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El alarmante incremento en reclamos de jugadores de la NFL por Parkinson y ELA

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Antes de que Chris Borland decidiera retirarse de la NFL en 2015, pasó una temporada aprendiendo sobre los riesgos a largo plazo del deporte, leyendo libros y hablando con neurocientíficos.

Nadie mencionó la enfermedad de Parkinson. Un solo artículo, dijo, hacía mención de la esclerosis lateral amiotrófica o ELA.

“Se trataba principalmente de la ETC [encefalopatía traumática crónica]”, dijo Borland, quien se retiró a los 24 años después de una destacada temporada como linebacker con los San Francisco 49ers.

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Tres años después, el número de jugadores con un diagnóstico de Parkinson o ELA que solicitaron y recibieron pagos en virtud del acuerdo de conmoción cerebral de la NFL, es significativamente mayor de lo proyectado, lo que aumenta la posibilidad de que los jugadores de fútbol profesional corran un mayor riesgo de desarrollar enfermedades neurodegenerativas de lo que se había creído previamente.

En los 18 meses transcurridos desde que entró en vigencia el acuerdo, ex jugadores y representantes presentaron 113 reclamos por Parkinson y 42 por ELA. De ellas, 81 reclamaciones de Parkinson y 30 de ELA han sido pagadas o aprobadas, con un valor combinado de $146.5 millones.

Esas cifras eclipsan las proyecciones presentadas en un informe encargado por los abogados de los jugadores, que estima que se pagarán 14 reclamaciones de Parkinson y 18 de ELA por un valor combinado de $52.6 millones, durante los 65 años de duración del acuerdo. Un informe realizado por la NFL predijo 31 reclamos pagados de ELA durante la duración del acuerdo; no proporcionó números específicos para el Parkinson.

Aunque la investigación ha establecido un vínculo entre la lesión cerebral y el aumento del riesgo de Parkinson, así como un posible vínculo entre jugar en la NFL y el incremento del riesgo de ELA, no hay consenso dentro de la comunidad científica sobre cómo el trauma cerebral repetitivo contribuye a los trastornos del movimiento. Como tal, los científicos no están seguros de por qué las tasas de ambas enfermedades entre los jubilados inscritos en el acuerdo son más altas de lo proyectado.

“Esas son cifras alarmantes”, dijo el Dr. Charles Bernick, director asociado del Centro de Salud Mental Lou Ruvo de la Clínica Cleveland en Las Vegas, e investigador principal de un estudio en curso a largo plazo de los cerebros de los boxeadores profesionales y los luchadores de artes marciales mixtas.

“Realmente no sabemos cuánto aumenta el riesgo de esas enfermedades entre los jugadores de fútbol retirados, o en deportes de combate como el boxeo. Pero si el trauma cerebral repetitivo es un factor de riesgo, debemos entenderlo. Tiene importantes implicaciones para la salud pública”.

La tasa aproximada de Parkinson en la población general incrementa con la edad, de 41 casos por 100,000 personas entre 40 y 49 años de edad, a 425 por 100,000 personas entre las edades de 60 a 74 años. Para ELA, las tasas van desde 3.8 casos por 100,000 personas entre los 40 y 49 años de edad, a 20 por cada 100,000 personas entre los 70 a 79 años.

La tasa de casos de Parkinson pagados o aprobados dentro del grupo de jubilados de la NFL inscriptos en el acuerdo, es de 471 por cada 100,000, mientras que la tasa de casos de ELA pagados o aprobados es de 174 por cada 100,000.

El portavoz de la NFL, Brian McCarthy, dijo que los números de reclamos tempranos no son necesariamente predictivos de reclamos futuros durante la vida del acuerdo.

“El [diagnóstico de] ALS y Parkinson son bastante sencillos y es poco probable que generen inquietudes sobre el fraude que haría más lento el procesamiento de los reclamos”, dijo McCarthy. “Como resultado, un porcentaje relativamente mayor de reclamaciones tempranas puede atribuirse a estas dos condiciones”.

El acuerdo, que entró en vigencia en enero de 2017, cubre a unos 17,200 jubilados registrados de la NFL y compensa a los diagnosticados con trastornos neurológicos particulares con pagos de hasta $5 millones. Mientras buscaban la aprobación para el acuerdo en 2014, la NFL y los abogados de los jugadores presentaron informes a un juez federal que buscan demostrar que el acuerdo propuesto de $675 millones estaría suficientemente financiado para cubrir todos los reclamos de más de 65 años. (La liga luego acordó pagar una cantidad ilimitada en indemnizaciones).

El informe de la NFL señala que “trató de equivocarse al exagerar” el número de jubilados que se enfermarían y calificarían para indemnización a fin de garantizar que el fondo no se quede sin dinero.

Thomas Vásquez, un asesor económico que escribió el informe de los jugadores, dijo en una reciente presentación judicial que el 80% de los ex jugadores elegibles bajo el arreglo están participando en el acuerdo, más del 59% que predijo en 2014.

Incluso con una participación del 100%, las proyecciones máximas previas del informe de 31 casos de ELA y 24 de Parkinson mayores de 65 años, están muy por debajo de la cantidad de reclamos actuales.

Vásquez no respondió a las solicitudes de comentarios.

La mayor parte de la conversación nacional en curso sobre el daño cerebral en el fútbol, se ha centrado en la investigación que conecta el deporte con un mayor riesgo de desarrollar la enfermedad de Alzheimer, otras demencias y ETC, una enfermedad neurodegenerativa relacionada con traumatismos craneales repetitivos. La ETC se asocia con disfunción cognitiva y trastornos del humor y del comportamiento, y se ha encontrado en los cerebros de más de 100 jugadores fallecidos de la NFL, incluidos los miembros del Salón de la Fama del Fútbol Americano Profesional, Mike Webster y Junior Seau.

Hasta el momento, el acuerdo ha pagado o aprobado 67 reclamaciones de muerte de ETC por un valor superior a $84.5 millones, cifras que también son más altas de lo anticipado.

Uno de los atletas más famosos diagnosticados con Parkinson fue Muhammad Ali, quien murió en 2016 a los 74 años, después de una larga batalla contra la enfermedad.

El Parkinson, un trastorno del movimiento progresivo, produce temblores, problemas de movimiento y dificultad para hablar, y está marcado por la acumulación de proteínas llamadas cuerpos de Lewy en las células cerebrales.

Un estudio reciente de UC San Francisco, que examinó las historias clínicas de casi 326,000 veteranos militares en un período de 12 años, encontró que las personas que habían sufrido una lesión cerebral previa eran más propensas a desarrollar Parkinson, en compración con las que no habían sufrido una lesión.

“El trauma cerebral ahora se reconoce como una de las cosas que aumenta el riesgo [de Parkinson]”, dijo el Dr. Codrin Lungu, director de trastornos del movimiento del Instituto Nacional de Trastornos Neurológicos y Accidentes Cerebrovasculares de los Institutos Nacionales de la Salud.

Los factores genéticos, la exposición al agua de pozo rural y ciertos plaguicidas y toxinas artificiales también aumentan el riesgo de Parkinson, dijo Codrin.

“Lo que los artículos [de investigación] que tenemos muestran es un incremento de 40% a 70% en el riesgo de Parkinson con antecedentes de trauma”, dijo. “Además, tenemos estudios en ratones que muestran que con una lesión cerebral desarrollan la misma patología degenerativa que se observa en el Parkinson”.

Cómo se relaciona eso con jugar al fútbol americano, dijo Codrin, sigue sin estar claro, en parte porque los científicos médicos no entienden las causas biológicas subyacentes del Parkinson, y en parte porque existe poca investigación específica sobre los ex jugadores y la enfermedad.

En 2012, epidemiólogos de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC), examinaron los certificados de defunción de un grupo de 3,439 retirados de la NFL que jugaron al menos cinco temporadas en la liga desde 1959 hasta 1988. El estudio encontró que mientras que los ex jugadores tenían tres veces más probabilidades de morir de enfermedades cerebrales como el Alzheimer en comparación con hombres similares en la población de Estados Unidos, su riesgo de morir de Parkinson fue “alto pero no alcanzó significación estadística”.

El Dr. Barry Jordan, ex oficial médico jefe de la Comisión de Boxeo del Estado de Nueva York y neurólogo que ha estudiado el trauma cerebral repetitivo en los deportes de combate y colisión, dijo que algunos de los jubilados de la NFL que realizan reclamos de liquidación pueden estar sufriendo de “Parkinsonismo”, no la enfermedad real, sino síntomas similares que pueden ser característicos de otros trastornos cerebrales.

Un estudio publicado en julio por investigadores de la Universidad de Boston y la VA Boston Healthcare System, descubrió que los atletas de deportes de contacto pueden estar en mayor riesgo de desarrollar demencia de cuerpos de Lewy o DCL, un trastorno cerebral que puede causar síntomas similares al Parkinson. Los atletas que habían jugado deportes de contacto durante más de ocho años, tenían seis veces más probabilidades de tener DCL que aquellos que habían jugado ocho años o menos.

“Es bien conocido que puedes tener Parkinsonismo postraumático”, dijo Jordan, director médico del Centro Nacional de Rehabilitación Rancho Los Amigos en Downey. “No tenemos los datos epidemiológicos para decir cuánto trauma aumenta el riesgo”.

El vínculo entre el trauma cerebral y la ELA es más oscuro. También conocida como la enfermedad de Lou Gehrig, afecta las células nerviosas del cerebro y la médula espinal y, en última instancia, provoca una incapacidad fatal para iniciar y controlar el movimiento muscular.

Se sabe que al menos 17 ex jugadores de la NFL han sido diagnosticados con la enfermedad, incluido el ex receptor de los 49ers y ejecutivo de la liga Dwight Clark, quien murió en junio a la edad de 61 años. El ex fullback de los New England Patriots y los Philadelphia Eagles Kevin Turner, falleció en 2016 a la edad de 46 años, fue uno de los principales protagonistas en la demanda que produjo el acuerdo, una demanda colectiva presentada por más de 5,000 jubilados que acusaron a la liga de ocultar los peligros a largo plazo de las conmociones cerebrales y los golpes en la cabeza.

El estudio de 2012 de los CDC, encontró que los ex jugadores de la NFL tenían cuatro veces más probabilidades de morir con ELA que los hombres similares de la población general.

Hace dos años, la Dra. Ann McKee, una investigadora líder de ETC, anunció en una conferencia de prensa que una autopsia del cerebro de Turner, indicó que había sufrido un caso severo de ETC que dañó la corteza motora de su cerebro y produjo los síntomas clínicos de ELA antes de su muerte.

McKee también dijo que las autopsias de los cerebros de otros 16 atletas diagnosticados con ELA, incluidos jugadores de fútbol americano y fútbol soccer, indicaron que tenían ETC.

“La ciencia no ha respondido todas las formas en que se puede obtener ELA”, dijo McKee, jefa de neuropatología en la VA Boston Healthcare System y directora del Centro ETC de la Universidad de Boston. “Ha respondido muy pocas. Puede haber docenas de mecanismos de enfermedad que conducen a los síntomas de ELA”.

Si bien cerca de 300 reclamos por Alzheimer y demencia han sido negados hasta ahora por los administradores del acuerdo, llevando a los abogados de la NFL a alegar que el acuerdo está plagado de fraude, y a los abogados de los jugadores a argumentar que la liga está obstruyendo los casos legítimos, solo nueve reclamaciones de Parkinson y dos de ELA han sido negados. Un reclamo de Parkinson ha sido retirado.

Vásquez calcula que el acuerdo pagará un total de $1.4 mil millones, $468 millones más que su estimación de 2014. Los administradores del acuerdo ya han aprobado $502 millones en reclamaciones, aproximadamente $100 millones más de lo que el informe actuarial de la NFL de 2014 estimó que se pagaría en la primera década del acuerdo.

“Aquí hay algo que está muy mal”, dijo Donald Comrie, un consultor científico que ha trabajado con la Asociación de Jugadores de la NFL y ex jugadores que se opusieron al acuerdo. “Esta es una población enferma, y no han sido adecuadamente evaluados o informados”.

En 2013, los CDC prepararon y distribuyeron una carta a los ex jugadores incluida en su estudio de 2012, advirtiéndoles que los jubilados enfrentan un riesgo elevado de morir con ELA. Borland, quien ingresó a la NFL un año después y dijo que su retiro fue “proactivo”, afirmó que nunca vio la carta.

“No recuerdo ninguna conversación relacionada con ningún trauma cerebral mientras jugaba a ningún nivel”, dijo. “Era tabú”.

Si quiere leer este artículo en inglés, haga clic aquí.

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