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Adaptación, determinación y suerte: cómo cuatro pequeños negocios sobreviven a la pandemia

Belva Anakwenze, a financial planner and advisor, who has been working in her backyard during the pandemic.
La asesora financiera Belva Anakwenze, que ahora trabaja desde casa, se instala en su patio trasero de Inglewood, también en la entrada de su auto, en un loft y en cualquier lugar donde pueda encontrar espacio.
(Francine Orr / Los Angeles Times)
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En esta época de pandemia, administrar una pequeña empresa ha sido una prueba magnánima.

El nuevo coronavirus obligó a modificar negocios estratégicos y a la invención inmediata de nuevas formas de ganar dinero cuando gran parte de la economía quedó inactiva, en marzo pasado.

Se empezó entonces a trabajar en patios traseros, lofts estrechos, incluso en autos. La buena iluminación, el espacio abundante y el entorno ergonómicamente correcto se convirtieron en un vago recuerdo. Los colegas tuvieron que buscar nuevas reservas de paciencia en medio de rabietas infantiles y ladridos de perros.

Los restaurantes, bares y operaciones minoristas han sido los más afectados desde marzo, según los datos de usuarios compilados por Yelp Inc., el sitio de reseñas con sede en San Francisco. Los proveedores de servicios fueron más resistentes, ya sean profesionales como contadores y abogados, o de tareas manuales, incluidos plomeros y empresas de grúas, conforme Yelp.

Más de la mitad de las pequeñas empresas podrían estar en peligro de fracasar si continúan las restricciones operativas relacionadas con el coronavirus y no se reciben más ayudas gubernamentales, según la Asociación Nacional de Negocios Independientes, un grupo activista.

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Muchas firmas mantuvieron sus puertas abiertas por adaptación, determinación y cierta suerte. Otros enfrentan un cierre permanente porque se quedaron cortos con algo: dinero, tiempo, tal vez la voluntad de seguir adelante.

Estas son algunas de sus historias:

Orientación financiera desde el patio de casa

Al igual que en muchas otras empresas, grandes y pequeñas, Belva Anakwenze, de 43 años, y sus cuatro empleados, mantuvieron a salvo Abacus Financial Business Management armando espacios de oficina en casa, ensamblados apresuradamente en mesas de cocina, dormitorios, porches traseros y espacios similares.

Anakwenze, directora y gerente comercial de Abacus, tuvo reuniones con los clientes observando la distancia recomendada desde la entrada de su casa, y hasta ahora ninguno de los vecinos de su comunidad cerrada se ha quejado. A veces está en el patio trasero, mientras se adapta a los horarios de su marido e hijos.

Ella ha dado giros bruscos en el pasado, como cuando cambió su base de clientes de atletas profesionales -que no eran buenos para seguir consejos- a talentos de la industria del entretenimiento, incluidos actores, directores, productores y guionistas. Para ellos y sus empresas, Abacus se encarga de los asuntos financieros cotidianos y les ayuda a planificar e invertir.

Anakwenze sigue sumando nuevos negocios y aumentó su cartera de clientes casi un 50 por ciento, pero el largo cierre de la industria del entretenimiento implica que muchos clientes nuevos y antiguos aún no han podido pagarle, ya que las restricciones apenas han comenzado a mitigarse.

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Es un riesgo, lo sabe: las ganancias bajaron entre un 10% y un 15% en lo que va del año, aunque un pequeño préstamo del Programa Federal de Protección al Pago de Salarios (PPP, por sus siglas en inglés), diseñado para asistir a las empresas durante la pandemia, la ayudó. “Nosotros ganamos dinero cuando ellos también lo ganan”, remarcó Anakwenze, acerca de sus clientes.

Al mismo tiempo, el software de contabilidad y otros costos han aumentado. Y Anakwenze está pagando la renta de una oficina que no usa desde marzo. Cuando el contrato de arrendamiento expiró, en agosto, se arriesgó a extenderlo hasta fin de año, aunque con pocas esperanzas.

Los mensajes de texto con sus empleados se extienden hasta altas horas de la madrugada, a pesar de que todos están cerca. “Uno de ellos trabaja a medianoche, porque es el momento de silencio en su hogar; los niños finalmente están dormidos”, comentó Anakwenze. “Otro dedica horas los fines de semana, cuando no hay educación en casa. Entonces, esto ya no es un trabajo de 9 a 5, de lunes a viernes. Y no poder simplemente hablar con alguien en el escritorio de al lado, esa falta de preguntas que fluyen libremente y obtienen respuestas, ha sido un verdadero desafío”.

Incluso se acostumbró a que los empleados le cuelguen de repente. “Cuando tu hijo está teniendo un colapso, debes lidiar con eso”, dijo Anakwenze, entre risas.

“Estamos tratando de tomar esto un mes a la vez y ver. ¿Va a aclararse? ¿Va a empeorar? Por lo tanto, solo intentamos ganar tiempo y mantenernos lo más ágiles posible”, reconoció la empresaria.

Cómo organizar retiros de yoga y cenas al aire libre

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Durante los últimos 18 años, Natalie McAdams creó NAMEvents, con sede en Mar Vista, una empresa de planificación de lanzamientos de productos, desfiles de moda y estrenos, que también se sumaba como proveedor a megaeventos de recaudación de fondos para organizaciones sin fines de lucro, incluidas City of Hope, Heal the Bay y servicios de vivienda para los veteranos de EE.UU.

Cada evento era muy concurrido, con hasta 10.000 participantes. Eso no existe más. “Nadie pensaba que esto seguiría después de julio. Pero luego fue como las fichas del dominó, todos los eventos que tenía se cancelaron a mediados de abril”, relató.

McAdams, de 56 años, tuvo que buscar otras formas de ganar dinero. Recibió dinero del PPP, suficiente para 12 semanas, que pudo utilizar para pagarse a sí misma porque le demostró al gobierno que también trabajaba como contratista independiente, no solo como directora de una empresa.

McAdams achicó su empresa. Trabaja desde casa y evita así los gastos generales del espacio de oficina. Mantiene su nómina baja y actualmente no tiene empleados debido a las lecciones aprendidas durante la Gran Recesión, que se extendió desde diciembre de 2007 hasta junio de 2009.

“Por lo general, siempre trabajo yo y sumo a algunos trabajadores independientes como mi personal”, reconoció. “Fácilmente podría haber entre 50 y 75 personas trabajando en un proyecto en un momento dado. Tengo socios de confianza que utilizo para todos los diferentes servicios”.

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Para generar ingresos ahora, canalizó su pasión por el yoga durante las horas de ocio, que ha practicado durante más de 20 años, en pequeños retiros protegidos contra el virus utilizando las habilidades de planificación de eventos que perfeccionó para las grandes reuniones sociales.

McAdams llevó a cabo recientemente el primero de varios retiros de yoga y bienestar, con instrucción profesional y comidas gourmet, que cuestan entre $1.500 y $2.250 por persona. Ocho mujeres se reunieron en la casa de vacaciones de sus padres en Aspen, Colorado, desde el miércoles por la noche hasta el domingo, y todos los involucrados fueron examinados para asegurar que estaban libres del virus.

“He estado en miles de retiros de yoga y bienestar y siempre quise que eso fuera algo que pudiera producir también”, reconoció McAdams. “La idea era crear un espacio seguro para un pequeño grupo íntimo de personas. Creo que puede darles a muchos la sensación de que es posible escapar a un lugar seguro y recargar energías”.

McAdams también ha trabajado recientemente con el restaurante Angler, del Beverly Center, para crear un espacio de comedor al aire libre. “Es similar a los espacios temporales que construimos para eventos, pero en este caso es permanente”, comentó.

Muchos de sus clientes de organizaciones de caridad esperan retomar las recaudaciones de fondos en persona para junio del próximo año, estimó McAdams. “Todavía hay muchas cosas de gestión que sigo haciendo para esos eventos, porque hemos suspendido los lugares. Reservamos cosas entonces que serían en el otoño y ahora las trasladaremos a la primavera”, expuso.

Pero McAdams duda que sea lo mismo incluso después de que se haya resuelto el problema del virus.

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“Las cosas serán diferentes”, reconoció. “Creo que la gente participará en eventos mucho más pequeños, al menos al principio”.

Conocer el mundo virtual con aliados adquiridos

Solo el 13% de los ingresos de la compañía provinieron de reuniones por internet, una ocurrencia tardía en Banzai y muchos de sus competidores, afirmó el ejecutivo. El resto eran todos eventos en persona, de contacto interpersonal, para conocerse y generar redes

El primer indicio de desastre se produjo el 3 de febrero, cuando un importante grupo comercial de organizadores de eventos les dijo a sus miembros que verificaran si sus pólizas de seguro cubrían enfermedades transmisibles.

Joe Davy, el director ejecutivo de 31 años de Banzai International Inc., se preocupó. La empresa, con sede en Seattle, que organizó y comercializó 66 conferencias en persona y otros eventos en el área de Los Ángeles en 2019, tenía más de 100 clientes, incluidos Dell Technologies y Adobe Inc. Para el 13 de marzo, “toda nuestra cartera de eventos había desaparecido”, comentó Davy.

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Sin saber si las reuniones en persona volverían en seis meses o dos años, Davy y su equipo ejecutivo decidieron no esperar para cambiar el enfoque de la empresa hacia los eventos virtuales. El dinero del PPP ayudó a la compañía a seguir funcionando.

Pero había un problema: Banzai tenía poca experiencia con eventos virtuales, así que adquirió una pequeña empresa que sí la tenía, High Attendance, de Austin, Texas. “Realmente íbamos a tener que arriesgarnos y hacer una adquisición antes de estar 100% seguros de que era necesario”, remarcó el ejecutivo.

Cerrar el trato exigió 72 horas de conversaciones entre Davy y Christopher Justice, fundador de High Attendance, que comenzaron el 12 de junio pasado y se prolongó durante todo ese fin de semana. Los dos nunca se habían conocido en persona.

La adquisición, por una suma no revelada, se anunció el 25 de agosto. High Attendance pasó a llamarse Banzai Virtual y mantuvo su estructura administrativa. El negocio de la compañía ha ido en aumento, comentó el CEO, y Banzai ahora tiene 90 empleados, incluidos unos 10 de la adquisición.

La agenda de la firma está repleta de eventos virtuales, incluidos algunos para grandes nombres de la tecnología, como Google e Hitachi. “Nuestro volumen de eventos prácticamente se ha duplicado”, reconoció el ejecutivo. “Fue muy afortunado que pudiéramos responder tan rápido porque esto podría haber sido un gran desastre. Si no hubiéramos hecho nada y simplemente hubiésemos decidido esperar, estaríamos fuera de juego”.

Apostar por el trabajo remoto, quizá para siempre

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Greg Goetzman, de 58 años, no es un gran apostador, lo cual probablemente sea algo bueno porque su empresa ayuda a otras firmas a mantener en orden sus finanzas.

Pero cuando el coronavirus envió a la gente a casa, rápidamente estructuró un plan de cómo sería el lugar de trabajo posterior al COVID 19: hasta la mitad de sus empleados trabajarían regularmente desde casa y colaborarían con la oficina principal.

Goetzman Group, con sede en Woodland Hills, con casi 100 empleados, compite con firmas de contabilidad y consultoría más grandes y agencias temporales. Goetzman se dio cuenta de que necesitaba equipar cuidadosamente a sus empleados con equipos y sistemas para conectarse y comunicarse de manera segura y efectiva en este contexto.

“Cuando entramos en empresas, tenemos que trabajar bien desde el primer día”, comentó Goetzman. “Así que implementamos tantos recursos como sea necesario para que nuestra gente tenga lo necesario y sea un éxito con nuestros clientes”.

Goetzman no sabía si sus empleados se adaptarían bien a trabajar desde casa o si los clientes optarían por contratar a rivales más grandes. Pero tanto los empleados como los clientes han aceptado el cambio, aseguró. “No he visto una caída en la calidad del trabajo. Creo que hay una verdadera revolución de pensamiento que advierte el valor de que las personas trabajen desde casa”, remarcó el empresario. “Tenemos la suerte de que nuestros consultores son flexibles y están acostumbrados a operar desde diferentes ubicaciones, por lo tanto, estaban preparados y no hubo problemas para pasar a trabajar de forma remota”.

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“Estamos cambiando la forma en que hacemos negocios”, añadió. “Va a ser una combinación de funciones desde casa y otras desde la oficina. Quizá el 20% de nuestros empleados trabajaban de forma remota antes del COVID. Ahora está más cerca del 100%. Creo que terminaremos en algún punto intermedio”.

Goetzman reconoció que la carga de trabajo de su empresa estaba aumentando, aunque los ingresos han bajado ligeramente en lo que va de año, ya sea que sus clientes estén logrando volver a la actividad o pugnando por determinar si siguen siendo viables.

Estos movimientos han sido un gran cambio para Goetzman y su firma de 22 años de antigüedad. A lo largo de las décadas, su empresa creó una lista de clientes impactantes, incluidos Amgen, Walt Disney Co. y Toyota. Pero eso se hizo a la vieja escuela. “Es un desafío ahora porque no existe esa conexión personal”, dijo Goetzman. “Mi firma se basaba en que yo pudiera mirar a alguien a los ojos y hablar con ellos sobre nuestros servicios y conocer sus compañías. Una llamada telefónica o un Zoom simplemente no es igual”.

Quizá por eso ha vuelto a un viejo hábito: escribir cartas de agradecimiento a los clientes, con un bolígrafo de tinta, a mano. “Transmite un mensaje personal de una manera que un correo electrónico, una llamada telefónica o un mensaje no pueden hacerlo”, remarcó. “Indica que uno se está tomando el tiempo para pensar más profundamente en la relación comercial y lo que ésta significa”.

Para leer esta nota en inglés haga clic aquí

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