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Kobe Bryant tenía una conexión especial con los latinos y su cultura

Aldo Luna y su hijo de 7 años, Ethan, se reunen para rendirle tributo a Kobe Bryant en L.A. Live el domingo por la noche.
Aldo Luna y su hijo de 7 años, Ethan, se reunen para rendirle tributo a Kobe Bryant en L.A. Live el domingo por la noche.
(Allen J. Schaben / Los Angeles Times)

La relación especial de Bryant con los latinos inició cuando comenzó a jugar en los Lakers en 1996

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El ambiente en Camino Real de Fullerton era de silencio durante la hora de comer el domingo, a pesar de que habían grandes tazas de menudo en frente de casi todos en el restaurante mexicano.

Su cliente frecuente más famoso, Kobe Bryant, había muerto esa mañana en un choque de helicóptero en Calabasas, junto a su hija Ginna y otras siete personas más.

Las familias inclinaron sus cabezas sin darle crédito a lo que estaban viendo mientras revisaban sus celulares para conocer las últimas noticias, entre pequeños sorbos de sopa. Freddy Castañeda, hijo de los dueños de El Camino Real, les enseñó a sus clientes una foto que Bryant había tomado en la cocina del restaurante, junto a su hermana Marissa, hace 20 años.

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Joel Viramontes, de La Habra, quien tenía una camisa de Nike SpongeBob SquarePants encestando una canasta, tomó la llamada. Es su rostro se dibujaba el dolor.

“Sí, ‘ama, ya sé que se murió Kobe”, dijo en español

“Amaba este lugar porque lo tratábamos como una persona normal”, dijo el gerente general de El Camino Real, Rodolfo García, mientras cortada la carne asada para los tacos. La esposa de Bryant, Vanessa Laine Bryant, le había enseñado el restaurante favorito de su infancia desde que se conocieron y comenzaron a salir.

Algunas veces, la pareja y sus hijas se sentaban a comer ahí. Cuando Kobe no quería llamar la atención, se metía por detrás para hablar con trabajadores y saludar a todos en español. Cuando no podía ir en persona, Bryant llamaba para pedir ordenes grandes que sus amigos recogieran para llevar a la mansión en Newport Coast.

La comida favorita para el jugador: carnitas, con flan de postre.

“Él nos decía, no me traten como una estrella”, declaró García. “Soy solamente un cliente aquí”.

“Tenía confianza”, dijo Marissa Castañeda. Se sentía cómodo alrededor de este grupo lleno de latinos.

Durante el día, mientras se daban a conocer todos los tributos que se hacían por todo el Sur de California, un restaurante podría ser un lugar extraño para recordarlo.

Pero la relación de toda una vida que Bryant tenía con este lugar habló del afecto que el jugador de Lakers tenía y su aprecio hacia el grupo étnico más grande del Sur de California. Alrededor de Los Ángeles, desde “swap meets” hasta tiendas de tenis, redes sociales (donde los aficionados compartieron corridos dedicados a “compa Kobe”) hasta fiestas y gimnasios, hablaron de él con reverencia.

Muchos vieron y apreciaron su cultura en él: la ética de trabajo. Su matrimonio con una mexicoamericana. Su devoción a sus hijas. Su español con acento italiano, “peor es nada”.

Hugo Flores, de 29 años de edad, jugó baloncesto en preparatoria, cuando Bryant estaba en su mejor momento. Recuerda cuando sus compañeros hablaban de cómo Bryant les hacía recordar a sus padres inmigrantes.

“Tenían trabajos múltiples y trabajaban como locos, pero nunca tenían excusas”, declaró el residente de Anaheim. “Eso era Kobe. Él podía jugar con sus dedos quebrados o ligamentos rotos, y nunca decía nada. Él ponía el ejemplo y nosotros tenemos que hacer lo mismo”.

“Vemos nosotros esa mentalidad en nuestra cultura. Eres el más chingón”, agregó Flores. “Eso era Kobe todas las noches, todos los días”.

La relación especial de Bryant con los latinos inició cuando comenzó a jugar en los Lakers en 1996. Dos años antes, los Lakers habían sido el primer equipo en transmitir los partidos en español. Las superestrellas de previas generaciones, Fernando Valenzuela en béisbol, Julio César Chávez en boxeo, ya habían pasado por su mejor momento.

“Estábamos listos para Kobe”, declaró el profesor de Cal State Channel Islands, José Alamillo, quien estudió cómo los mexicoamericanos usaban los deportes para progresar en Estados Unidos. Como candidato al doctorado de UC Irvine en 2000, Alamillo y sus amigos frecuentemente desafiaban el tráfico del Condado de Orange hasta el Staples Center para ver jugar a Bryant.

“Él vino en el momento perfecto, cuando L.A. se había convertido en más café”, declaró Alamillo. “Se convirtió en nuestra superestrella latina”.

Para ese entonces, Bryant ya se había casado con Vanessa, hija de un inmigrante mexicano. Juntos, los dos representaba la pareja moderna del Sur de California: multicultural, que hablaba más de un idioma, conscientes de lo que representaba y sin miedo a expresarlo.

Bryant abrazó a su esposa durante una transmisión nacional de un partido de playoff en casa durante la temporada 2010 ante los Soles de Phoenix, mientras ella portaba una camiseta que decía: “¿Me veo ilegal?”.

En ese tiempo, la polémica ley del senado 1070 de Arizona- la cual muchos críticos habían dicho que haría miserable la vida de los inmigrantes que vivían en este país ilegalmente-dominaba los encabezados de los periódicos.

En Instagram, Bryant frecuentemente se refería a Vanessa como “mamacita”- un término de cariño maternal y romántico. En 2013, lanzó un calzado de tenis, en conjunto con Nike, con colores llamativos que parecían un poncho estilo mexicano.

Al final de su carrera, el dominio que tenía Bryant sobre el español fue tanto que podía cómodamente hacer entrevistas en ese idioma sin un intérprete. Bryant dijo que aprendió a hablar en español, en una entrevista con Univision, con “Sábado Gigante” y la telenovela “La Madrastra”, el cual veía junto a su esposa y su suegra.

“Kobe era como un hermano o un primo. Alguien a quién invitarías a una reunión familia”, dijo Juliana Bañuelos, quien estaba llenando el tanque de gas de su Jeep en Orange. “No te tenía que gustar el básquetbol. Te gustaba que él respetaba y amaba la cultura mexicana”.

También en la conferencia de prensa final como jugador, Bryant les mandó un saludo a los aficionados latinos.

“Cuando llegué a Los Ángeles, esos aficionados fueron aficionados que me recibieron con mucha pasión”, dijo. “Significaban todo para mí”.

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