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La noche de la épica batalla entre Castillo y Corrales

LAS VEGAS, NV - MAY 7: Diego Corrales lands a right on Jose Luis Castillo during their World Lightweight Unification bout on May 7, 2005 at The Mandalay Bay in Las Vegas, Nevada. Corrales won the fight after the referee stopped the fight in the tenth round. (Photo by Nick Laham/Getty Images).
(Getty Images)
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Apenas suena la campana en el décimo round y Diego, Chico, Corrales se levanta del banquillo como si tuviera un resorte activado. Con el ojo izquierdo apenas logra ver, pero eso no le impide atisbar con bravura al mexicano José Luis Castillo.

Castillo cuenta con una cortada en la ceja izquierda, larga y oculta bajo una montaña de vaselina. No se achica. Para nada. De hecho, trae la misma mirada asesina de cuando peleó contra Floyd Mayweather en 2002 y muchos especialistas vieron que ganó. Pero eso ya es historia, en esta pelea contra Corrales, en mayo de 2005, quiere demostrar que es el mejor campeón del peso ligero.

De hecho, también Corrales llega al combate con la misma convicción. Ambos exponen sus cetros, pero de diferente organismo. Lejos de hacer uso de un estilo elusivo y de boxear a la distancia, para esta pelea contra Castillo el americano preveía un infierno. Y eso fue lo que atravesaron ambos.

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LAS VEGAS - MAY 7: Jose Luis Castillo hits Diego Corrales with a left hook during their World Lightweight Unification bout on May 7, 2005 at The Mandalay Bay in Las Vegas, Nevada. Corrales won the fight after the referee stopped the fight in the tenth round. (Photo by Nick Laham/Getty Images)
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Los 9 rounds anteriores fueron muy parejos. Ambos se fajaron. Ambos peleadores juntaban las cabezas a cada rato para sacarle provecho a la corta distancia. Parecía que era un mismo ser y que necesitaba separarse a base de golpes. A Castillo le funcionó el uppercut y a Corrales los ganchos. Dos jueces le daban una leve ventaja, apenas de un punto, al mexicano hasta ese episodio. Otro marcaba empate.

Pero entonces suena la campana para el décimo round. Tras intercambiar unos jabs y, a los pocos segundos de iniciado el episodio, Castillo llena de guante a Corrales. Un gancho de izquierda detiene todas sus ideas y lo derrumba de a poco. Como piedras cayendo de un peñasco.

Corrales intenta recuperarse en la lona y el conteo del réferi Tony Weeks se opaca por la locura y griterío en las gradas. Se levanta al conteo de 8. Como el protector bucal salió volando, tiene que ir a su esquina para que el entrenador Joe Goossen se lo coloque de nuevo, no sin antes comerse todos los segundos posibles para tomar aire.

¡Uno! Apenas se reanuda el combate y Castillo sabe que lo tiene en sus manos.

¡Dos! El mexicano recibe con una nueva andanada de golpes a su rival.

¡Tres! La llave fue la combinación de un recto y luego un gancho de izquierda.

¡Cuatro! Corrales sucumbe otra vez ante la lona, se quita el protector bucal y voltea a su esquina.
¡Cinco! Los gritos de los seguidores de Castillo inundan todo Las Vegas.

¡Seis! El mexicano choca sus guantes desde la esquina neutral, como si ya hubiera ganado.

¡Siete! Corrales coloca una rodilla en la lona, se apoya con el puño derecho.

¡Ocho! La mirada perdida.

¡Nueve!

¿Estás bien? ¿Estás bien? Le pregunta Tony Weeks a Corrales y él le responde con la cabeza que sí. Está bien. Se pudo levantar a tiempo, pero como de nueva cuenta escupió el protector bucal, le quitan un punto. No lo puede creer. En su esquina tampoco. Su entrenador Joe Goosen, antes de colocarle el protector le dice “you gotta fucking get inside on him, now” y mira con desprecio al mexicano. Corrales lo sabe. Es matar o morir.

Castillo no se desespera. En vez de ser un rehilete de golpes recibe al rival con jabs y espera el momento para otro gancho y llega. Un golpe brutal sacude todo el sudor de Corrales, pero no se cae.

Chico está dispuesto a llegar a las últimas consecuencias y entonces también suelta lo suyo y frena a Castillo. Un gancho de izquierda bien colocado hace que el mexicano retroceda y se recargue contra las cuerdas, ¿qué ha pasado? Ambos tiran a matar y llega un gancho de un lado y un recto del otro y a los dos se les aflojan las piernas y las defensas ya no importan, importa más repartir los golpes, que el otro bese la lona de forma definitiva. Entonces Corrales asesta un gran gancho de izquierda y se le ve en la mirada de Castillo que lo ha lastimado, que necesita aire, necesita sacudir la cabeza para concentrarse de nuevo o esperar la campanada, pero Chico no lo deja, lo acorrala contra las cuerdas y tira de derecha e izquierda, ¿qué importa que los golpes no vayan con técnica depurada? Cinco, seis, siete golpes sin respuesta de Castillo y hasta que el mexicano baja los brazos y fija la mirada en el techo es que Tony Weeks interviene y da por terminada la pelea.

Chico Corrales celebra a lo grande. Se deja abrazar por todos en el ring y hasta él mismo se nota un tanto sorprendido. Exactamente dos años después Corrales irá en su motocicleta por las calles de Las Vegas, irá rápido, como le gustaba vivir, tratará de rebasar un vehículo y chocará contra otro. Eso le provocará la muerte al instante.

José Luis Castillo se ve decepcionado. Se sienta en el banquillo y trata de recuperarse. Cree que el réferi terminó la pelea cuando él todavía podía dar más. Será hasta 2014 cuando dará por concluida su carrera como pugilista. Entonces iniciará su carrera como diputado de Sonora.

Pese a que en una esquina festejan y en la otra se lamentan, ambos pugilistas están satisfechos. Dieron una de las mejores peleas en la historia del boxeo y lo saben.

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