Columna: Tiger Woods escapó con vida. Nosotros nos escapamos de más desgracias.
Metal retorcido en una mañana de febrero. Restos de un vehículo incrustado entre la maleza. Sombrío comunicado oficial sobre una superestrella en desgracia.
Cuando la noticia del accidente de auto de Tiger Woods apareció en mi teléfono el martes, el corazón se me subió a la garganta mientras los recuerdos inundaban mi cerebro.
Oh, no. Otra vez no. No otro Kobe Bryant.
Un día antes del primer aniversario del servicio conmemorativo de Bryant, la tragedia se estaba repitiendo. ¿Otro héroe del deporte que finalmente había encontrado la paz iba a dejarnos demasiado pronto? ¿Cuánto dolor podía soportar el panorama deportivo?
Afortunadamente nuestros peores temores no se hicieron realidad. Por una vez en estos horrendos 13 meses, se esquivó una muerte. Woods escapó con vida. Nosotros escapamos de nuestro dolor.
El todoterreno de Woods, que aparentemente iba a gran velocidad, dio varias vueltas de campana y acabó en un barranco del bulevar Hawthorne, en la península de Palos Verdes. Fue sacado del auto y trasladado al Centro Médico Harbor-UCLA de Torrance. Pero sobrevivió.
Sus heridas incluyen un tobillo destrozado y dos fracturas en la pierna, y al parecer pasó la tarde en el quirófano. Pero sobrevivió.
Teniendo en cuenta que no ha jugado este año tras someterse a su quinta intervención quirúrgica en la espalda en diciembre -después de haber jugado solo nueve veces en 2020-, es posible que Woods, de 45 años, no vuelva a jugar al golf en competencia. Pero ha sobrevivido.
Seguramente nunca tendrá la oportunidad de ganar los tres majors requeridos para alcanzar el récord de Jack Nicklaus de 18 campeonatos mayores, y podría quedar atrapado para siempre en un empate con Sam Snead para un récord de 82 victorias en torneos. Pero sobrevivió.
Al parecer, Woods conducía demasiado rápido, chocó con un camellón, perdió el control, se estrelló contra los árboles y volcó. Pero sobrevivió.
Los residentes de Rancho Palos Verdes dicen que la carretera donde se estrelló Tiger Woods es conocida por sus altas velocidades, curvas cerradas, colinas empinadas y accidentes.
“He visto colisiones de tráfico mortales, diría que es muy afortunado que el Sr. Woods haya podido salir vivo de esto”, dijo Carlos González, el asistente del sheriff del condado de Los Ángeles que estaba en el lugar del accidente.
¿Fatal? ¿Afortunado? Eso es un hoyo en un solo tiro. Es una oportunidad. Después de no haber podido despedirnos de Kobe, un cinturón de seguridad y un auto seguro nos han dado un momento para recordar y honrar a Woods mientras aún respira, y deberíamos aprovecharlo.
¿Y qué si sus días de golf han terminado? Siempre recordaré el video del último torneo que jugó, en el PNC Championship de diciembre, con su hijo de 11 años, Charlie. El niño imitó hábilmente el swing del padre, imitó perfectamente su golpe de puño: una cosa de belleza generacional, un retrato de amor.
¿Y qué pasa si no vuelve a llenar de aficionados las gradas? En el último torneo al que asistió, no hubo aficionados, pero sí lágrimas del ganador del Genesis Open, Max Homa, cuando el niño valenciano recibió el trofeo de manos de Woods en el Riviera Country Club. Era un chico de la ciudad natal pasando un legado de plata a otro chico en su ciudad natal, un círculo de vida bien marcado.
Es fácil olvidar que Woods era un chico del sur de California. El accidente del martes hizo que todo el mundo lo recordara de repente, la ciudad aguantó la respiración como hace un año, solo que esta vez pudo exhalar.
Busqué el primer artículo que escribí para este periódico sobre Woods. Apareció hace 28 años, cuando visité al fenómeno de 17 años en su pequeña casa de Cypress. Quería preguntarle sobre su inminente grandeza. Deseaba hablar del acoso que recibía en el golf juvenil a causa de su color.
“A veces me pregunto: ‘¿No está la sociedad jodida?’”, dijo.
A juzgar por la efusión nacional que se produjo en cuanto se supo del accidente, esa misma sociedad le abraza ahora. Parece que se le han perdonado sus problemas con los medicamentos recetados que le llevaron a un arresto por conducir ebrio en 2017.
A través del prisma de un suspiro nacional de alivio, se le está celebrando apropiadamente como un pionero que ha oscilado a través de burlas, derrotas y demonios personales para moldear una carrera destacada por su victoria de regreso en el Masters 2019.
Todo ello hizo que las palabras del agente González fueran tan sorprendentes.
“Desgraciadamente, el señor Woods no pudo mantenerse en pie por sí mismo”, dijo sobre uno de los deportistas más fuertes de la historia. “Nuestros compañeros de los Bomberos del Condado de Los Ángeles pudieron sacarlo del vehículo y lo colocaron en una camilla”.
O estas palabras.
“Mantuve en calma al señor Woods”, dijo González sobre uno de los deportistas más resistentes a la presión. “Le pregunté cómo se llamaba. Me respondió que se llamaba Tiger. Y en ese momento le reconocí inmediatamente”.
No, puede que no vuelva a jugar al golf. Pero sí, siempre será Tiger.
Mi reportaje de 1993 sobre Woods terminaba con el impaciente adolescente saliendo repentinamente de su casa, al mismo tiempo que su madre, Tida, salía corriendo por la puerta principal y perseguía su auto antes de desaparecer.
“¡Tiger!”, le gritó. “¿A dónde vas?”
Tres décadas después, una vez más, nadie sabe a dónde va Tiger Woods.
Pero gracias a Dios sigue aquí.
Para leer esta nota en inglés haga clic aquí.
The golf star was seriously injured Tuesday in a rollover crash near Rancho Palos Verdes, the Los Angeles County sheriff said.
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