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Desde luego que las estudiantes en los campus de UC y Cal State deberían tener acceso a abortos con medicamentos

La píldora RU486 (Manoocher Deghati/AFP).

La píldora RU486 (Manoocher Deghati/AFP).



(Manoocher Deghati/AFP)
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La Universidad de California (UC) y la Universidad Estatal de California (USC) tienen casi tres docenas de campus repartidos por todo el estado, y cada uno de ellos tiene un centro de salud para estudiantes. Todos ellos ofrecen atención básica de salud reproductiva, incluidos exámenes ginecológicos y anticoncepción. El proyecto de ley 320 del Senado extendería eso para incluir lo que se conoce como aborto con medicamentos: un procedimiento no quirúrgico, simple y seguro que implica tomar dos píldoras.

Esta es una adición sensata e inteligente a los servicios de atención médica ya proporcionados a cientos de miles de mujeres en los campus de UC y Cal State, muchas de las cuales pertenecen al rango de edad de las mujeres (20-24) con la tasa más alta de abortos.

Los servicios de salud estudiantiles ya ofrecen a los estudiantes derivaciones para abortos con medicamentos y quirúrgicos, con proveedores fuera del campus. Cuanto más urbana sea el área de la escuela, más cerca estará la clínica o el médico.

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Un estudio realizado por autores principalmente del Centro Bixby para la Salud Reproductiva Global, en la Universidad de California San Francisco, descubrió que de 37 a 38 minutos es el tiempo medio de tránsito público desde los campus a la clínica más cercana donde se puede efectuar un aborto; en algunos casos puede ser más. Un aborto con medicamentos requiere dos viajes de ida y vuelta.

Pero proporcionar servicios de aborto a las estudiantes no es únicamente una cuestión de acceso. También se trata de que la Universidad de California -con 11 campus- y el sistema de la Universidad Estatal de California -con 23 campus- reconozcan que una forma no quirúrgica (que, como todo aborto, es un derecho legal y constitucionalmente protegido) debe considerarse parte de los requisitos básicos de cuidado de salud estudiantil.

Un aborto de cualquier tipo debe ser realizado de manera oportuna. En general, los que se efectúan con medicamentos se realizan solo cuando el embarazo lleva menos de 10 semanas. Obtener una cita en una clínica fuera del campus que los practique puede tomar una semana, según el estudio de UC San Francisco.

Un aborto con medicamentos requiere tomar dos pastillas: mifepristona seguida de misoprostol. En California, muchos profesionales de la salud con la capacitación adecuada pueden supervisar este régimen de medicamentos.

Por lo general, una mujer toma la primera pastilla en la oficina del proveedor, y la segunda en su casa, entre 24 y 48 horas más tarde. Algunos días después, regresa al consultorio para un examen. En un número muy pequeño de casos, aún puede ser necesario realizar un aborto quirúrgico tradicional. En esos casos, el servicio de salud de la universidad derivaría a la paciente a un proveedor externo. El medicamento puede causar calambres y sangrado, por lo cual algunas personas no lo eligen. Pero la popularidad del procedimiento ha aumentado constantemente en los últimos 10 años porque es conveniente, privado y no invasivo.

La SB 320 se está abriendo camino a través de la Asamblea. La idea provino de un grupo de estudiantes en Berkeley, que intentaron infructuosamente conseguir que su campus brindara abortos con medicamentos. Así, iniciaron un grupo llamado Students United for Reproductive Justice (Estudiantes unidos por la justicia reproductiva) y explicaron el problema a la senadora estatal Connie Leyva (D-Chino), quien presentó el proyecto de ley y lo apoyó vigorosamente. El proyecto de ley, patrocinado por el grupo de Berkeley y varios otros grupos de defensa, fue aprobado por el Comité de Salud de la Asamblea, y sería escuchado en el Comité de Educación Superior el 19 de junio.

Los campus tendrán que hacer algunos ajustes si se aprueba el proyecto de ley. Los médicos, enfermeras parteras o asistentes médicos deberán ser entrenados en el procedimiento. Cada campus necesitará una máquina de ultrasonido.

Ni la Universidad de California ni el sistema de Cal State han tomado una posición sobre el proyecto de ley. Las autoridades expresaron su preocupación, no sobre el concepto de brindar abortos, sino sobre la logística, incluido un posible aumento de la responsabilidad. Los funcionarios de Cal State también se preocupan por contar con personal adecuado para una línea de asesoramiento médico de 24 horas que responda a las preguntas de las pacientes a medida que experimentan los efectos del medicamento.

Habrá fondos privados disponibles para abordar muchos de estos problemas. El proyecto de ley establece explícitamente que todos los costos iniciales de entrenamiento, equipo y medicamentos serán cubiertos por dos fundaciones y varios donantes privados. Decenas de grupos apoyan este proyecto de ley, incluido el Colegio Estadounidense de Obstetras y Ginecólogos, la sede de California de la Asociación Estadounidense de Enfermeras, la Unión Estadounidense de Libertades Civiles (ACLU) y la Academia Estadounidense de Pediatría. Los grupos antiabortistas se oponen.

Ofrecer abortos con medicamentos es completamente razonable, teniendo en cuenta tanto las promesas de la Constitución como la población atendida en estos centros de salud para estudiantes. Las universidades deberían considerarlo no como una carga adicional, sino como un servicio básico que faltaba.

Para leer este artículo en inglés, haga clic aquí.

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