernes el director de salud de la ciudad. El número promedio en siete días de pacientes con COVID-19 en hospitales del condado de Contra Costa aumentó un 75% del 15 al 29 de junio, se informó el lunes. Las empresas que tenían previsto reabrir el lunes ahora permanecerán cerradas, adelantó el director de salud Grant Colfax. “Pasamos de amarillo a naranja fuerte, y si eso continúa durante los próximos días, podríamos estar en zona roja”, lo cual podría desencadenar más restricciones, comentó. “Nuestra curva no es plana en este momento... De hecho, se está volviendo cada vez más vertical”.

Los funcionarios de salud también están alarmados por los grandes brotes en las cárceles y prisiones de California. En San Quentin, justo al norte de San Francisco, más de 1.000 reclusos dieron positivo. Las instalaciones en Fresno, el condado de Lassen y Riverside también tienen brotes, al igual que numerosas cárceles del condado. Los funcionarios de salud expresaron que esos pacientes probablemente terminarán siendo tratados en hospitales comunitarios si sus casos se vuelven severos, lo cual sumaría otro punto de presión. “El sistema penitenciario no tiene ese nivel de atención para los presos, por lo cual si sus casos son realmente severos, tenemos que trasladarlos a los centros hospitalarios de la comunidad”, expuso Chin-Hong, médico de la Universidad de California en San Francisco.

Los expertos en salud prevén que el número creciente continuará si no se restablecen las intervenciones sociales implementadas durante los primeros días de la pandemia. Si la propagación no se detiene pronto, advierten, frenarla podría ser imposible. “Podría llegar a algún punto en el cual literalmente haya demasiados casos para manejar”, concluyó Relman.

La reportera de The Times Maura Dolan contribuyó con este informe.

Para leer esta nota en inglés haga clic aquí

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