Carli Lloyd en 2020: Los peores, mejores momentos cuando la estrella del futbol se reúne con su familia
En cuanto al futbol, Carli Lloyd no tuvo un 2020 feliz. Sin embargo, el año resultó ser uno de los mejores una vez que se reunió con su familia de la que estaba separada.
El año pasado fue uno de los peores de la épica carrera futbolística de Carli Lloyd. Contrajo COVID-19 (según ella), no jugó ningún partido con su equipo de la Liga Nacional de Futbol Femenino, fue titular en sólo cinco encuentros con la selección nacional femenina, vio cómo se aplazaban los Juegos Olímpicos y se sometió a una operación quirúrgica por primera vez.
Sin embargo, también ha sido uno de los mejores años de su vida, porque el tiempo de inactividad le ha permitido volver a conectar con una familia de la que lleva mucho tiempo alejada.
“Probablemente ha sido el año más emotivo que he tenido”, dijo Lloyd por teléfono desde Estocolmo, donde Estados Unidos se enfrenta a Suecia como parte de su preparación para los Juegos Olímpicos de Tokio.
Si Lloyd participa en ese partido, se unirá a sus excompañeras Kristine Lilly y Christie Rampone (de soltera, Pearce) como la tercera jugadora que ha participado en 300 partidos internacionales. Pero el verdadero hito vendrá después, cuando reciba llamadas y mensajes de felicitación de familiares con los que no se hablaba hace apenas unos meses.
Lloyd entró en 2020 habiendo pasado una docena de años sin hablar con sus padres y su hermano, un distanciamiento del que escribió en su libro de 2016 “When Nobody Was Watching: My Hard-Fought Journey to the Top of the Soccer World.”
A medida que Lloyd se volvía más independiente y rebelde después de la universidad, comenzó a abrazar las filosofías, a veces extrañas, del entrenador personal James Galanis, un hombre al que llamaba su gurú, a expensas de la relación con su familia.
En 2008, en un ataque de ira, su padre, Steve, la echó de casa, escribió Lloyd, completando la ruptura.
Cuando Steve fue operado a corazón abierto, nadie se lo dijo a Lloyd hasta mucho después. Cuando su hermana se casó, Lloyd no fue invitada a la ceremonia. Y cuando realizó la que posiblemente sea la mejor actuación en una final de la Copa del Mundo en 2015, ganando el primero de los dos premios a la Mejor Jugadora del mundo, Galanis acompañó a Lloyd a Zúrich para la gala de entrega de premios, no sus padres.
El año pasado, marginada por una pandemia mundial y por una operación de rodilla, Lloyd reflexionó sobre todo ello. Y con el final de su inigualable carrera a la vista, cortó los lazos con Galanis y llamó por teléfono a sus padres.
“Empecé a comunicarme con mi familia, los invité a mi casa. Nunca habían estado allí”, dijo. “Y después de eso ha sido, ya sabes, volver a la normalidad – 2020 ha sido definitivamente uno de los años más especiales de mi vida.
“Estoy súper agradecida de que hayamos vuelto a acercarnos. Siento que ha habido un renacimiento de mí misma. Me siento más feliz. Siento que me he quitado el peso del mundo de encima”.
Galanis, que fue presentado a Lloyd por su padre, la transformó de una talentosa, aunque indisciplinada jugadora universitaria en una de las jugadoras más técnicas y en forma del mundo. Sus métodos poco ortodoxos, que incluían entrenamientos en solitario y repeticiones alucinantes de abdominales y flexiones, hicieron que Lloyd se endureciera tanto física como mentalmente.
El año pasado, Lloyd jugó 90 minutos en la victoria por 4-0 ante México que clasificó a Estados Unidos para los Juegos Olímpicos a pesar de, según ella, haberse contagiado de COVID-19.
“De hecho, corrí 600 metros más que la siguiente jugadora”, dijo orgullosa.
Lloyd trabaja ahora con Danny Madaroski, antiguo asistente de Galanis y entrenador voluntario en la Universidad Thomas Jefferson de Filadelfia. Pero no ha perdido nada de su ventaja.
“Nunca me he sentido tan en forma en mi carrera”, dijo Lloyd. “Nunca me he sentido tan explosiva. Mi juego ha evolucionado a lo largo de los años y también me he vuelto más inteligente tácticamente”.
También ha conservado la carga que ha llevado sobre sus hombros durante gran parte de su carrera. Esa voluntad de demostrar a los que dudan de ella que están equivocados, ha alimentado su impulso y ha construido un legado que quizá nunca se pueda igualar.
Considere: Lloyd es la única jugadora, masculina o femenina, que ha marcado el gol de la victoria en dos torneos olímpicos y la única mujer con un triplete en una final de la Copa Mundial. Mia Hamm es la única otra estadounidense que ha ganado dos premios a la Mejor Jugadora del Año, pero no ha jugado 300 partidos. Y si Lloyd gana otra medalla de oro este verano, se unirá a Rampone como las únicas jugadoras que han ganado tres títulos olímpicos y dos mundiales.
“Cuando estoy entre la espada y la pared, cuando el entrenador me deja en el banquillo o cuando las cosas no van bien en el campo con el equipo, es cuando subo dos o tres peldaños”, afirma. “Algunas personas se desmoronan bajo la presión, pero a mí me encanta.
“Me encanta demostrar que la gente se equivoca. Me encanta desafiar las probabilidades”.
Puede que siga haciéndolo incluso después de los Juegos Olímpicos, que iba a ser su torneo de despedida. Para entonces tendrá 39 años, pero ahora no está tan segura de estar preparada para marcharse, citando al eterno Tom Brady, JMV del Super Bowl a los 43 años, como su inspiración.
Además, hay otro Mundial en dos años y su familia no ha estado presente cuando ha ganado uno de ellos.
“Tenerlos en mi vida al final de mi carrera creo que es realmente especial”. dijo Lloyd. “Estaban ahí al principio y ahora están ahí al final. Creo que las cosas suceden por una razón y estoy increíblemente agradecida de haber tenido tiempo para ver las cosas con claridad en 2020, para pensar, para reflexionar.
“Ha sido lo mejor que ha salido del 2020 para mí”.
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