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Las detenciones de migrantes que cruzan la frontera son 5 veces más altas que el año pasado

A woman hugs a child, left, in a purple hooded jacket on grassy area
Mileydi Barrela, de 26 años, y su hija Zoe, de 8, de Honduras, esperan abordar un autobús para ser procesadas por la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de Estados Unidos en el Valle del Río Grande de Texas el 2 de junio, después de cruzar la frontera desde México.
(Gary Coronado / Los Angeles Times)
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En las horas previas al amanecer de un día lluvioso la semana pasada, decenas de mexicanos y centroamericanos cruzaron el Río Grande y remontaron las orillas del caudal hasta llegar al Valle de Texas.

Los agentes de Aduanas y Protección Fronteriza de Estados Unidos estaban cambiando de turno, el mejor momento para los traficantes de personas que intentan evadir a las autoridades.

Pero los agentes estaban esperando. Algunas familias y jóvenes que viajaban solos deseaban solicitar asilo y se entregaron. Muchos de los adultos se escondieron en los campos empapados por la lluvia hasta que los oficiales los localizaron con gafas de visión nocturna, perros y helicópteros.

Varios de los hombres corrieron a través de campos de algodón hasta que el lodo estancó sus zapatos y colapsaron en los caminos agrícolas, exhaustos y derrotados.

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An agent in uniform, left, speaks with a woman seated next to a child
El agente de la Patrulla Fronteriza, Jesse Moreno, habla con la migrante Kelyn Castro de El Salvador en La Joya, Texas, el 2 de junio de 2021. Ella y su hijo José Anderson Castro, de 6 años, cruzaron a Estados Unidos sin documentos migratorios.
(Gary Coronado / Los Angeles Times)

Era una escena recurrente. Los datos recientemente publicados muestran que los migrantes fueron detenidos 180.034 veces en la frontera sur el mes pasado, casi ocho veces el total durante mayo de 2020 y una de las cantidades mensuales más altas de los últimos años.

Eso elevó el total de detenciones para el año a 711.784, casi cinco veces el total durante el mismo período del año pasado, aunque las comparaciones directas son difíciles debido a una política implementada temprano en la pandemia de COVID-19 que aumentó drásticamente el número de personas que han sido capturadas varias veces.

Desde marzo de 2020, el gobierno ha expulsado sumariamente a los migrantes a México utilizando una oscura ley de salud pública de 1944, lo que les brinda la oportunidad de intentar cruzar nuevamente de inmediato.

El reciente aumento en los cruces ha tenido un precio trágico: entre octubre y finales de abril, al menos 148 migrantes murieron a lo largo de la frontera, según la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de Estados Unidos.

En el Valle del Río Grande, donde hubo 50.793 detenciones el mes pasado, en comparación con las 3.698 de mayo de 2020, los agentes de la Patrulla Fronteriza responden a aproximadamente una muerte por semana.

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La mayoría de los migrantes se ahogaron en el río y los canales cercanos, o se perdieron en los ranchos y murieron de exposición al sol, así como de deshidratación, mientras intentaban adentrarse más en Texas, indicaron agentes de la Patrulla Fronteriza.

Entre los detenidos la semana pasada se encontraba José Leónidas, un salvadoreño de 38 años que estaba sentado, mojado y enlodado cerca de un campo al norte de la orilla del río, esposado a una cadena de 10 compañeros migrantes.

“Queremos buscar asilo”, señaló.

El agente de la Patrulla Fronteriza, Jesse Moreno, explicó que, al comienzo de la pandemia, la administración Trump creó una política que prohíbe a la mayoría de los migrantes buscar asilo. El presidente Biden continuó con esa norma, eximiendo solo a las personas menores de 18 años que llegan a la frontera sin la compañía de adultos. Salvo raras excepciones, el resto son expulsados a México.

A Border Patrol agent, right, stands near a line of migrants waiting near a bus
El agente de la Patrulla Fronteriza, Jesse Moreno, derecha, espera en La Joya, Texas, con migrantes subiendo a los autobuses el 2 de junio de 2021, para ser procesados después de que cruzaron sin documentos desde México.
(Gary Coronado / Los Angeles Times)

“No queremos ir a México”, señaló Leónidas.

Pero conocía el procedimiento. Ya había cruzado la frontera la semana anterior, había sido atrapado por la Patrulla Fronteriza y enviado de regreso a México, solo para volver a intentarlo.

El padre de tres hijos comentó que había estado desempleado y se fue a Estados Unidos para reunirse con familiares en Virginia después de que la economía y la violencia de las pandillas en El Salvador empeoraran durante la pandemia.

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Los contrabandistas le habían cobrado 5.000 dólares. Después de que él y otros dos hombres de su grupo fueron secuestrados en la ciudad fronteriza mexicana de Reynosa, su familia pagó $500 adicionales en rescate.

“No podemos procesarlo”, expresó Moreno.

Preguntó cuántos de los hombres del grupo habían cruzado la frontera antes. Aproximadamente la mitad levantó la mano.

Masked people wait in line, some carrying items in clear plastic bags
Migrantes que cruzaron sin documentos a Estados Unidos esperan para abordar un autobús para ser procesados por la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de Estados Unidos el 2 de junio de 2021 en La Joya, Texas.
(Gary Coronado / Los Angeles Times)

Leónidas explicó que regresar a El Salvador no era una opción, principalmente porque su familia aún les debía dinero a los contrabandistas.

“¿Cómo puedo volver cuando no puedo pagar?”, comentó. “No voy a regresar”.

Los agentes acababan de cargar a los hombres en una camioneta para ser expulsados a México cuando sus radios crepitaron con informes de que media docena de migrantes más habían sido vistos cerca. Corriendo a la escena, atraparon a los hombres corriendo por otro campo.

“¡Agua!”, jadeó Oney Figueroa Asencio, un hondureño de 22 años que colapsó, sin zapatos y sin aliento, cubierto de lodo.

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Los agentes le entregaron una botella de agua y le advirtieron que la bebiera lentamente. Tragó saliva, se atragantó y vomitó mientras el resto del grupo se sentaba esposado junto a un camión de la Patrulla Fronteriza.

A man pours a bottle of water over another man's head as they sit on a muddy ground next to a third man
Oney Figueroa Asencio, de 22 años, de Honduras, en el centro, se derrumba por agotamiento tras intentar huir de los agentes de la Patrulla Fronteriza en McAllen, Texas, el 2 de junio de 2021. Junto a él están esposados sus compatriotas Eduardo Mejía, de 34 años, a la izquierda, y Antonio Herrera, de 42 años, también de Honduras, que esperan esposados con él. Fueron capturados por en el Valle del Río Grande de Texas después de cruzar la frontera entre Estados Unidos y México ilegalmente el miércoles 2 de junio de 2021 en McAllen.
(Gary Coronado / Los Angeles Times)

Junto a él, el también hondureño Antonio Herrera, de 42 años, señaló que era la segunda vez que intentaba cruzar la frontera. Había venido con su hija de 7 años unos meses antes, con la esperanza de que recibiera un tratamiento para la inflamación de su cerebro. Pero ambos fueron expulsados a México. Esta vez, Herrera, un obrero de una fábrica, indicó que dejó a su hija con la promesa de enviar a buscarla.

“Quiero un mejor tratamiento para ella, pero no nos dan permiso” para solicitar asilo, señaló.

Más tarde esa mañana, a unas 20 millas al oeste, los agentes encontraron alrededor de 100 migrantes en varios grupos, tanto familias como niños que viajaban sin acompañantes. La mayoría se había entregado.

Moreno examinó las filas de migrantes que esperaban para abordar los autobuses hacia las áreas de detención de la Patrulla Fronteriza.

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Una niña salvadoreña de 4 años sujetaba una muñeca rubia. Una mujer guatemalteca tapó los oídos de su hijo de 8 años mientras explicaba cómo la habían violado en México.

Otros migrantes le insistieron a Moreno que no habían tenido ayuda para cruzar la frontera a pesar de que llevaban brazaletes de plástico, emitidos por traficantes para indicar que habían pagado para cruzar, etiquetados como “Entregas”.

“Esta es una tarea abrumadora”, expresó Moreno.

La gran mayoría de los migrantes atrapados cruzando la frontera sin documentos en mayo eran adultos, más del doble del número de familias y jóvenes no acompañados juntos.

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Diana Salamanca, de 25 años, de El Salvador, y su hija Tatiana Vázquez, de 4, esperan con otras personas para abordar un autobús para ser procesadas por la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de Estados Unidos en el Valle del Río Grande de Texas.
(Gary Coronado / Los Angeles Times)
A woman and a girl wait with other people in a grassy area
Los migrantes que cruzaron ilegalmente la frontera entre EE.UU y México en el Valle del Río Grande, en Texas, esperan para subir a un autobús y ser procesados por la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de Estados Unidos.
(Gary Coronado / Los Angeles Times)

A principios de este año, la Patrulla Fronteriza se vio abrumada en su tarea de procesar a los jóvenes migrantes. Pero el hacinamiento y los retrasos han disminuido desde que el Departamento de Salud y Servicios Humanos de Estados Unidos abrió más refugios para jóvenes migrantes.

Hasta el miércoles, 668 niños migrantes estaban bajo la custodia de la Patrulla Fronteriza y 16.250 en instalaciones de Salud y Servicios Humanos.

Los funcionarios señalaron que estaban preocupados de que más migrantes eludieran la Patrulla Fronteriza en el Río Grande en el verano, embarcándose en un viaje a veces mortal.

Los contrabandistas los conducen a unas 75 millas al norte, los dejan justo al sur de los puntos de control de la Patrulla Fronteriza y los dirigen a caminar, a menudo millas, a través de arbustos espinosos hasta un punto de recogida. No hay senderos claros, el agua escasea y las temperaturas en verano pueden superar los 100 grados Fahrenheit.

A Border Patrol agent in uniform navigates muddy ground and low tree branches
El agente de la Patrulla Fronteriza del Valle del Río Grande, Jesse Moreno, busca a los migrantes que cruzaron ilegalmente la frontera entre México y Estados Unidos el 2 de junio de 2021, en Mission, Texas.
(Gary Coronado / Los Angeles Times)

En el condado de Brooks, hogar del puesto de control de la Patrulla Fronteriza más grande de la zona, se han encontrado los restos de 37 migrantes en lo que va del año, en comparación con los 34 de todo el año pasado.

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Brandon Copp, un agente supervisor de la Patrulla Fronteriza que dirige el Programa de Migrantes Desaparecidos de la agencia en el Valle del Río Grande, subrayó que su equipo ha comenzado a instalar letreros y balizas de rescate equipadas con cámaras para ayudar a localizar y asistir a los migrantes varados.

“Estamos aprendiendo todo lo que podemos para mitigar las muertes”, señaló.

Desde el 3 de junio, los agentes de la Patrulla Fronteriza y los oficiales del Departamento del Sheriff en Brooks han respondido a varias llamadas de teléfonos celulares de migrantes perdidos, rescatando a un hombre el lunes y a otro el martes.

También encontraron cinco conjuntos de restos. Tres de ellos, dos hombres de Honduras y uno de México, han sido identificados. Las otras dos son mujeres. Los investigadores todavía estaban trabajando el miércoles por la noche para conocer sus nombres y nacionalidades.

La redactora del Times Molly O’Toole en Washington contribuyó a este artículo.

Si quiere leer este artículo en inglés, haga clic aquí.

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