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Enfrentados a perder sus trabajos, el 99% de los docentes del Distrito Escolar Unificado de Los Ángeles cumplen con los requisitos de vacunación contra COVID-19

A nurse gives a  vaccine shot to a teacher inside a school gym.
Una enfermera inyecta la vacuna de Pfizer-BioNTech a la empleada de una escuela de Los Ángeles. Cuando el mandato de inoculación del distrito entró en vigor el lunes, el 97% de todos los trabajadores escolares habían recibido al menos una dosis o una exención.
(Allen J. Schaben / Los Angeles Times)
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Enfrentados a recibir la vacuna contra COVID-19 o perder sus trabajos, miles de empleados indecisos del distrito escolar de Los Ángeles optaron por una inyección de último minuto, lo que les permitió acceder a las escuelas, así como a las oficinas el lunes y resultó en un 99% de cumplimiento entre los docentes y el 97% de todos los empleados.

La alta tasa de cumplimiento, que incluye a aquellos con una exención médica o religiosa aprobada, eliminó la necesidad de un plan de contingencia a más largo plazo que los funcionarios lanzaron el lunes en caso de que las tasas finales de inoculación fueran más bajas: miles de supervisores, así como personal de las oficinas centrales y regionales se desplegaron en campus y aulas. Algunos supervisaron salones de clase o reemplazaron a conserjes y trabajadores de servicios de alimentos faltantes. Los agentes de policía trabajaron horas extras.

Los Ángeles, ampliamente visto como un líder nacional en medidas de seguridad contra el COVID-19, fue uno de los primeros distritos escolares importantes de la nación en emitir un ultimátum a todos los empleados en medio del aumento repentino de la variante Delta del verano: vacunarse o perder su empleo. El mandato vino con el riesgo de una interrupción grave en el segundo distrito escolar más grande de la nación, que ya está luchando por cubrir una gran cantidad de docentes y otras vacantes.

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Sin embargo, la estrategia parece funcionar según lo previsto. Los miembros del sindicato de administradores subieron hasta el 99.4%. Una pequeña fracción de los docentes, unos 240, aparentemente optaron por la inoculación.

“Me alienta que la gran mayoría de nuestro personal del Distrito Escolar Unificado de Los Ángeles (LAUSD por sus siglas en inglés) haya dado un paso al frente y se haya vacunado para protegerse a sí mismos, a sus familias y a nuestras escuelas del COVID-19”, señaló la presidenta de la junta escolar, Kelly Gonez. “Aprecio el trabajo que ha realizado todo nuestro sistema para proporcionar información precisa sobre el antígeno, ofrecer múltiples oportunidades para vacunarse y crear planes de contingencia para garantizar que nuestros campus sigan teniendo suficiente personal”.

El gremio de docentes calificó la cifra de sus afiliados como “un número fuerte que esperamos siga subiendo en los próximos días”. De todos modos, alrededor de 500 miembros de United Teachers Los Angeles, que representa a más de 30.000 docentes, bibliotecarios, enfermeras y consejeros, pueden perder sus trabajos, informó el sindicato el lunes.

Los expertos médicos indicaron que los totales de vacunación son impresionantes y evidencia del efecto que puede tener un mandato cuando una persona debe elegir entre inocularse o mantener un empleo.

“Los mandatos de vacunas han sido herramientas políticas importantes que han servido para aumentar las tasas de inoculación en muchos lugares de trabajo, haciendo que esos entornos, así como las personas que trabajan y aprenden en ellos, estén más seguros”, subrayó la Dra. Kirsten Bibbins-Domingo, presidenta de Epidemiología y Bioestadística en UC San Francisco.

“El LAUSD es un ejemplo sobresaliente para otros distritos escolares en California y en todo el país, de cómo se pueden implementar medidas de salud pública rigurosas y aplicadas correctamente en el entorno escolar”, expresó el Dr. Robert Kim-Farley, profesor de epidemiología y ciencias de la salud comunitaria en la Escuela Fielding de Salud Pública de UCLA.

La gran mayoría de profesores y administradores, así como un gran número de otros trabajadores, se vacunaron casi de inmediato cuando los antígenos estuvieron ampliamente disponibles en marzo pasado. El liderazgo de los sindicatos de empleados estaba presente.

Pero un gran número también se resistió por una amplia gama de razones y no cumplieron favorablemente.

Un docente, que solicitó el anonimato, ha cuestionado durante mucho tiempo las decisiones políticas de la era del COVID. Esta persona ya ha tenido COVID, lo que le otorgaba un grado de inmunidad natural, y cree que la tasa de éxito del antígeno es demasiado baja para merecer un mandato.

“Aguanté tanto como pude”, explicó el docente. “También soy lo suficientemente pragmático como para no desperdiciar 21 años para la jubilación”.

Pero algunas personas se mantuvieron firmes.

Entre ellos estaba Jon Goodman, quien se identificó como gerente de proyectos del distrito durante siete años.

El lunes, Goodman asistió a una manifestación frente a Birmingham Community Charter High School en el oeste del Valle de San Fernando. La protesta fue parte de un llamado a las armas en todo el estado contra los inminentes mandatos de vacunación de los estudiantes de California.

Fuera del campus, decenas de adultos y niños portaban carteles como “Mi cuerpo, mi elección”. Los pequeños fueron mantenidos intencionalmente fuera de la escuela para afectar las tasas de asistencia, pero hubo un impacto limitado en el distrito en general. La asistencia promedio ha sido de alrededor del 90%; el lunes fue del 88%, según datos preliminares. La diferencia podría deberse a un boicot escolar o una fluctuación natural.

Goodman, de 42 años, sostenía un cartel que decía “LAUSD ME DESPIDIÓ”.

Al igual que como otros empleados no inoculados, el viernes pasado fue su último día. Argumentó que solicitó sin éxito una exención religiosa.

“Estoy triste de irme. Disfruté de mi trabajo; soy bueno en eso”, aseguró Goodman. “Para mí no fue una elección. Sabía que no iba a vacunarme”.

La superintendente interina, Megan Reilly, indicó que, incluso cuando se consideraba que un empleado tenía derecho a una exención, debía haber un trabajo alternativo disponible.

Los maestros contaban con mejores probabilidades que muchos. Si se aprobaba su exención, tenían la oportunidad de ser transferidos a City of Angels, un programa de aprendizaje remoto donde el docente no tiene contacto en persona con estudiantes o colegas. Cada transferencia generalmente desplazó a un maestro sustituto u otro maestro ya asignado a City of Angels, quien, presumiblemente, podría mudarse a un trabajo en el campus.

Los docentes de City of Angels sin exención también deben estar vacunados. El hijo de Becky Rotramel perdió a su profesora.

“Ella era una INCREÍBLE maestra de segundo grado”, escribió Rotramel en un correo electrónico. “Este es nuestro tercer cambio de docentes en dos meses de escuela. Ha sido extremadamente desorganizado y un completo dolor de cabeza”.

Su hijo, agregó, está “menos interesado porque hay mucha desorganización y no tiene ningún vínculo con sus maestros porque siguen cambiando”.

El hijo de Mike Tansill perdió a su profesora de tercer grado en Beethoven Elementary en el Westside.

“Todos sabemos lo difícil que fue el año pasado”, comentó Tansill, quien culpa al distrito y al sindicato de docentes por crear un cronograma ajustado para las inoculaciones que provocó la interrupción. “No creo que esto ayude este año”.

“No me malinterprete”, agregó. “Estoy totalmente del lado de decirles a los profesores sin un problema médico legítimo: vacúnese o busque otro tipo de trabajo”.

Entre los empleados, el mandato cobró un precio más alto entre los trabajadores que no son docentes, en su mayoría con salarios más bajos, que incluyen asistentes de enseñanza, asistentes después de la escuela y del campus, conductores de autobuses, conserjes y trabajadores de servicios de alimentos. Aun así, las tasas mejoraron drásticamente en los últimos días, de menos del 80% a aproximadamente el 95% de los vacunados o aquellos con exenciones.

“Al presionar por el despido, el distrito está adoptando un enfoque punitivo que negará a los trabajadores los derechos de reempleo”, explicó Max Arias, director ejecutivo del Local 99 de Service Employees International Union. “Muchos de ellos son los mismos empleados que hace apenas un año fueron aclamados como héroes por alimentar a las familias y apoyar a nuestras comunidades durante la pandemia”.

Si los empleados simplemente fueran suspendidos indefinidamente sin paga, en lugar de ser despedidos directamente, comentó Arias, podrían tener derecho, una vez inoculados, a recuperar sus trabajos por hasta 39 meses, según las reglas que rigen los despidos.

La policía escolar recibió un golpe especialmente fuerte, con 43 de los 300 empleados no autorizados a trabajar a partir del lunes. El departamento ya está sobrecargado debido a las vacantes, así como los recortes presupuestarios, y ha tenido que rechazar algunas solicitudes de seguridad de las escuelas, agregó un funcionario del sindicato de la policía.

A todos los empleados excluidos se les pagará hasta octubre. Todos los trabajadores parcialmente vacunados deben recibir su segunda inyección antes del 15 de noviembre.

En general, el día estuvo bien, expresó Nery Paiz, presidenta de Administradores Asociados de Los Ángeles, organización que representa a los directores y otros supervisores.

“Considerando la magnitud de despliegue del ejercicio, las cosas están tranquilas”, señaló Paiz. “Desde el principio nos informaron que no iba a ser perfecto, pero abordaremos los problemas lo mejor que podamos a medida que surjan”.

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