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La vida olímpica de Italia, atrapada por el coronavirus: Emergiendo de las profundidades

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Ilaria Bianchi, cumplió 30 años de edad este año del 2020. Pertenece a la generación de nadadores olímpicos que se planteaba retirarse después de los Juegos Olímpicos de Tokio.

Bianchi, lamentaba el pasado 10 de marzo, que la Competencia Nacional de Natación Italiana se hubiera cancelado, una semana antes de celebrarse en Riccione, debido a la pandemia del coronavirus que comenzaba a hacer grandes estragos en su país obligándoles a todos al confinamiento total.

La situación en Italia declaraba alerta en Europa y se establecía el confinamiento absoluto, no sólo en el norte, sino en la nación entera. Únicamente se permitía salir de casa y transitar las calles o carreteras con un permiso especial previamente autorizado para acudir al médico, al hospital o por el trabajo considerado esencial.

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Una deportista como Bianchi, aún siendo olímpica, no tuvo el derecho de salir, incluso cuando pertenece como atleta al Ministerio Policial Italiano, porque la Policía, es la institución que la patrocina. Sus logros deportivos acuáticos la ascienden de rango e incrementa sus ingresos monetarios. Bianchi, porta el uniforme de oficial y como atleta olímpica en las filas policiales funge como embajadora del cuerpo policial para hacer campañas de concientización ciudadana. Ella es una nadadora que impuso marcas nacionales de natación desde muy corta edad.

“Mi primer título nacional junior fue en Albania, gané nadando los 100 metros mariposa a la edad de 14 años; luego fui seleccionada para conformar el equipo nacional juvenil italiano. A los 16 ganaba mi primer mundial juvenil con 00: 59.5 segundos en la misma disciplina. Fue todo muy rápido. Siempre estuve compitiendo y ganando, hasta que llegó a mi carrera esa preciada oportunidad olímpica y mis primeros juegos fueron en Pekín 2008, después Río 2016 y Londres 2016”, dice Bianchi.

Había trabajado mucho para acudir a la cita olímpica de este año, pero en marzo, aún no se clasificaba para asistir a Tokio 2020, sus planes eran buscar su boleto para participar en sus 4tos Juegos Olímpicos de verano y temió quedarse fuera de la selección italiana de natación tras cancelarse las oportunidades para clasificar debido a la pandemia. Bianchi soñaba cumplir con una cuarta ronda olímpica y despedirse finalmente de la natación competitiva.

Bianchi nació en una ciudad rural que se llama Castel San Pietro Terme, cerca de Bologna, al norte de Italia, la región más golpeada por la crisis del coronavirus. Entrena con el club Azzurra desde que era una jovencita.

“Comencé a nadar a los 5 años. Mi mamá me llevó a las clases de natación para evitarse la preocupación de que me ahogara por no saber hacerlo bien, durante las vacaciones en destinos playeros. Desde entonces nunca he dejado de nadar, jamás imagine que una pandemia podría agobiar a mi país de la manera que lo hace e impedir que pudiera asistir a los Juegos Olímpicos de Tokio”.

Aprendió a nadar de manera recreativa y de inmediato la inscribieron en el programa Angostino que significa ser parte de un club infantil que se prepara para competir, avanza a juvenil y semi profesional hasta llegar al nivel de alto rendimiento actual con 2 décadas y media de nado competitivo. Bianchi ha llevado una vida olímpica que no muchos han decidido abrazar en el mundo, sacrificando ingresos de una profesión, por practicar la natación. Lo único que desea hacer en la vida es nadar.

Con la propagación del coronavirus, todos los deportistas de élite, famosos, medallistas, mundialistas, olímpicos o no, quedaron atrapados en el confinamiento de sus casas sin poder salir a entrenar. Tuvieron que ser extremadamente creativos para mantenerse en forma y no perder corporalmente, el trabajo físico ganado durante 3 años de entrenamiento preolímpico.

“Nos decían en Italia que había tiempo, que la decisión sería en mayo o en junio. Y que pronto al menos Azzurra podría volver al entrenamiento acuático en una pequeña piscina de su propiedad tras una terna de semanas en cuarentena”.

Pero pasaban los días, aumentaban las víctimas, se propagaba el virus a todo el norte de Italia desde Veneto, Trentino, Sud Tirol, Liguria, Emilia Romana, Friuli Venezia Giulia, hasta Lombardía y D’Aosta. Italia enfrentaba cada día su peor jornada, sólo superada por la jornada del día siguiente, contando por centenares sus muertos y colapsando su sistema sanitario.

La situación causaba un infinito temor en el gobierno del primer ministro Guissepe Conte y un estado de ánimo solidario entre sus connacionales que cantaban y tocaban música desde sus balcones, mientras el mundo observaba aterrado, como se desbordaba la situación y comenzaba a repetirse en España primero y en Francia inmediatamente después.

Paralelamente a la orden bien acatada de confinamiento, la cifra de personas multadas por infringir el toque de queda rebasaba los 70.000 y la ayuda para Italia apenas comenzaba a llegar de parte de China primero, y de la Comunidad Europea, Rusia y Cuba después.

Una semana antes del anuncio del Comité Olímpico Internacional acordado con el Primer Ministro de Japón, Bianchi ya nadaba de manera precaria en la pequeña piscina propiedad de su club, con restricciones y controles. Los nadadores comenzaban su rutina por turnos, ya que sólo se permitía en cada línea para mantener la distancia social, con un médico presente supervisando.

Hoy se cumple una semana, después de 3 semanas en confinamiento total, desde que Bianchi y su equipo, junto a su entrenador pudo comenzar a entrenar en una piscina de 25 metros de largo, con sólo 3 carriles y que pertenece a su club Azzurra, pero es para enseñar a nadar a niños pequeños y para estudiantes de la escuela secundaria de Bologna en donde está ubicada. Deben tomarse la temperatura cada día antes de nadar y tiene que anotarla en un diario, al igual que los tiempos de sus entrenamientos.

Tras semanas de incertidumbre, el primer ministro de Japón, Shinzo Abe y el presidente del Comité Olímpico Internacional Thomas Bach, anunciaron su decisión de posponer los juegos, sin cambiar el nombre de Tokio 2020 por un período máximo de un año, asegurando las condiciones justas para todos los atletas de prepararse bien para poder asistir y permitir también, la celebración segura para los espectadores.

“Que grata noticia, saber que tendremos esa gran oportunidad de aspirar a ser parte de Tokio 2020; aunque ello signifique seguir un ritmo muy exigente de preparación”, expresó.

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