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Cómo un jugador del Galaxy cultiva la compasión en los campos de Lompoc

Antonio Tamayo receives an envelope containing a $100 prepaid card from Los Angeles Galaxy soccer player Julian Araujo.
(Mel Melcon / Los Angeles Times)

Julian Araujo, un jugador del Galaxy de 19 años, usa su fortuna futbolística para retribuir a las personas que trabajan en los campos de su ciudad natal

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La Costa Central de California cuenta con algunas de las tierras de cultivo más fértiles del mundo, un rico suelo marrón que produce una gran cantidad de espárragos, brócoli, espinacas, lechugas, alcachofas, coles, col rizada y coles de Bruselas.

Pero sacar ese oro verde de la tierra es un trabajo arduo y agotador, algo que Julián Araujo aprendió desde muy joven. Su padre, Jorge, siguió a sus padres y hermanos desde México a los campos de cultivo de los alrededores de Lompoc cuando tenía 15 años, recogiendo los alimentos que llenaban los platos de otras personas mientras apenas ganaba lo suficiente para llenar el suyo.

“Viniendo de una familia de trabajadores agrícolas, me dieron a conocer a una edad temprana el arduo trabajo y las duras condiciones que los trabajadores agrícolas experimentaban cada día”, dijo Julián. “Con sol o con lluvia, no importaba. Siempre estaban trabajando”.

El menor de los Araujo, de 19 años, también trabaja ahora en los campos, solo que los suyos son los cuidados campos de fútbol en los que juegan el Galaxy y la selección nacional masculina. Pero no ha olvidado los verdes campos en los que creció, ni las luchas de la gente que trabaja en ellos.

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“Tomé la decisión de que, cuando fuera profesional, utilizaría mi plataforma para mostrar apoyo a los trabajadores del campo y amplificar las luchas a las que se enfrentan”, dijo.

“Se merecen más de lo que reciben”.

Los Angeles Galaxy soccer player Julian Araujo hands out a backpack filled with food.
The Galaxy’s Julian Araujo hands a backpack filled with food to Ismael Martinez, 12, with his sister, Alenjra Martinez, 20, a farmworker, during the Lompoc event.
(Mel Melcon / Los Angeles Times)

Por eso Araujo, con una mascarilla azul y su camiseta blanca número 22 del Galaxy, volvió a casa el viernes.

Durante más de tres horas y media, él y su familia – junto con un grupo de unos 20 voluntarios – se situaron bajo toldos de lona en el estacionamiento de la escuela secundaria a la que una vez asistió, repartiendo tarjetas de regalo por valor de unos $26.000 y mochilas llenas de comida y mascarillas de tela a trabajadores agrícolas y otras personas necesitadas.

Mientras Araujo distribuía bolsas con cepillos de dientes y otros productos de higiene, el Galaxy – que ha puesto todo el peso de su fundación benéfica al servicio de la labor comunitaria del joven jugador – sorteó balones de fútbol e hizo una contribución económica. La donación de la Fundación de Trabajadores Agrícolas Unidos fue fundamental.

En total, unas 150 familias, o 600 personas, recibieron ayuda.

Lazaro Velazquez, 55, left, and his son Enrigue, 14, wait in line with others at Lompoc High School.
Lazaro Velazquez, 55, and his son Enrigue, 14, wait for the start of the Lompoc event.
(Mel Melcon / Los Angeles Times)
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Fue la tercera vez en los últimos ocho meses que Araujo se ha reunido para ayudar a los trabajadores esenciales, que teme que muchos hayan olvidado.

“No podía ignorar el hecho de que estaba ocurriendo. Especialmente durante esta pandemia”, dijo Araujo, un chico antes tímido que ahora habla con determinación y madurez. “Merecen más reconocimiento. Hacen mucho por nuestro país. Nos mantienen, y creo que deberíamos mantenerlos”.

El viernes lo hizo.

Algunos de los que estaban en el estacionamiento habían venido directamente del campo – con sus botas y camisas de trabajo llenas de tierra haciendo una fila socialmente distanciada bajo el sol de media tarde. Todavía había gente allí cuando el sol se había puesto y empezaba a caer una lluvia fresca.

Maribel López, de 25 años, madre soltera que trabaja para Velázquez Packing, estaba aturdida tras recoger un sobre blanco que contenía una tarjeta regalo de $100.

“Ha sido un año difícil. La vida de todos ha cambiado a causa del virus”, dijo en español. “Con este dinero podemos comprar la comida que ha faltado en nuestra mesa”.

Farmworkers with Big E Produce in Lompoc prepare to take a lunch break after harvesting cabbage.
Farmworkers with Big E Produce in Lompoc prepare to take a lunch break after harvesting cabbage.
(Mel Melcon / Los Angeles Times)
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Otros no tuvieron tanta suerte, ya que los suministros se agotaron.

“La necesidad es grande”, dijo Robert Pérez, el supervisor de ayuda de emergencia de la Fundación de Trabajadores Agrícolas Unidos.

La pobreza extrema ya no es la mayor preocupación para los trabajadores agrícolas: los expertos en salud dicen que corren un alto riesgo de contraer el COVID-19. Así que, además de las dificultades tradicionales, los trabajadores luchan ahora por respirar bajo mascarillas y pañuelos, sabiendo que, con la más delgada de las redes de seguridad social por debajo de ellos, contraer el virus podría resultar devastador.

Además de atender las necesidades materiales de la gente, dijo Pérez, el compromiso de Araujo con los trabajadores agrícolas ha ayudado a llenar su vida espiritual.

Salvador Villasenor, left, a volunteer with UFW, hands a packet containing cloth masks to Lompoc resident Richard Lopez.
Salvador Villasenor, left, a volunteer with UFW, hands a packet containing 4 cloth masks to Lompoc resident Richard Lopez.
(Mel Melcon / Los Angeles Times)

“Aporta esperanza”, expresó Pérez, que termina sus mensajes de texto con ¡Si se puede! – el grito de guerra popularizado por la cofundadora de la UFW, Dolores Huerta.

“Tenemos un individuo de nuestra comunidad, una comunidad de trabajadores agrícolas, que ahora es un jugador de fútbol profesional. Cualquier tipo de inspiración o modelo a seguir como Julián es súper importante. Cuando lo combinas con el propósito de por qué estamos ahí, lo hace aún más poderoso”.

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La campaña de Araujo comenzó el verano pasado, inspirada por un video de trabajadores en el condado de Sonoma cosechando uvas con un clima de 90 grados y el humo tóxico de un incendio forestal cercano. En colaboración con su madre, proporcionó unas 350 comidas a los trabajadores sanitarios de primera línea, a los profesores y a los que trabajan en los campos de los alrededores de Lompoc. Más tarde donó $1.700 a la UFW para iniciar una campaña de recaudación de fondos, y utilizó su cuenta de Twitter para recaudar más.

Con las comidas que se llevaron a los campos, Araujo incluyó una nota: “Cuando sale el sol te pones a trabajar. Cuando se pone el sol sigues trabajando. Gracias por trabajar con tus manos, tu mente y tu corazón”.

Adam Serrano, left, Social Media Lead for the Los Angeles Galaxy, gives a soccer ball to Thalia Lopez.
Adam Serrano, social media lead for the Galaxy, gives a soccer ball to Thalia Lopez, 4, who attended the event with her mother Ruinzi Magdaleno.
(Mel Melcon / Los Angeles Times)

Sus compañeros del Galaxy, que se enteraron de la labor de Araujo por sus publicaciones en las redes sociales, lo nombraron su Humanitario del Año.

“Viene de cómo creció, de cómo veía a mis padres y a mi marido salir tan temprano por la mañana, sin importar el clima. Volviendo cansados”, dijo la madre de Araujo, Lupe, de 49 años, traductora del Distrito Escolar Unificado de Lompoc.

Jorge, de 50 años, se refirió al mismo punto de una manera diferente.

“Siempre les preguntaba: ‘¿Qué pesa más, una pala o un lápiz?’”, dijo en español, recordando las conversaciones con sus hijos. “Es mejor trabajar en una oficina, tener una educación y seguir avanzando”.

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Araujo, el menor de tres hermanos, nunca ha trabajado en una oficina, pero tampoco ha tenido que empuñar una pala.

“Desde que tenía 7 años, tal vez incluso más joven, le decía a la gente: ‘Voy a ser un jugador profesional’”, relató su madre.

Volunteer Danny Garcia, left, gives an envelope containing a $100 prepaid card to farmworker Eduardo Garcia.
Volunteer Danny Garcia, left, gives an envelope containing a $100 prepaid card to farmworker Eduardo Garcia, 48.
(Mel Melcon / Los Angeles Times)

El camino que tuvo que recorrer fue accidentado.

Su primera gran oportunidad llegó a los 16 años, cuando el Barcelona, el megaclub español, le invitó a una prueba de una semana. Esa alegría se vio envuelta en una tragedia cuando, momentos antes de que el vuelo partiera hacia España, Araujo recibió un mensaje de texto en el que se le informaba de que su mejor amigo, el que le había instado a hacer el viaje, había aparecido muerto.

Lloró durante todo el trayecto hasta Europa.

Seis meses más tarde, Araujo estaba entrenando con un equipo nacional de la categoría de edad en Florida cuando su padre le llamó. Tenía cáncer. Era grave.

De la noche a la mañana, el largo y metódico viaje de Araujo hacia el fútbol profesional adquirió una nueva urgencia: Tenía que llegar rápido para que Jorge pudiera presenciar su debut en la MLS.

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Los Angeles Galaxy soccer player Julian Araujo signs the shirt of Lompoc resident Camelia Rosales.
Galaxy player Julian Araujo signs the shirt of Lompoc resident Camelia Rosales, 5.
(Mel Melcon / Los Angeles Times)

Eso llegó la primavera siguiente, cuando Araujo, que debería haber estado terminando su último año en Lompoc High, salió del banquillo para los últimos cinco minutos del tercer partido del Galaxy en la temporada 2019, convirtiéndose en el cuarto jugador más joven de la historia de la franquicia.

Al salir del campo esa noche, Araujo le lanzó su camiseta empapada de sudor a su madre.

Dos años después, su padre, ahora camionero, ha superado la leucemia tras una serie de tratamientos de quimioterapia. Y Araujo – que en su primera temporada en 2019 cobró un salario base de $80.000 (a diferencia de otras ligas deportivas profesionales, la MLS no divulga los salarios) – ha sido convocado por la selección nacional en tres ocasiones y ha recibido el interés de clubes emblemáticos como el Tottenham Hotspur y la Juventus.

Un contrato con un club profesional europeo de ese calibre podría pagarle más en un año que lo que ha ganado su padre en toda su vida. También le daría una plataforma para su labor benéfica que se extiende por varios continentes.

Pero la gente que necesita ayuda no puede esperar, y Araujo tampoco.

“Tengo una plataforma ahora y quiero usarla. No deseo esperar a tener 20, 30 o 40 años”, dijo. “Estoy centrado en el ahora mismo, porque puede que nunca llegue a un punto en el que gane millones de dólares. Mi carrera podría terminar mañana”.

“Quiero ayudar hoy”.

Para leer esta nota en inglés haga clic aquí

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