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¿Ómicron? A muchos estadounidenses la nueva variante los tiene sin cuidado

Tripulantes de vuelo de Air China con trajes para materiales peligrosos
Tripulantes de vuelo de Air China con trajes para materiales peligrosos caminan por el área de llegadas del Aeropuerto Internacional de Los Ángeles (LAX), el 30 de noviembre. Estados Unidos y una lista creciente de países han restringido los vuelos desde países del sur de África por irrupción de la variante Ómicron del COVID-19, la semana pasada, en Sudáfrica.

(Jae C. Hong/Associated Press)
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Donna Smith estaba vacunada, con dosis de refuerzo y todo, y lista para viajar.

Entonces aparecieron noticias de una nueva variante de COVID-19 de rápida propagación, Ómicron, que levanta el espectro de una nueva ola de infecciones, hospitalizaciones y muertes.

Hace un tiempo, esas noticias podrían haberla alarmado, pero ahora no. No tiene ninguna intención de cambiar sus planes para pasar la Navidad con sus hijos en las Montañas Apalaches, de Tennessee, y luego emprender una gira por el suroeste en su casa rodante. “Hay que vivir la vida”, expresó Smith, de 53 años. “El virus estará con nosotros para siempre; tenemos que acostumbrarnos”.

Cuando los mercados financieros se estremecieron y los líderes mundiales contemplaron nuevas restricciones de viaje en respuesta a la variante, muchos estadounidenses tuvieron una reacción muy diferente: que fastidio.

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Después de casi dos años y 780.000 muertes en EE.UU, la fatiga y el fatalismo se convirtieron en una parte tan importante de la vida pandémica como las dosis de refuerzo. Y parece improbable que la aparición de una nueva variante, al menos una tan poco conocida como Ómicron, lo modifique. “No puedo creer que todavía estemos pasando por esto”, remarcó Lisa Cotton, de 56 años, propietaria de un puesto de lustrado para calzado en el centro de Minneapolis.

La mujer está vacunada y exhausta. La actividad ha sido más lenta que en años anteriores, pero se está recuperando a medida que las oficinas vuelven a abrir. ¿Su nivel de precaución? Sin cambios.

Cotton planea trabajar durante las vacaciones de Navidad y también hacer trabajos de catering. “Con suerte, los casos podrían no aumentar demasiado”, expresó.

Poco se sabe sobre Ómicron, cuyo descubrimiento en Sudáfrica se anunció la semana pasada. Desde entonces, la variante se ha detectado en Europa, Asia y Canadá. La Organización Mundial de la Salud (OMS) afirma que presenta un riesgo “muy alto” de propagación global y que, en función de sus mutaciones, podría ser menos susceptible a las vacunas actuales.

Hasta el martes, no se había encontrado en Estados Unidos, pero el principal asesor de pandemias de la Casa Blanca, el Dr. Anthony Fauci, indicó que “no se sorprendería” de que ya estuviera aquí.

Los expertos coinciden en que saber más sobre Ómicron tal vez lleve meses. Sus efectos podrían ser catastróficos y hacer retroceder al país y al mundo en la batalla contra el COVID-19, o podría ser una variante relativamente benigna que se propaga rápidamente pero causa poco daño.

Viajeros llegan al Aeropuerto Internacional Newark Liberty, en Nueva Jersey.
Viajeros llegan al Aeropuerto Internacional Newark Liberty, en Nueva Jersey. Las acciones en la industria de viajes y aerolíneas cayeron en los últimos días a medida que crecen los temores sobre la propagación y la gravedad de la variante Ómicron.


(Spencer Platt/Getty Images)

“Realmente es demasiado pronto para decir lo que significa”, señaló Georges Benjamin, presidente de la Asociación Estadounidense de Salud Pública. “El hecho de que tenga tantas mutaciones es en verdad preocupante, pero dependerá de la facilidad con la que evade la vacuna, si es que lo hace”. “Es muy infecciosa en todos los aspectos, pero en una parte del mundo con tasas de vacunación muy bajas [África], por lo cual su impacto en poblaciones de alta inmunización no ha sido probado”, agregó.

Los estadounidenses parecen estar atentos a los pedidos de evitar el pánico. Una encuesta publicada esta semana por YouGov encontró que el 21% de los adultos en el país estaban “muy preocupados” por Ómicron. Un 33% estaba “algo preocupado”, mientras que el 45% restante “no estaba muy preocupado”, “no estaba preocupado en absoluto” o “no estaba seguro”.

Para muchos, la confusión sobre cómo se propaga el coronavirus, los cierres, la escasez de papel higiénico de los primeros días de la pandemia quedaron relegados a la memoria lejana debido a la oleada tras oleada que siguieron.

Se suponía que este diciembre sería una temporada de vacaciones para los vacunados. Los expertos habían autorizado al 59% de los estadounidenses que están vacunados a regresar a una apariencia de vida prepandémica: abordar vuelos y congregarse en hogares, sin mascarillas, para las muy anheladas reuniones familiares. Y eso es exactamente lo que muchos planean hacer.

“Ya lo superé”, confesó Soffia Wardy, de 54 años, quien tiene una tienda de regalos en Aspen, Colorado, y escribe libros sobre comida. “Hacen sonar las alarmas sobre Ómicron tan fuerte porque no saben qué tan agudo es”, dijo. “¿Entonces, qué vamos a hacer?”.

Wardy recibirá a decenas de personas este mes en varias fiestas navideñas. “Ojalá tuviéramos una bola de cristal para ver qué pasa ahora con Ómicron y esta pandemia, porque parece que avanzamos en círculos”, concluyó.

A Ted Cotrotsos, un diseñador gráfico en Seattle, le preocupa qué tan bien funcionarán las vacunas actuales con Ómicron. “Es lo desconocido lo que le hace preocupante”, comentó el hombre de 65 años. “Simplemente no sabemos cuánta protección tenemos en verdad”.

Aun así, él y su esposa, ambos vacunados, planean vacacionar con amigos este mes en el sur de California. “Parece que vamos abriendo camino constantemente a través de este alfabeto griego”, dijo, sobre la última variante. “En algún momento, espero que podamos adelantarnos a este virus”.

Otros, incluidos aquellos que han estado en la primera línea de la pandemia, están menos tranquilos con la nueva variante.

El Dr. Iván Meléndez, el principal funcionario de salud en el condado de Hidalgo, Texas, donde el COVID-19 afectó mucho a las familias latinas que se reunieron para las fiestas anteriores, predijo que las infecciones por Ómicron podrían seguir el mismo curso que las de la variante Delta.

Esa cepa elevó el promedio de infecciones diarias en su región de 48 a 600 durante el verano. Ahora la tasa volvió a 48, un 90% de ellos entre los no vacunados. Su consejo: “Asuma que [las personas] tienen COVID a menos que se demuestre lo contrario”.

Priscilla García, una enfermera de 40 años que reside en el Valle del Río Grande de Texas, pasó la mayor parte de la pandemia haciendo precisamente eso.

Después de que sus padres murieran por COVID-19 el año pasado -ella también se infectó- apareció en anuncios de servicio público instando a las personas a tomarse la pandemia en serio.

Solo recientemente su cautela comenzó a disminuir. “Fui al centro comercial el otro día. Era por la mañana, así que no había mucha gente”, comentó. “Luego escuché sobre Ómicron, y me dije: ‘¡Oh no, otra vez!’. Estoy en un punto en el que ya no sé qué pensar”, agregó. “Desde que tuve COVID y lidié con la pérdida [de familiares], ¿qué más puede suceder?”.

Kaleem y Lee informaron desde Los Ángeles y Hennessy-Fiske desde Houston. Los redactores del personal de The Times Jenny Jarvie, en Atlanta, y Emily Baumgaertner, en Los Ángeles, contribuyeron con este informe.

Para leer esta nota en inglés, haga clic aquí.

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