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Centros comerciales vacíos, tiendas cerradas: ¿el coronavirus cambiará para siempre la forma en que compramos?

Man walks at Palisades Village shopping center
El centro comercial Palisades Village, en Pacific Palisades, lucía casi desierto el sábado, mientras los californianos cumplen la orden del gobernador de quedarse en casa como precaución contra el coronavirus.
(Luis Sinco / Los Angeles Times)
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El pronóstico para los restaurantes y otros minoristas obligados a cerrar por el nuevo brote de coronavirus es tan sombrío, que se espera que muchos omitan los pagos de la renta este 1º de abril. Una gran cantidad nunca podrá volver a abrir sus puertas.

La herida económica, especialmente para los trabajadores despedidos, no tendrá precedentes.

Aunque los analistas predicen un repunte para fin de año, el nuevo panorama minorista podría ser diferente al anterior, a medida que los cierres obligatorios sacan del juego a los centros comerciales y a los comerciantes débiles. Es probable que las compras en línea capten permanentemente una parte aún mayor del dinero de los compradores, en particular para comestibles, porque los consumidores, confinados en sus hogares, se sienten más cómodos que otra persona recoja y entregue sus alimentos.

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“Después de que termine el efecto del coronavirus, muchas de las personas que están haciendo pedidos en línea en este momento continuarán haciéndolo”, esbozó el analista Robin Trantham, del proveedor de datos inmobiliarios CoStar.

Por ahora, sin embargo, las perspectivas lucen mal para las empresas cerradas por la pandemia. Los propietarios se enfrentan a una ola de pagos de alquileres atrasados por parte de inquilinos, a quienes los funcionarios públicos les ordenaron cerrar sus puertas para reducir la tasa de infección.

“Estamos a merced de este virus”, reconoció el comerciante de Los Ángeles Fraser Ross, quien renta dos tiendas en Robertson Boulevard para su elegante marca Kitson, pero no tiene la intención de emitir cheques de alquiler la próxima semana para sus propietarios. “Usted me arrendó un local para hacer ventas minoristas”, planea decirles. “No podemos tener las puertas abiertas, así que no voy a pagar la renta”.

Los observadores de la industria esperan que muchos inquilinos como Ross invoquen disposiciones en sus contratos de arrendamiento, incluyendo “fuerza mayor”, una figura que los excusa de cumplir con sus obligaciones financieras debido a circunstancias extraordinarias, fuera de su control. Las condiciones actuales son decididamente inusuales para la mayoría de las tiendas, restaurantes y otros negocios, como los gimnasios.

“Nunca hemos vivido algo a una escala tan grande; que todas las personas se queden en casa”, reflexionó Trantham.

Rodeo Drive in Beverly Hills empty
Rodeo Drive, en Beverly Hills, luce vacío el lunes. La gente se queda en casa para evitar la propagación del nuevo coronavirus.
(Carolyn Cole / Los Angeles Times)

Los paquetes federales de alivio ante el coronavirus hasta ahora no han abordado las rentas comerciales, informó Bloomberg, pero las acciones de la Reserva Federal pueden permitir a los bancos diferir los pagos de las hipotecas, lo cual daría a los propietarios más margen para retrasar el alquiler. Las disputas entre inquilinos y propietarios pronto podrían inundar los tribunales.

El propietario comercial más grande del condado de Orange, Irvine Co., le comunicó a sus inquilinos en un correo electrónico el domingo que podrían retrasar el pago de la renta durante tres meses, pero que deberán abonar la deuda total sin intereses durante un período de 12 meses a partir del próximo año.

Muchos minoristas en Irvine y en otros lugares quieren más que un retraso permitido en los pagos: desean que no se les cobre la renta por el tiempo que no pueden operar.

“No enviaremos ningún cheque, y punto”, aseguró Andy Nguyen, copropietario de la cadena Afters Ice Cream e inquilino de Irvine Co. “Somos los que estamos en la primera línea en este momento. Aceptar solos el golpe no es justo”.

Nguyen es socio en unos 50 restaurantes, incluidos Ground House Burger, Portside Fish Co. y Dough & Arrow cookies. Algunos están cerrados, mientras que otros venden comida para llevar y entregan a domicilio.

Las tiendas contaban con más de 600 empleados en total, pero más de 200 fueron despedidos. Nguyen opera con docenas de locadores y dijo que Irvine Co. es el único que ofreció un programa de asistencia de renta para los inquilinos. “Algunos propietarios nos han dicho que no, que tienen que pagar sus propias facturas”, comentó. “Otros no han respondido”.

Nguyen predijo que algunos de sus restaurantes volverán a abrir. Otros no tendrán suficientes reservas financieras para superar el desastre. “Vamos a aguantar todo el tiempo que podamos”, aseguró. “Esto es duro”.

Otro locatario de Irvine Co., el exclusivo restaurante mexicano Red O, está vendiendo comestibles, margaritas e incluso papel higiénico en la acera para mantenerse en actividad. El retraso en el pago de la renta del arrendador “nos dará el respiro que necesitamos para mantenernos en pie”, manifestó un vocero, Robbie Dye.

Palisades Village
Los trabajadores encienden lámparas de gas en el centro comercial Palisades Village, en Pacific Palisades, el pasado sábado.
(Luis Sinco / Los Angeles Times)

Rick Caruso, uno de los propietarios de centros comerciales independientes más grandes del sur de California, sigue buscando la mejor manera de ayudar a sus inquilinos, la mayoría de los cuales ya llevan varios días con sus puertas cerradas. “Francamente, aún no sabemos qué vamos a hacer, pero, por supuesto, los vamos a apoyar”, resaltó Caruso en una llamada telefónica desde su centro de Palisades Village, en Pacific Palisades.

El problema es complicado porque, consideró, las concesiones financieras deberían provenir de múltiples partes, incluidas las compañías de seguros de los inquilinos y el gobierno. “Esta es una asociación y el riesgo debe ser compartido”, afirmó. “Ciertamente vamos a hacer nuestra parte”.

Caruso mantiene a todos los más de 1.000 empleados de su compañía en la nómina durante el cierre. También optó por mantener sus centros comerciales al aire libre -incluidos el Grove en Los Ángeles y el Americana at Brand en Glendale- abiertos a los visitantes que pasean, a pesar de que la mayoría de las tiendas están cerradas y los restaurantes sólo venden comida para llevar. “Las luces brillan y la música suena”, señaló Caruso. “Esperamos que la gente encuentre un poco de alegría en un momento complicado. Estamos felices de poder hacerlo”.

El aislamiento forzado ha hecho que la pandemia sea, en cierto modo, más angustiante que otros eventos catastróficos del pasado, manifestó, en los que las personas pudieron conectarse con otros también afectados gracias a la comida y la bebida. “Como comunidad, hemos pasado por una serie de crisis juntos: terremotos, el 11 de Septiembre…”, señaló Caruso. “La diferencia ahora es que no hay lugares para reunirnos y experimentar una sensación de calidez y seguridad. Esa es una de las cosas que más me afecta. Creo que va a haber un verdadero deseo de recuperar eso”.

Los gobiernos de América Central pueden hacer poco para impedir que EE.UU deporte a los migrantes que pueden introducir casos de coronavirus en una región hasta ahora muy protegida del virus.

Mar. 30, 2020

Los ciudadanos chinos, que estuvieron antes en cuarentena, volvieron gradualmente a las reuniones públicas en estos días, para el interés de analistas y líderes empresariales estadounidenses, incluido el presidente ejecutivo de Starbucks, Kevin Johnson, quien le dijo a CNBC recientemente que el negocio de la empresa en China está “en vías de recuperación” y que tendría el 95% de sus tiendas en el país abiertas otra vez para fin de mes, incluidos los puntos de venta en la provincia de Hubei.

“Lo que está sucediendo en China es motivo de optimismo objetivo frente a la tormenta”, agregó Spencer Levy, presidente de investigación de las Américas para la empresa inmobiliaria CBRE. Más del 80% de los centros comerciales chinos están abiertos y la ocupación hotelera va en aumento, señaló. La demanda de artículos de alto costo, como casas y automóviles, es lenta, pero “las largas filas aparecen en tiendas y restaurantes de lujo debido a la demanda acumulada”.

Él espera que ocurra un patrón similar en EE.UU, pero no hasta que muchas empresas minoristas pasen por momentos oscuros que están afectando más a sus empleados. “La angustia comienza en la parte inferior de la cadena y avanza con pagos perdidos”, expresó Levy. “Necesitamos estar aquí y ahora para las personas más vulnerables”.

Organizaciones nacionales de comercio inmobiliario que incluyen el Consejo Internacional de Centros Comerciales y la Asociación de Banqueros Hipotecarios afirmaron que trabajan “para garantizar que los más vulnerables, incluidos los inquilinos, los empleados y otras personas, estén protegidos de inmediato y luego se les den las herramientas para volver a ponerse de pie poco después”, comentó Levy. También predijo que la economía de EE.UU tendrá “un duro camino por recorrer” durante las próximas seis u ocho semanas, pero que se recuperará con fuerza antes de fin de año, tal vez incluso a fines del tercer trimestre. Es posible que pasen varios años antes de que la economía regrese a la “normalidad completa”, advirtió, “pero se recuperará más rápido de lo que mucha gente piensa”.

A los 90 años, Paula Stewart ha vivido una larga y colorida vida. Apareció en Broadway con Lucille Ball. Estuvo casada con el compositor Burt Bacharach y el comediante Jack Carter. Ahora sólo quiere que su farmacia cumpla con su cometido para no tener que arriesgar su vida por surtir sus recetas

Mar. 25, 2020

Sin embargo, ¿lucirá diferente el panorama minorista después de que termine el pánico? ¿Los centros comerciales vacíos se mantendrán así a medida que los compradores, acostumbrados a mantenerse alejados el uno del otro, decidan seguir comprando en línea? Es demasiado pronto para saberlo, contestó Levy, pero no espera un cambio radical. “No acepto en absoluto [la idea de] que la gente dejará de ir a restaurantes o gimnasios u otros lugares” y no querrá reunirse, dijo. “Eso no va a pasar”.

Sin embargo, es posible que el gran cierre acelere una disminución prolongada de actividades en los centros comerciales tradicionales, que se evidenciaban ya en el cierre de tiendas de discos desde 2018 y otras el año pasado. Los cierres en enero y febrero sugirieron que podría llegar un nuevo récord en 2020, según CoStar.

“El comercio minorista ya estaba en un estado de cambio, y el coronavirus intensificará esos efectos”, remarcó Trantham. “Los centros comerciales definitivamente serán los más afectados”, consideró, porque más del 70% de sus espacios están ocupados por minoristas tradicionales, como tiendas de ropa y grandes almacenes. “Esos son los más afectados por el comercio electrónico”.

La gran mayoría de los restaurantes eventualmente reabrirán, agregó.

La desaparición lenta y continua de los centros comerciales convencionales que son básicamente una colección de tiendas “claramente podría acelerarse” por estas medidas, apuntó también George Belch, profesor de marketing en el estado de San Diego. Los centros comerciales que han invertido mucho en características “experimentales”, como restaurantes y actividades que brindan a las personas otros servicios además de comprar, estarán en condiciones de sobrevivir, consideró.

Para Caruso, la gente en el sur de California estará ansiosa por volver a disfrutar de todo cuando la pandemia haya pasado. “El espíritu humano está diseñado no sólo para sobrevivir, sino para prosperar”, manifestó. “En el momento mismo en que haya una señal de que podemos volver a la vida normal, habrá una celebración”.

Para leer esta nota en inglés, haga clic aquí.

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