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Salió del hospital la mujer que resultó herida y perdió a dos hijos en el tiroteo en masa de Orange

Blanca Ismeralda Tamayo, sole survivor of the Orange mass shooting in March.
Blanca Ismeralda Tamayo, derecha, la única sobreviviente del tiroteo en masa de Orange, ocurrido en marzo, descansa en una silla de ruedas junto con su hijo Louis Tovar, de 25 años, y sus nietos Layla, de cuatro, y Theo, de dos, luego de hablar con reporteros, en el UCI Medical Center.
(Genaro Molina / Los Angeles Times)
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Blanca Tamayo estaba al borde de la muerte cuando arribó a UCI Medical Center. Le habían disparado en la cabeza y sus dos hijos y su exmarido estaban entre los cuatro fallecidos en un tiroteo en masa ocurrido en Orange hace cinco semanas.

Un equipo de médicos, cirujanos y enfermeras le salvó la vida y la cuidó durante su recuperación. Ahora, la única sobreviviente de la tragedia, que tuvo lugar el 31 de marzo pasado, está fuera de peligro.

Corrección:

9:46 a.m. may. 10, 2021An earlier version of this article referred to Luis Tovar as Blanca Tamayo’s ex-husband. The two were never married.

Este miércoles, Tamayo apareció sentada apaciblemente en una silla de ruedas, sosteniendo dos ramos de flores. Lucía una camiseta con la imagen de su hijo de nueve años de edad, Matthew Farías, quien murió en sus brazos ese día.

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“Este hospital ha sido genial”, afirmó Tamayo en voz baja y ronca. “Tengo a mi familia, el padre de mi hijo y mi hijo, que me aman y me apoyan, y estoy agradecida por eso”.

Después hizo una pausa, colocó su mano derecha sobre su pecho y lloró por Matthew.

“Él es un ángel y ahora está con Dios”, afirmó la madre.

En ese momento, las palabras se escurrieron. Su hija, Genevieve Raygoza, de 28 años, también resultó asesinada.

De rodillas junto a ella, Louis Tovar Jr., de 25 años, le susurró palabras de consuelo. Tovar, cuyo padre y dos hermanos murieron en el tiroteo, reconoció que el camino hacia la recuperación será largo para su mamá. “Estoy emocionado de tenerla de vuelta en casa”, expresó. “Estoy muy feliz de tenerla de regreso para el Día de la Madre”.

El único plan de Tamayo para celebrar esa fecha es pasarlo con la familia. “Intentar disfrutar la vida que Dios me ha dejado”, reconoció.

Blanca Ismeralda Tamayo with her son Louis Tovar Jr.
Blanca Ismeralda Tamayo, con su hijo Louis Tovar Jr., hace una pausa en un momento emotivo en el UCI Medical Center, en Orange.
(Genaro Molina / Los Angeles Times)

El tiroteo en masa ocurrió el último día de marzo por la noche, en un edificio comercial que albergaba varios negocios, incluido Unified Homes, una empresa de casas prefabricadas y bienes raíces, donde atacó el agresor.

Los detectives del Departamento de Policía de Orange informaron que Aminadab Gaxiola González, de 44 años, condujo un auto rentado hasta el edificio, ubicado en 202 W. Lincoln Ave. Detallaron que González usó candados para bicicleta a fin de cerrar las entradas delantera y trasera del lugar antes de abrir fuego, apuntando principalmente a empleados de Unified Homes.

Además de Genevieve y Matthew, entre los muertos se encontraban el dueño del negocio y el exmarido de Tamayo, Luis Tovar, de 50 años, y una empleada, Leticia Solís Guzmán, de 58 años.

Tamayo fue encontrada sosteniendo a Matthew en sus brazos, relataron sus familiares. El día del tiroteo, Matthew había acompañado a su madre a trabajar en Unified Homes en lugar de ir a la guardería, añadieron.

Louis Tovar Jr. dijo que su madre recibió dos disparos en la cabeza y uno en el brazo.

Michael Lekawa, cirujano jefe del UCI Medical center, expuso que las heridas de bala de Tamayo causaron algunas fracturas faciales y exigieron cirugía cerebral.

Para Lekawa, quien estaba de guardia la noche en que ocurrió el tiroteo, las lesiones en la cabeza pueden estar entre las más severas que una persona puede experimentar. No obstante, espera que Tamayo se recupere bien, al menos físicamente.

González, el presunto tirador, resultó herido después de intercambiar disparos con agentes de policía. Según las autoridades, los oficiales se vieron obligados a usar cortacadenas para entrar.

Una imagen divulgada por las autoridades mostró a un hombre entrando al negocio, vestido de negro y gris, con lentes de sol, una gorra de béisbol y un pañuelo negro que le cubría el rostro. Llevaba una mochila en el hombro izquierdo y una pistola en la mano derecha. Se recuperaron un arma semiautomática y una mochila con gas pimienta, esposas y municiones que, según se informó, pertenecen al sospechoso.

González, quien no ha sido procesado, enfrenta cuatro cargos de asesinato y tres de intento de asesinato -por disparar contra dos oficiales que no resultaron heridos y por las heridas de gravedad de Tamayo-, según un comunicado del procurador de distrito del condado de Orange, Todd Spitzer, emitido el mes pasado después de la presentación de los cargos. “Quitar la vida a otro ser humano es el más grave de los crímenes”, señala el texto. “Y la masacre de varias personas mientras estaban esencialmente encerradas […] es aterradora”.

Los detectives no hallaron motivo para el tiroteo. También están analizando cómo el sospechoso obtuvo el arma de fuego.

De vuelta en el hospital, el miércoles por la tarde, Rafael Farías se quedó solo a poca distancia, viendo cómo su esposa se dirigía a los medios. El hombre llevaba un rosario dorado con una foto de su sonriente hijo, Matthew. Perderlo, dijo, le provocó recuerdos de su propio padre, quien murió cuando él tenía tres años. Ahora intenta tomarlo día a día; se enfoca en apoyar a su esposa y expresar gratitud al personal del hospital, la familia, los amigos y al público en general. “Estoy agradecido por este milagro”, reconoció, mirando a Tamayo. “Quizá ya no puedo ver a mi hijo, pero al menos puedo verlo a través de ella”.

Farías se concentrará en ayudar a su esposa mientras ella continúa recuperándose, adelantó. La mujer necesitará supervisión las 24 horas y ayuda con sus movimientos, para evitar lastimarse. “Armé un ambiente muy tranquilo y sosegado para ella, y para que su familia venga a visitarnos”, dijo. Todo lo que puede hacer ahora es intentar avanzar lo mejor posible, agregó. “Tengo que seguir viviendo, por [mi hijo], por su vida”, expresó. “Debo mantenerme firme”.

Matthew, añadió Farías, era un pequeño inteligente, carismático, atlético y enérgico. Le encantaba ver lo feliz que estaba con su madre. “Él le daba besos y flores; la abrazaba cada vez que podía”, relató.

Él esperaba ver crecer a su hijo, verlo practicar deportes. “Quería ser su fan número uno”, expresó. De vez en cuando sueña con él, y sonríe pensando en ello.

“Está alegre y feliz”, dijo. “Él está en el cielo ahora; sé que está corriendo y persiguiendo a su hermana Genevieve”.

En un sueño, relató Farías, vio a su hijo en la tienda de comestibles, sentado encima de un estante. Le preguntó qué estaba haciendo allí, él respondió que solo estaba pensando. “Le dije que bajara”, recordó. “Entonces lo abracé, y me desperté”.

Para leer esta nota en inglés haga clic aquí

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