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Las grandes empresas engullen a los pequeños negocios, y eso no es bueno para la economía

La tendencia a la concentración de la industria ha impulsado los beneficios de las empresas, pero también los precios al consumidor y la desigualdad de ingresos.

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Rudy Heimark comenzó a transportar cerveza en la década de 1930, conduciendo un solo camión hacia Indio y luego hacia el desierto de Mojave para saciar la sed de las tropas del Ejército que se entrenaban bajo el mando del general George S. Patton. Desde ese modesto y polvoriento comienzo, Heimark y su familia construyeron un monumento al espíritu empresarial estadounidense.

Ahora, su Triangle Distributing Co. va camino al basurero de la historia. Este viernes, su almacén de 80.000 pies cuadrados en Santa Fe Springs, una flota de 35 semirremolques y 1.800 clientes serán absorbidos por Anheuser-Busch, la cervecería más grande del mundo. La mayoría de los casi 100 trabajadores de la empresa se convertirán en una parte de la fuerza laboral de Anheuser-Busch, de 18.000 empleados.

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La venta de Triangle fue impulsada en parte por la pandemia de COVID-19, que devastó el negocio en bares y restaurantes. Pero es realmente parte de una tendencia que está transformando la economía global. Y aunque es casi seguro que esa tendencia impulsó las ganancias corporativas, la evidencia sugiere que también contribuyó al aumento de los precios al consumidor de algunos bienes y servicios, y a la desigualdad de ingresos. Algunos economistas señalan que sofocó el espíritu empresarial y las inversiones comerciales.

Para el área de Los Ángeles, la venta de Triangle significa que Anheuser-Busch -junto con otra potencia de la industria, Reyes Beverage- acaparará el 90% de la espuma que consumen los residentes locales. “Cuando hay un duopolio, los precios tienden a subir”, comentó Peter Heimark, presidente de Triangle y nieto del fundador, quien recordó los días en que 10 o más distribuidores se disputaban el mercado local.

Así sea cerveza o comida para bebés, teléfonos celulares o audífonos, atención médica, redes sociales o motores de búsqueda, los mercados de muchos bienes y servicios en toda la economía estadounidense están ahora dominados por un puñado de empresas. La pandemia y la recesión resultante en el mundo están acelerando ese cambio: los tiempos difíciles favorecen a las grandes empresas, con grandes bolsillos.

Es probable que el resultado sea más fusiones y adquisiciones de pequeñas empresas como Triangle.

Recientemente, los políticos en Washington, y aún más en Europa, comenzaron a preocuparse de que gigantes tecnológicos como Apple, Facebook, Google y Amazon hayan acumulado una enorme riqueza y poder de mercado, en parte gracias a su inmenso depósito de datos sobre los consumidores. Su escala, infraestructura e influencia con los proveedores y distribuidores ya dificultaban la competencia para las empresas emergentes o los actores más pequeños.

Pero la historia de las últimas cuatro décadas sugiere que la inquietud política puede no llegar a buen puerto. Lejos de oponerse a la concentración, Washington la ha facilitado.

A menudo, son solo dos, tres o cuatro empresas las que tienen la mayor parte de las ventas en una industria y un lugar determinados; eso es especialmente cierto en los servicios de atención médica y telefónicos. Y los gigantes tienden a dividir los mercados y evitar una fuerte competencia entre ellos. En 2008, Anheuser-Busch, una empresa estadounidense icónica, fue absorbida por una cervecera belga, InBev.

Para los expertos, el aumento de la concentración del mercado vino de la mano tanto de las fusiones florecientes (se multiplicaron casi por siete desde 1985) como de los controles gubernamentales más débiles de las leyes destinadas a mantener la competencia.

Los perros guardianes se mantuvieron en gran medida en silencio, ya sea para prevenir un monopolio o para evitar que las empresas conspiren a expensas de los trabajadores y los consumidores. “El control laxo de cientos de transacciones a lo largo del tiempo derivó en una concentración ‘progresiva’ en muchos mercados, lo cual resultó en oligopolios estrechos y firmas dominantes”, resaltó el grupo sin fines de lucro American Antitrust Institute, en un informe de abril pasado que evalúa el estado de la política de competencia de Estados Unidos.

La situación solo empeoró en los últimos tres años y medio de la administración Trump, a medida que los controles de ejecución de fusiones y consorcios disminuyeron, señaló Diana Moss, presidenta del grupo y defensora de revisiones más estrictas. “No hemos visto ningún caso de monopolio del que hablar”, resaltó.

El Departamento de Justicia de Trump intentó bloquear la fusión de AT&T con Time Warner, aunque muchos consideraron que la acción estaba políticamente motivada, lo cual refleja el problema del presidente con la cobertura que CNN, una unidad de Time Warner, realiza de su gestión. Finalmente, la maniobra no tuvo éxito.

A mediados de septiembre, el número de pequeñas empresas en funcionamiento se había reducido casi un 25% desde el comienzo del año. Las ventas generales de pequeñas compañías disminuyeron en un porcentaje similar, según un rastreador económico compilado por economistas de Harvard y otras instituciones.

Al mismo tiempo, las ganancias se dispararon para algunas de las corporaciones más grandes a medida que obtienen cada vez más participación de mercado.

Home Depot y Lowe’s ya controlaban alrededor del 80% del mercado de mejoras para el hogar, casi el doble de su participación en 2002, según Open Markets Institute, y registraron un auge de ventas y ganancias en el trimestre finalizado el 31 de julio. Las ganancias de Home Depot se incrementaron un 25% y las de Lowe’s un 65%. La situación fue similar para Walmart, que informó un aumento del 97% en sus ventas en línea.

Patrons relax at Huntington Beach Beer Co. Restaurant & Brewery
Los clientes se relajan en Huntington Beach Beer Co. La pérdida de actividad en bares y restaurantes debido a la pandemia a su vez perjudicó a los proveedores y distribuidores, dejándolos vulnerables a quiebras o adquisiciones.
(Allen J. Schaben / Los Angeles Times)

Incluso antes del COVID-19, Heimark, de Triangle, notaba los indicios; las consolidaciones significaban que menos cervecerías estaban tomando decisiones en ventas y distribución. Coors y Miller se fusionaron en 2008, y cuando Constellation, el gran importador de marcas como Corona y Pacífico, decidió hace dos años distribuir sus productos en Los Ángeles a través de Reyes, el negocio de Triangle se vio muy impactado. “Para ser competitivos y relevantes, necesitábamos acceso a otras marcas”, destacó Heimark. “La pandemia ciertamente facilitó la decisión”.

Las corporaciones y los grupos de capital privado que se apoderan de negocios más pequeños o arrendamientos abandonados no es todo lo que preocupa a Sarah Crozier, portavoz de Main Street Alliance, un grupo de defensa de pequeñas empresas. También están las desigualdades resultantes en la cadena de suministro para las pequeñas compañías que quedan en pie.

“Cuando hubo problemas de distribución en torno al papel higiénico y todo ese tipo de cosas, algunos de nuestros representantes de pequeñas empresas se quedaron al final de la línea mientras Amazon devoraba esos contratos de distribución”, expuso.

Los intermediarios, agregó, “perseguían a las grandes empresas corporativas para obtener los pedidos de distribución más grandes, y para los pequeños negocios, que tenían contratos a largo plazo con los distribuidores, ello significó estar en un campo de juego desigual”.

No todo el mundo está de acuerdo en que la concentración del mercado es negativa, incluidos los partidarios de la Escuela de Chicago de libre mercado, que ha influido enormemente en el pensamiento sobre las regulaciones antimonopolio durante la última generación.

Uno es Joe Kennedy, investigador principal de Information Technology and Innovation Foundation, un grupo de expertos no partidista. Según él, una pregunta clave es si las empresas tienen la capacidad de elevar los precios por encima de lo que harían si el mercado no estuviera muy concentrado.

Muchos no tienen esa flexibilidad, argumentó, porque ello invitaría a sus rivales al mercado para socavarlos. Kennedy agregó que las firmas grandes y dominantes pueden aumentar los márgenes de ganancia reduciendo costos, en lugar de incrementar los precios. Según los economistas, eso es lo que está sucediendo en algunas industrias con el surgimiento de las llamadas firmas superestrellas, compañías que son comparativamente innovadoras y eficientes. “La concentración está aumentando, pero no a niveles preocupantes”, agregó Kennedy, e indicó que mucho depende del lugar. “Hay que mirar a mercados específicos y no centrarse en la concentración”.

Aún así, los datos sugieren un beneficio mucho menor para el trabajador promedio o la economía en su conjunto. La productividad de Estados Unidos en general está rezagada desde 2000, y la participación del trabajo en el ingreso nacional decreció en medio del estancamiento de los ingresos familiares.

“¿Por qué hasta el COVID-19 teníamos un desempleo de alrededor del 3% y los salarios apenas se movían?”, se preguntó Barry Pupkin, un veterano abogado antimonopolio. En respuesta a su propia pregunta, expuso: “La causa es la falta de competencia. Los empleados no podían controlar el precio de sus tareas [porque] los compradores de esos trabajos tienen enormes cantidades de poder y controlan cuánto pagan por ellos”.

Sin duda, el declive de los sindicatos, el alza de la competencia extranjera y la mayor subcontratación también han influido. Mientras tanto, la proporción de personal en empresas con más de 5.000 empleados se incrementó del 28% en 1987 al 34% en 2016, según los últimos datos de la Oficina del Censo.

En Triangle, los trabajadores esperan pocos cambios cuando Anheuser-Busch se haga cargo. El gerente de almacén, Frank Barron, quien es empleado de esa firma desde hace 25 años, destacó que continuará en su puesto, con el mismo salario.

El hombre de 54 años sabe que no será lo mismo; le encantaba la cultura de empresa pequeña y familiar de Triangle, que incluía tener una puerta abierta al presidente. Pero Barron señaló que los trabajadores jóvenes pueden encontrar más oportunidades en una corporación global, y los mayores, como él, estaban satisfechos con el nuevo paquete de beneficios.

Aunque ve los riesgos de que Anheuser-Busch algún día se consolide en el área de Los Ángeles, donde tiene otras cuatro instalaciones, el futuro de Triangle, por sí solo, estaba lejos de estar asegurado. “Personalmente, fue un shock. Pensé que me iba a retirar en esta empresa”, reconoció. “Los tiempos están cambiando y lo único que podemos hacer es adaptarnos”.

Para leer esta nota en inglés, la-na-triangle-distribution.Jim-Don.02.jpg

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