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Las vacunas son grandiosas, pero ¿dónde están los tratamientos para el COVID-19?

A nurse in protective gear bends over a woman lying in a hospital bed next to a dialysis machine
Una enfermera prepara a un paciente con COVID-19 para diálisis.
(Irfan Khan / Los Angeles Times)
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Desde los primeros días de la pandemia, todos hemos querido saber cuándo y cómo terminará.

Muchos de nosotros asumimos que las vacunas contra COVID-19 eran la respuesta, y el gobierno de Estados Unidos invirtió más de $18 mil millones en la Operación Warp Speed para desarrollarlas y probarlas. Esa investigación ha producido tres antígenos autorizados, hasta ahora, que son altamente efectivos no solo contra el virus original, sino también contra sus muchas variantes, incluida la variante Delta que es altamente transmisible.

Y, sin embargo, la pandemia persiste.

Afortunadamente, la vacunación no es la única herramienta de nuestro arsenal. Los investigadores asimismo están experimentando con una amplia variedad de medicamentos que pueden ayudar a reducir las hospitalizaciones y muertes por COVID-19. Eso también podría poner fin a la pandemia.

Pero no será fácil.

“Los virus mutan fácilmente, por lo que suelen escapar rápidamente de cualquier intervención terapéutica”, señaló Juliet Morrison, microbióloga de UC Riverside. “Cualquier antiviral debe apuntar a múltiples aspectos del ciclo de vida viral para que no seleccione la resistencia”.

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Eso significa encontrar una sola pastilla que pueda alterar no solo la forma en que el coronavirus ingresa a las células, sino también la manera en que se copia a sí mismo. Igualmente debería poder manipular el caparazón que fabrica el virus para proteger su código genético.

“Hay como 30 proteínas diferentes que codifica el SARS-COV-2 y todas ellas son objetivos potenciales”, explicó.

Cuando se trata de los casos más graves de COVID-19, es importante saber que no es el virus en sí lo que lleva a las personas a la unidad de cuidados intensivos (UCI), sino la respuesta del sistema inmunológico al virus, agregó Morrison.

Eso significa que el tratamiento más efectivo detendría el coronavirus antes de que haga que el sistema inmunológico se vuelva loco. Pero eso tendría que suceder desde el principio, en muchos casos, antes de que las personas sepan que están infectadas.

“Ese es un gran problema”, indicó.

Los científicos están decididos a triunfar a pesar de estos obstáculos. En junio, la administración de Biden anunció una inversión de $3 mil millones para acelerar el descubrimiento, desarrollo y fabricación de medicamentos antivirales para pacientes con COVID-19. El objetivo final es crear una pastilla que se pueda recetar inmediatamente después de que un paciente reciba un resultado positivo en la prueba de coronavirus.

Puede parecer una tarea difícil, pero los expertos dicen que esto podría suceder antes de fin de año.

“Tengo muchas esperanzas”, admitió la Dra. Aneesh Mehta, jefa de servicios de enfermedades infecciosas del Hospital Universitario de Emory. “Tenemos muy buenos candidatos”.

Hasta entonces, los médicos tendrán que depender de terapias que se crearon para tratar otras enfermedades.

Mehta habló con el Times sobre qué medicamentos están disponibles actualmente para los pacientes con COVID-19, cómo se tratará la enfermedad en el futuro y cómo el esfuerzo por crear un medicamento antiviral capaz de detener el coronavirus también podría ayudar a prevenir, o al menos acortar, otras pandemias en los próximos años.

¿Cómo tratan los médicos a las personas con casos leves de COVID-19 ahora?

Si tiene COVID-19 y está levemente enfermo, usar anticuerpos monoclonales [proteínas que imitan a los defensores inmunitarios del propio cuerpo] es una excelente opción.

Esto ha disminuido la cantidad de pacientes que necesitan ir al hospital, y la buena noticia es que una dosis debería ser suficiente para cubrir su tratamiento durante el curso de vida del COVID.

Pero no todo el mundo puede conseguirlos, ¿verdad?

Una de las limitaciones importantes es que casi siempre tienen que administrarse por vía intravenosa, por lo que generalmente solo los usamos para pacientes con factores de riesgo como enfermedades cardiovasculares, diabetes, enfermedades pulmonares y personas mayores.

Si continúan funcionando en el futuro, podemos ampliar su uso.

¿Cómo se trata a pacientes muy enfermos?

Para los pacientes lo suficientemente enfermos como para estar en el hospital y necesitar oxígeno, existen dos tipos de tratamientos recomendados por los Institutos Nacionales de Salud.

Uno es antiinflamatorio, que amortigua la respuesta inmunitaria. El otro es un antiviral, que actúa deteniendo directamente la replicación del virus.

Comencemos con el enfoque antiinflamatorio. ¿Qué medicinas son estas?

El principal antiinflamatorio que usamos es la Dexametasona, un esteroide que se usa para muchas otras afecciones. Se ha demostrado que reduce el riesgo de morir por COVID si está en el hospital y recibe oxígeno.

El Baricitinib, que se usa para la artritis reumatoide y otras enfermedades autoinmunes, es más caro, pero lo utilizamos en algunos pacientes que no pueden recibir Dexametasona. Esos son los dos principales antiinflamatorios que se utilizan en Estados Unidos.

¿Qué medicamentos antivirales está usando?

Remdesivir está aprobado para pacientes que se encuentran en el hospital y que reciben oxígeno convencional a través de cánulas nasales. Para los pacientes más enfermos, puede que no sea tan eficaz.

¿Alguna vez ha combinado estos dos enfoques?

Sí. Por lo general, los usamos juntos, por lo que atacamos tanto al virus como a la inflamación que crea el virus. Para la mayoría de las personas, la combinación reduce el riesgo de muerte y la cantidad de tiempo que pasan en el hospital.

¿Algún otro tratamiento?

El Tocilizumab, que bloquea un sistema químico en el cuerpo que conduce a la inflamación, puede reducir el riesgo de muerte en pacientes que están progresando rápidamente hacia la UCI.

La Organización Mundial de la Salud indicó recientemente que medicamentos como Tocilizumab reducen las probabilidades de muerte en un 13% en comparación con la atención estándar. Honestamente, eso no parece mucho.

La reducción del riesgo es moderada, pero para determinados pacientes puede ser una herramienta muy útil.

Al igual que todo lo demás en el tratamiento para el COVID, no hay fórmulas mágicas. Requiere que los equipos médicos utilicen todas las herramientas del arsenal para ayudar a los pacientes, y eso incluye cuidados de apoyo.

Hasta ahora, los medicamentos contra el COVID-19 se han probado principalmente en pacientes hospitalizados. ¿Pueden también ayudar a los pacientes con enfermedades más leves?

Al comienzo de la epidemia, la gran mayoría de los ensayos clínicos se realizaron en pacientes lo suficientemente enfermos como para estar en el hospital. Pero, como sabemos, eso fue solo la punta del iceberg de los contagios.

Recientemente, ha habido un gran impulso, aquí en Estados Unidos y a nivel mundial, en el estudio de tratamientos para aquellos que no están lo suficientemente enfermos como para estar hospitalizados. Los antivirales y los anticuerpos monoclonales pueden ser más eficaces al principio de la enfermedad; esta es realmente un área importante que debemos explorar.

También estamos estudiando cómo obtener estos medicamentos para que los pacientes puedan usarlos en casa y no utilizar un espacio vital del hospital.

¿Qué tan difícil es convertir un medicamento intravenoso en forma de píldora?

Esa es una pregunta que muchos de nosotros tenemos. Los médicos prefieren darles a los pacientes cosas que les resulten más fáciles de tomar. Pero existen dificultades para conseguir que algunos de los agentes bioquímicos adquieran una forma lo suficientemente estable como para pasar por el tracto digestivo y por todo el cuerpo.

Ahora tenemos píldoras antivirales en ensayos clínicos. Pero los anticuerpos monoclonales son difíciles de administrar en forma de píldoras porque son una proteína que puede volverse inestable en condiciones inadecuadas.

Los científicos del gobierno han dicho que esperan ver una pastilla antiviral para fines del otoño. ¿Eso parece posible?

Tengo muchas esperanzas de que tengamos un medicamento antiviral oral para las personas con COVID para fin de año. Tenemos muy buenos candidatos, incluido el Molnupiravir, que fue desarrollado en Emory.

Nos encantaría estar en una situación como la que tenemos con la influenza, donde a los pacientes se les diagnostica en una clínica o durante una atención de urgencia y luego se les receta una pastilla que pueden tomar en casa y que evitará que se enfermen más.

Parece que mucha gente asume que la próxima pandemia también será causada por un virus. ¿Por qué es eso?

La próxima pandemia podría provenir de bacterias u hongos, pero lo más probable es que provenga de un virus. Les resulta fácil propagarse. Son pequeños, difíciles de detectar y hay varias formas en que pueden infectar el cuerpo y atravesarlo.

Por eso es importante que tengamos un plan fundamental de preparación para una pandemia que incluya la vigilancia de nuevos virus y buenas plataformas para desarrollar tratamientos para estos virus, así como la capacidad de probarlos muy rápidamente.

Tenemos que aprender de cada pandemia cómo estar mejor preparados para la próxima.

Esta entrevista fue editada por su extensión y para mayor claridad.

Si quiere leer este artículo en inglés, haga clic aquí.

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