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Después de una semana de crímenes de odio, las noticias y el documental ‘The Facebook Dilemma’ chocan en la pantalla

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El presunto tirador de la sinagoga de Pittsburgh publicó sus odiosas y racistas críticas contra judíos e inmigrantes en un sitio web preferido por los neonazis. La diatriba en mayúsculas del sospechoso de las bombas —un hombre de Florida— enviadas por correo a personalidades demócratas, medios de comunicación y críticos del presidente, recibió muchos “me gusta” en Twitter. Y el hombre armado acusado del asesinato de dos compradores negros al azar en un supermercado de Kentucky publicaba sus opiniones a menudo en Facebook y Twitter.

Robert Bowers, Cesar Sayoc y Gregory Bush fueron llamados extremistas en los días y horas posteriores a sus detenciones. El presunto tirador Bowers mató a 11 personas inocentes este sábado 27 de octubre, cuando irrumpió en una sinagoga. Se cree que Sayoc fabricó al menos 14 dispositivos explosivos que envió por correo a objetivos demócratas, incluidos el expresidente Obama y la representante de Estados Unidos Maxine Waters, de Los Ángeles. Las autoridades indicaron que Bush se dirigió al supermercado donde cometió los asesinatos, luego de que se le impidiera ingresar a una iglesia negra.

Pero estos hombres censurables no estaban solos. Formaban parte de una comunidad donde las ideologías marginales peligrosas comparten el mismo espacio con los memes de gatos y los chismes sobre las Kardashian.

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Twitter, Facebook y el pozo sin fondo de plataformas más pequeñas que satisfacen todos los caprichos concebibles ciertamente no inventaron el racismo o el rencor partidista letal, pero conectan a personas que, de otra manera, nunca se encontrarían, en un ecosistema con pocas reglas y menos consecuencias personales.

Del mismo modo que las redes sociales unieron a millones de personas bajo los estandartes inocuos de los videos de bellos pandas y del desafío del cubo de agua helada, también fomentaron las peligrosas cepas del tribalismo virtual con implicaciones letales en el mundo real.

El mismo ícono del “pulgar hacia arriba” en el que hacemos clic para celebrar el nacimiento del bebé de un amigo también se usa para aplaudir los comentarios polémicos sobre la inmoralidad de los republicanos y/o los demócratas, validar noticias falsas y teorías de conspiración y animar conversaciones xenófobas que no deberían tener lugar en un país fundado por inmigrantes.

En su canal de noticias, historias inventadas en la granja de trolls de Putin y otros lugares llegan del mismo modo que las noticias de última hora de fuentes periodísticas consolidadas, como el Washington Post, NPR o el Wall Street Journal. Sin embargo, la falsa equivalencia tiene sus consecuencias y podemos ver evidencia de ello en los titulares de hoy. Las retorcidas filosofías de dos hombres perturbados no se alimentaron de la red, en secreto, al estilo del Unabomber, Ted Kaczynski. Fueron publicadas en cuentas que llevan sus nombres, en sitios que colectivamente cuentan con millones de seguidores.

Ocho exempleados sénior de Facebook, cinco representantes actuales y un puñado de expertos que relataron el ascenso de la compañía, arrojaron luz sobre cómo hemos llegado hasta aquí en “The Facebook Dilemma”, de “Frontline”, un documental de dos partes que, casualmente, se transmiió este 20 y 30 de octubre en PBS.

La película de investigación se centra principalmente en las maquinaciones e influencia de Facebook. Pero al explorar el auge del “estado de nación digital” del creador Mark Zuckerberg, la serie plantea profundas preguntas sobre la responsabilidad corporativa, la manipulación del comportamiento de los usuarios y lo que sucede cuando se arma una fuerza del bien.

Wael Ghonim, el ejecutivo egipcio de mercadotecnia de Google que ayudó a desencadenar la Primavera Árabe al alentar a los manifestantes a reunirse en la Plaza Tahrir, recuerda cómo Facebook le dio un megáfono a un Egipto sin voz, en enero de 2011. La gente se unió casi de la noche a la mañana para derrocar el régimen de 30 años del presidente Mubarak.

Pero Facebook también estuvo disponible para los actores maliciosos que reconocieron su poder tras la revolución. Ellos usaron la red para diseminar información errónea y crear divisiones dentro del movimiento democrático. “Lo más difícil para mí”, dice Ghonim, “fue ver cómo la herramienta que nos unió a todos, nos destrozó”.

“Muévete rápido y rompe cosas” es el lema que usó Facebook en su expansión global, pero hoy en día, cuando se trata de reparar el daño, el lema no oficial parece ser “Muévete lentamente e ignora los escombros”.

Los algoritmos que satisfacen lo que queremos ver han creado un tribalismo digital difícil de desentrañar. El problema se ha vuelto más complejo, ya que Rusia y otros actores infames aprendieron lo fácil que era manipular las diferencias de opinión de los usuarios en profundas divisiones políticas y éticas.

El enemigo de la Guerra Fría encontró un sistema de armas que no requería misiles de largo alcance. Todo lo que necesitaba eran sitios generados por el usuario, datos, y a nosotros.

El número de usuarios afectados por el escándalo de privacidad de datos de Facebook sigue aumentando. Ahora está en 89 millones, a menos que haya subido nuevamente en el tiempo que toma leer esto. La información personal, desde mensajes “privados” hasta los movimientos en internet, fue minada por firmas de mercadeo, pero también por consultores políticos y firmas de estrategias. Los datos que cosecharon brindan una valiosa información sobre los patrones de comportamiento de los estadounidenses. Los enemigos lo utilizaron para socavar nuestra fe en la democracia e influir en las elecciones de 2016.

Todo ello hace que el anuncio emergente casi acosador, de ese par de zapatos que casi compró a las 3 a.m., parezca una pintoresca intrusión de privacidad de un pasado más simple.

Los anuncios irritantes son la base del capitalismo. El odio, sin embargo, no es un valor democrático. Y aunque las campañas negativas se remontan a nuestras más tempranas elecciones, difícilmente la acalorada retórica de campaña de estas elecciones de mitad de mandato hubiera cruzado las líneas rojas sin que las redes sociales lo hagan primero.

Los anuncios y actos políticos se asemejan más a los gritos de batalla contra un ejército invasor que a los sucios ataques de campaña contra los registros de votación y la ética cuestionable.

El representante Duncan Hunter, quien está imputado mientras busca un sexto mandato, acusó a su oponente en el distrito 50 de California, Ammar Campa-Najjar, de tener vínculos familiares con la Hermandad Musulmana. Campa-Najjar es cristiano.

El representante Scott Wagner prometió en un anuncio que “pisotearía” la cara de su oponente con “picos de golf”, en su campaña para gobernador de Pensilvania. Se inspiró en la estrategia triunfadora de “Enciérrenla” (Lock Her Up) que usó Donald Trump, una táctica de campaña que se basa en el contenido cuestionable de los sitios web conspirativos. Es lo que los expertos llaman “atractivo para la base”; o la tribu.

La policía y los medios de comunicación aún están indagando las huellas del pistolero de Pensilvania, el tirador de Kentucky y el presunto terrorista de Florida, en busca de pistas sobre sus motivaciones. ¿Qué los llevó a cometer estos actos abominables contra sus compatriotas, otros seres humanos? No fueron las redes sociales, pero éstas les permitieron esconderse a simple vista, entre aquellos que daban su visto bueno.

Frontline: “The Facebook Dilemma”

Cuándo: Parte 1, lunes a las 9 p.m. Parte 2, a las 10 p.m. del martes.

Dónde: KOCE (PBS)

Si quiere leer este artículo en inglés, haga clic aquí.

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