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Entre los 53 migrantes que murieron en Texas se encontraba esta pareja hondureña con estudios universitarios

A woman and a man embrace and smile at each other.
Margie Támara Paz Grajeda, a la izquierda, y Alejandro Miguel Andino Caballero en Honduras.
(Karen Caballero)
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Alejandro Miguel Andino Caballero casi había terminado sus estudios universitarios de mercadotecnia. Su prometida, Margie Támara Paz Grajeda, había obtenido el título de economista. Ambos veían la educación como un medio para lanzar sus carreras y superar sus humildes orígenes en Honduras, donde la pobreza endémica, la delincuencia y la corrupción han impedido cualquier vía de progreso social.

Pero pocas puertas se abrieron para la ambiciosa pareja de jóvenes. La pandemia y los dos grandes huracanes de los últimos años no hicieron más que empañar las perspectivas económicas de una de las naciones más pobres del hemisferio.

Así que, como muchos de sus compatriotas, Caballero, de 23 años, y Paz Grajeda, de 24, enfilaron hacia Estados Unidos. Junto a ellos estaba el hermano de Caballero, de 18 años, que también había perdido la esperanza de un futuro mejor en Honduras.

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“No se fueron porque quisieran abandonar sus vidas en Honduras, o porque no les gustara su país, o porque quisieran abandonar a sus familias”, dijo el viernes por teléfono la madre de los hermanos, Karen Caballero, desde su casa en Las Vegas, Honduras. “Se fueron porque aquí no tenían oportunidad de progresar”.

Two women embrace.
Karen Caballero perdió a dos hijos en la tragedia del tractocamión en Texas.
(Delmer Martinez / Associated Press)

Los tres estaban entre las 53 personas -la mayoría, si no todas, de América Central y México- que perecieron después de ser contrabandeadas en un remolque cerrado que fue descubierto el lunes en las afueras de San Antonio. Se trata de una de las tragedias de tráfico de personas más mortíferas de la historia de Estados Unidos.

Mientras las autoridades siguen identificando a las víctimas y notificando a sus familiares, las autoridades han ido publicando poco a poco los nombres de las personas que murieron en el camión, apodado el “remolque de la muerte” por la prensa latinoamericana. Sus historias han resonado profundamente en una región en la que la emigración, a pesar de sus peligros, ha sido durante mucho tiempo el único camino para ascender económicamente en muchas comunidades.

Fernando José Redondo Caballero.
Fernando José Redondo Caballero tenía 18 años.
(Karen Caballero)

Los que emigran son luchadores, buscadores de oportunidades, deseosos de mejorar su suerte y de ayudar a sus parientes en sus países de origen. Algunos de los que iban a bordo del remolque procedían de zonas rurales y tenían pocas oportunidades de plantearse una vocación profesional. Dos de los muertos eran primos y vivían en una comunidad indígena del norte de Guatemala.

El caso de los hermanos Caballero y Paz Grajeda es distinto. No encajan en el estrecho estereotipo de los migrantes.

A pesar de las dificultades económicas, Caballero y su prometida trataron de permanecer en su país, estudiando y esperando conseguir un trabajo bien remunerado. En un momento en que la política de Estados Unidos se centra en la creación de empleo en Centroamérica para disuadir la emigración, su historia dramatiza cómo incluso muchos jóvenes con talento que aspiran a hacer carrera en su propio país se han visto frustrados.

“Tenían sus sueños, sus metas”, dijo Karen Caballero, todavía conmocionada por la pérdida de dos hijos y de una mujer a la que veía como su futura nuera.

Caballero y Paz Grajeda se conocieron en la escuela secundaria y habían estado juntos desde entonces, dijo su madre. Ambos asistieron a la universidad en la ciudad de San Pedro Sula, 60 millas al norte de Las Vegas.

Pero el título de Paz Grajeda sólo le proporcionó un trabajo mal pagado en un centro de llamadas. Caballero también tuvo problemas para encontrar trabajo y ayudó en el restaurante familiar ubicado en Las Vegas, una ciudad agrícola y minera de 26.000 habitantes.

En la prensa latinoamericana circularon fotografías de cuentas de redes sociales que mostraban a Paz Grajeda navegando en un kayak, a ella y a Caballero abrazados, y a la pareja y al hermano menor de Caballero, Fernando José Redondo Caballero, cargados de equipaje y sonriendo para la cámara, aunque no estaba claro cuándo y dónde se tomaron las imágenes.

Fue Fernando José, un adolescente aficionado al fútbol y a la poesía, quien se mostró inicialmente entusiasmado por ir a Estados Unidos. A diferencia de su hermano mayor, había abandonado la escuela y mostraba poco interés por lo académico.

“Imagínate, mamá, si aquí no hay trabajo para los que estudian, ¿qué le queda a alguien como yo que no estudió?”, le dijo Fernando a su madre, informó BBC Mundo.

Su hermano mayor y su prometida acabaron por apuntarse. Comenzaron a planear el viaje hace más de seis meses. “Esto no fue algo que tomamos a la ligera”, dijo Karen Caballero, de 42 años, quien tiene una hija de 22 años y un nieto pequeño que aún está en Honduras.

Paz Grajeda tenía otra motivación: Necesitaba dinero para ayudar a su madre a pagar el tratamiento contra el cáncer.

“Por eso hizo este viaje, por mi salud”, dijo su madre, Gloria Paz, al diario La Prensa de Honduras. “Yo prefería que se quedara trabajando donde estaba, en el call center. Pero ella se fue y dijo: ‘No, madre, voy a buscar un buen trabajo para pagar tu operación’”.

Los familiares en Honduras y en Estados Unidos aportaron dinero para financiar el viaje, dijo Karen Caballero, que tiene un hermano que vive en Estados Unidos. El destino previsto inicialmente era Houston.

Los tres partieron el 4 de junio. Karen Caballero los acompañó hasta Guatemala. Quería estar allí para despedirse.

“Pensaba que podían pasar años antes de volver a verlos”, dijo a La Prensa. “Porque cuando uno se va a Estados Unidos es difícil regresar. Sabía que podían pasar cinco, diez, quince años antes de volver a reunirnos”.

En esos últimos momentos juntos, Caballero dijo que tranquilizó a Alejandro, que estaba nervioso por el viaje.

A woman and a man smile at each other.
Margie Támara Paz Grajeda y Alejandro Miguel Andino Caballero en Honduras.
(Karen Caballero)

“Nothing will happen,” she said she told him. “You are not the first nor will you be the last human being to travel to the United States.”

“No va a pasar nada”, le dijo ella. “No eres el primero ni serás el último ser humano que viaja a Estados Unidos”.

Se despidió de ellos: “Les di mi bendición y les dije: ‘Hijos, que les vaya bien en el otro lado, porque aquí no se pudo’”.

Se mantuvo en contacto vía WhatsApp mientras los tres se dirigían al norte de México. La última vez que supo de ellos fue el sábado pasado, cuando ya habían cruzado a Texas.

Estaban esperando ser transportados al norte.

McDonnell es redactora del Times. Sánchez es corresponsal especial.

Para leer esta nota en inglés haga clic aquí

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