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En Watts, el aumento de los homicidios se produce tras años de disminución de la violencia

Memorial candles sit outside Nickerson Gardens.
(Allen J. Schaben / Los Angeles Times)

Watts tuvo al menos 22 homicidios entre enero y noviembre en 2021, un aumento más de cinco veces mayor respecto a 2018. Pero “la gente tiene que entender que Watts no es sinónimo de delincuencia”, dice un residente.

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Siete hombres y una mujer fueron asesinados a tiros en Nickerson Gardens en 2021, y Chica Caldwell los conocía a todos.

Rodney Laird, dijo, “era un padre increíble”. ¿Y Timonhy Raynea Lee? “Era una joven realmente buena”, expresó Caldwell. “Solo vino y estaba pasando el rato en un día normal y la tragedia la alcanzó”.

Nickerson Gardens es el mayor proyecto de vivienda pública al oeste del río Mississippi, y Caldwell es presidenta de su consejo asesor de residentes. Lleva 14 años viviendo aquí, y ha criado a cuatro hijos propios y tres de acogida.

No viviría en ningún otro sitio.

Chica Caldwell speaks outside Nickerson Gardens.
Chica Caldwell es presidenta del consejo asesor de residentes de Nickerson Gardens. “Me siento segura. Tiro mi basura a las 11 de la noche y nadie me molesta en absoluto”, dice.
(Allen J. Schaben / Los Angeles Times)
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“Cuando camino por Nickerson Gardens, me siento segura. Tiro mi basura a las 11 de la noche y nadie me molesta en absoluto”, dijo la mujer de 45 años, mientras se tomaba un rápido descanso de trabajar en una fiesta de Navidad para los residentes ancianos del complejo. “Mis hijos juegan en el patio trasero. ... Nadie tiene miedo, aunque la delincuencia haya aumentado”.

Los homicidios están definitivamente en alza. En Nickerson Gardens, donde en 2021 murieron más personas tiroteadas que en los tres años anteriores juntos. Los datos de la oficina del forense del condado de Los Ángeles recopilados por el Times contabilizan 22 homicidios en Watts entre enero y noviembre, casi el doble que en el mismo período del año anterior. Eso es un aumento más de cinco veces mayor respecto a 2018, cuando solo ocurrieron cuatro homicidios en el vecindario.

Desde que comenzó la pandemia, el crimen se ha convertido en un tema polarizador, un furioso tema vinculado a la raza, clase social e ingresos. En este enclave del sur de Los Ángeles, el salto en la violencia mortal es más doloroso y complicado que los titulares y el bombardeo político que siguieron a una serie de robos en boutiques de alta gama.

Caldwell es tajante: “La gente tiene que entender que Watts no es sinónimo de delincuencia”.

Marcenus Earl se muestra un poco tímido: “Una parte de la comunidad se ha insensibilizado ante esto”, dice este hombre de 51 años, que hace poco se fue de Watts a Dallas y volvió a visitar a sus nietos por la Navidad. “Te enteras sobre un tiroteo, dices ‘maldita sea’ y sientes un poco de tristeza y después sigues con tu día”.

The yellow buildings of Nickerson Gardens glow in sunset light.
Un residente camina por los Jardines Nickerson al atardecer.
(Allen J. Schaben / Los Angeles Times)

Quirina Ramírez, que se mudó a Watts desde el centro de Los Ángeles hace dos años, dice: “No es tan malo como pensaba que era Watts, pero hay mucho que hacer para que sea más seguro”.

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Y Desiree Edwards está asustada: “Recibes las alertas a través de las redes sociales de los delitos que ocurren justo en tu barrio, justo a tu lado”, dijo esta mujer de 56 años, propietaria del único restaurante de Watts. “Y es terrible”.

Con sus escasos 3.2 kilómetros cuadrados, Watts tiene una gran cantidad de historia y población. El barrio es más conocido por ser el punto de partida de los disturbios de Watts en 1965, que no fue el primer levantamiento racial de la era de los derechos civiles, pero sí el más explosivo, ya que los residentes negros se rebelaron contra el mal trato de la policía blanca y la pérdida de empleos y servicios.

Hoy en día viven aquí casi 42.000 personas, lo que hace que tenga más del doble de densidad que la ciudad de Los Ángeles. En los años 40, el barrio era predominantemente negro. A mediados de los 90, los latinos eran una ligera mayoría. Ahora, Watts es un 70% de latinos y un 27% de negros, según los datos del censo y el análisis del Times.

Pero los 22 hombres y mujeres asesinados en Watts en los primeros 11 meses de 2021 desmienten la composición demográfica del barrio. El 64% de las víctimas de homicidio son negros; el 36% restante son latinos. Todos fueron asesinados a tiros, excepto un hombre que murió por heridas de arma blanca.

Two women hug outside Nickerson Gardens.
La profesora Jorja Leap, a la izquierda, de la Escuela de Asuntos Públicos Luskin de la UCLA, abraza a la subjefa de la policía de Los Ángeles, Emada Tingirides, en los Jardines Nickerson de Watts.
(Allen J. Schaben / Los Angeles Times)

“Los jóvenes negros y sus familias son los más afectados por la pandemia”, dijo Jorja Leap, profesora de la Escuela Luskin de Asuntos Públicos de la UCLA y cofundadora del Instituto de Liderazgo de Watts. “Si estás hambriento y te sientes fuera de control, es más probable que seas víctima o autor de la violencia”.

Hasta el 30 de diciembre, se había diagnosticado el virus a 9.390 personas en Watts, una tasa de casos casi un 30% superior a la tasa general de Los Ángeles; 117 han muerto.

Leap lleva 43 años trabajando en Watts. Como investigadora ayudó a analizar la innovación policial aquí, y concluyó que el programa Community Safety Partnership de la policía de Los Ángeles contribuyó a reducir la delincuencia y a salvar algunas vidas.

“Tenemos mucha inversión en programas sociales en Watts”, dijo Leap. “¿Dónde está la estructura económica para dar trabajo a la gente?”.

Edwards ha dirigido el restaurante Watts Coffee House desde 1997, ha servido sémola de maíz, ha freído papas y espolvoreado azúcar en polvo al pan francés. Pero además, desde entonces, ayuda en la formación de jóvenes y en la recuperación de adictos enseñándoles a trabajar en una cocina profesional. Contratando a residentes locales. Lamentando el aumento de los homicidios y la falta de acciones.

Desde hace siete años es propietaria de una vivienda en el cercano Gramercy Park. Una mañana reciente, cuando volvía a casa desde el restaurante antes de dirigirse a un trabajo de catering, vio a un hombre de pie en el lado este de Normandie Avenue con el brazo extendido.

“Estaba disparando”, relató recientemente con los ojos muy abiertos por el miedo. “Así que me paré en medio de la calle. ... Intenté poner la camioneta en reversa, pero no pude. Me senté allí y recé”.

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Cuando por fin llegó a casa sana y salva, dijo, se quedó allí los tres días siguientes.

A police captain drives his patrol car at Nickerson Gardens.
El capitán Ryan Whiteman, de la Oficina de Asociación de Seguridad Comunitaria del Departamento de Policía de Los Ángeles, patrulla Nickerson Gardens.
(Allen J. Schaben / Los Angeles Times)

El capitán Ryan Whiteman, de la Oficina de Asociación de Seguridad Comunitaria del Departamento de Policía de Los Ángeles, dijo que numerosas variables en los últimos 18 meses pueden haber contribuido al aumento de los homicidios, y muchas están fuera del control de la gente.

“¿Tiene que ver el COVID con esto? ¿Tienen algo que ver las metodologías y prácticas cambiantes de la policía actual?”, preguntó. “No lo sabemos. ... Ojalá tengamos un 2022 más seguro”.

La acera frente a Whiteman estaba llena de velas, cada una de ellas representa un recuerdo, una oración, una pequeña señal de respeto. Aquí es donde Timonhy Raynea Lee, de 24 años, fue asesinada a tiros apenas unas semanas antes, la octava víctima de homicidio en Nickerson Gardens.

Lee había vivido aquí anteriormente, pero se mudó con su familia. Volvió de visita el 22 de noviembre, estaba platicando con sus amigos en la avenida Parmelee, en un pequeño terreno rodeado de pilares de hormigón y edificios de apartamentos de color amarillo opaco.

“Los sospechosos pasaron en auto y dispararon, por desgracia, esta joven fue alcanzada”, dijo Whiteman. “Y sucumbió a sus heridas aquí mismo, en la calle”.

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Beatrice Anderson-Clemons se acercó y entregó a Whiteman un folleto sobre una campaña de recolección de juguetes para la Navidad. Ella vivía al otro lado de la calle donde residía Lee antes de que ambas familias se mudaran. Describió al padre de la joven muerta como humilde.

“Hay mucha gente aquí, se quieren, se odian, hacen lo que las personas hacen”, comentó Anderson-Clemons, que crio a seis hijos en el proyecto habitacional que solía llamar hogar. “Pero es una buena comunidad. ... Solo tenemos algunos que afectan a los demás”.

Whiteman dijo que se han hecho arrestos en la mitad de los homicidios en Nickerson Gardens. Seis de los ocho, señaló, estaban relacionados con las pandillas, y cuatro de ellos fueron el resultado de disputas internas entre los Bounty Hunter Bloods.

“Es un aspecto muy singular”, dijo. “No se trata de una disputa tradicional entre pandillas, como ocurre con las peleas históricas que a veces desembocan en un tiroteo entre barrios que duran una semana. Estas situaciones, que son internas, son mucho más imprevisibles. Es un poco más difícil desplegar plenamente los recursos para evitar la violencia”.

A man stands by a wall of painted names.
Darryl Edwards muestra los nombres de los miembros de su familia en un muro conmemorativo de Nickerson Gardens de aquellos que han muerto por diversas causas.
(Allen J. Schaben / Los Angeles Times)

Pero, aunque los homicidios han aumentado en Watts, otros delitos violentos han disminuido en el último año. Las violaciones, los robos y los asaltos con agravantes han descendido, según la subjefa Emada Tingirides, junto con los robos con allanamiento de morada y los robos de vehículos.

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A un kilómetro y medio de Nickerson Gardens, la urbanización Jordan Downs muestra signos de revitalización.

Los edificios del proyecto se construyeron en 1944 como viviendas temporales para las familias durante la Segunda Guerra Mundial. En la actualidad, las puertas y ventanas están cubiertas por barrotes metálicos oxidados, y los tejados y toldos de madera están desgastados y podridos.

Pero dentro de la extensa urbanización hay un conjunto de viviendas de 1.000 millones de dólares, modernos apartamentos adosados con techos de tejas españolas, Los edificios tienen nombres como Cedar Grove y New Harvest, en lugar de los genéricos Jordan Downs Building 1 y Building 2.

Y a diferencia de Nickerson Gardens, aquí solo se cometió un homicidio en 2021. Julio César Centeno, de 32 años, fue asesinado a tiros el 8 de agosto cerca de la esquina de South Grape Street y East 97th.

“Las cosas han cambiado mucho para mejor”, dijo Phyllis Brown, ex capitana de la cuadra de Jordan Downs. “Ya no hay robos como antes, no le disparan a la gente; las cosas también están mejorando con la policía”.

Brown ha pasado sus 61 años en Watts. En 2020, se mudó de un antiguo apartamento de Jordan Downs a New Harvest. Está agradecida por la lavadora y la secadora que hay en la unidad y por el sistema de calefacción que funciona.

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Sin embargo, lo que más valora es su seguridad.

“Tengo tranquilidad”, dijo hace unos días, “y mi familia está segura”.

Ese mismo día, unas 500 familias participaron en una entrega de juguetes navideña en el centro Jordan Downs, organizada por el antiguo miembro de los Watts Crips de Grape Street, Bow Wow.

Masked people hug during a party.
La subjefa Emada Tingirides, de la Oficina de Asociación de Seguridad Comunitaria de la Policía de Los Ángeles, abraza a Lucille Hooper en Nickerson Gardens durante una fiesta navideña.
(Allen J. Schaben / Los Angeles Times)

Padres y niños hicieron fila para conseguir patinetas, bicicletas, juguetes y juegos de mesa.

Alejandra López llegó al sorteo 15 minutos antes de que terminara. Lo único que quedaba para sus dos hijos eran juegos de mesa: Serpientes y Escaleras, ajedrez. Se alegró de alcanzar algo.

“Lo único que uno quiere es que sus hijos tengan un juguete o un regalo en Navidad”, dijo López.

La joven de 28 años se mudó de Inglewood a Jordan Downs hace dos años en contra del consejo de un hermano mayor, que describió Watts como “una zona llena de delitos”.

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“A veces se oyen los disparos”, dijo, “pero nunca he sentido miedo por mis hijos”.

Los redactores del Times Melissa Hernández, Maloy Moore e Iris Lee contribuyeron a este informe.

Para leer esta nota en inglés haga clic aquí

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