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OPINIÓN: El día más triste del peor año de nuestras vidas

Una mujer observa un muro con mensajes de aliento a Diego Maradona
Una mujer observa un muro con mensajes de aliento a Diego Maradona en las afueras de la Clínica Olivos de Buenos Aires, donde la leyenda del fútbol mundial fue operado, el miércoles 4 de noviembre de 2020. (AP Foto/Natacha Pisarenko)
(ASSOCIATED PRESS)
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Este era el año en el que Diego Armando Maradona no tenía que morir. Este era el año de la pandemia, de las mascarillas, de las ausencias, del desinfectante, del aislamiento. Este no era el momento de revivir aquellos goles, esas alegrías, esos campos de juego donde ‘El Diego’, con la albiceleste y el 10 de capitán en la espalda, hacía lo que quería. Porque sí, él siempre hacía lo que quería; en la cancha y fuera de ella.

Pero ahora, en la ciudad donde hace 60 años y pocos días nació quien fue el mejor futbolista del país -y quizá del mundo-, son las 5 de la tarde y un vehículo de la morgue judicial retira el cuerpo sin vida de ese ser -genial, brillante, oscuro, complejo- que supo dar tanto. De ese tipo que empezó tan de abajo y llegó tan alto; tanto, que manejar su propia e inabarcable leyenda, probablemente, le exigió más de lo que hubiese sido posible para cualquiera.

En las calles hay, hace horas, un silencio espectral que asusta. Hay angustia, hay desconsuelo en el pueblo argentino. No es necesario ser futbolero para sentir dolor. Diego es aquí toda la gente, de todos los clubes. Su figura trasciende mucho, desborda todo, incluso una pandemia: hoy es aquí, definitivamente, el día más triste de este terrible, brutal 2020.

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Además del silencio ensordecedor, hay caos: son las primeras horas después de conocida su muerte, y reina el desorden. Las redes colapsan; los teléfonos celulares explotan de mensajes. Amigos, parientes, colegas, vecinos; todos llaman, todos se hablan. Esto es, claramente, un masivo estado de shock. Entre los periodistas, una de las primeras preguntas que asoman es ¿cómo - cuándo y dónde- se llevará a cabo un funeral, con el aislamiento como contexto? Porque, en medio del desorden y el aturdimiento, hay algo muy claro: Diego no se va a ir sin una gran despedida.

El gobierno nacional acaba de decretar tres días de luto y de confirmar una medida que, sí, va a contramarcha de todos esos innumerables cuidados sociales que desde marzo pasado imperan en el país: Maradona será velado públicamente a partir de este jueves en la Casa Rosada, sede del poder ejecutivo. No hay más detalles concretos hasta este momento; la autopsia -se sabe- será prolongada.

Mientras en los bares, en los taxis, en las tiendas, en la intimidad de los edificios, prevalece la conmoción, los medios argentinos intentan hacer la crónica de lo imposible: relatar la muerte del mejor deportista del país; de una figura venerada en el mundo. A Carlos Bilardo, quien fuera director técnico de aquella gloriosa selección argentina campeona del Mundial de México 86, su familia le contó este mediodía una mentira piadosa mientras apagaba todos los televisores: “Se cortó el servicio de TV por cable”, le dijeron al veterano exentrenador -actualmente con complicaciones de salud-, apenas conocida la noticia. Maradona era, según siempre decía, “el hijo varón que nunca había tenido”.

A esta hora, mientras cae el sol y la ciudad revienta de una humedad casi veraniega, algunos comienzan a agolparse en el Obelisco -ese lugar obligado donde tantos triunfos futbolísticos se han festejado- para dar forma a un primer, espontáneo, homenaje. También hay vigilias improvisadas en la Bombonera -el estadio de Boca Juniors-; en Villa Fiorito, el barrio donde Diego pasó su infancia, y en varias partes del país. Muchos siguen adheridos a la pantalla de la TV, y otros muchos, deliberadamente, optan por no ver, por ignorar las noticias. Después de todo, quizá tengan razón: nada de esto parece cierto, los ídolos nunca mueren, y “la pelota no se mancha”, como decía ‘El Diez’.

* Valeria Agis es periodista, especializada en artes. Vive en Buenos Aires, Argentina. IG: @valeriaagis

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