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Elon Musk, el representante de una cultura que festeja ‘la obsesión por el exceso de trabajo’

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Si alguna vez hubo algo crucial para romper el mito de que los ejecutivos pueden trabajar 120 horas por semana, dormir solo unas pocas horas por noche y no arrepentirse, ello podría ser la triste entrevista de Elon Musk con el New York Times, y la conversación que ha generado.

Musk quien no solo lidera dos grandes compañías, Tesla y SpaceX, sino que tiene empresas paralelas, describió su año pasado como “intolerable”, reconocer que fue “a expensas de ver a mis hijos” y del uso de Ambien para dormir, la emotiva entrevista con Musk dejó al descubierto en términos sorprendentemente vulnerables los efectos de su absorbente trabajo.

La entrevista, que ocurrió tras su inesperado anuncio por Twitter acerca de privatizar la automotriz, derivó en artículos que advierten sobre los riesgos para la salud causados por el exceso de trabajo, tuits de preocupación por su bienestar e incluso cartas abiertas de alguien considerado un paladín contra el agotamiento, Arianna Huffington, quien le pidió que preste atención a la ciencia y encuentre regularmente tiempo para “repostar, recargar y reconectarse” (respuesta de Musk en la madrugada: “Piensas que ello es una opción. No lo es”).

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Los expertos afirman que toda la atención sobre el estado emocional de Musk puede tener poco efecto en la cultura de exceso de trabajo practicada por muchos líderes empresariales y celebrada en las empresas estadounidenses. Ello está integrado en la cultura y es inseparable de las carreras que las personas idealizan. Sumado a esto, con la proliferación de teléfonos inteligentes, nuestros empleos van con nosotros a todas partes.

“Es realmente el representante de una cultura contemporánea que celebra la impulsiva autenticidad y la obsesión por el exceso de trabajo”, expresó Gianpiero Petriglieri, profesor de la escuela de negocios de INSEAD, quien dirige el programa de educación ejecutiva de la entidad. “Es el símbolo de una cultura empresarial en la que anhelamos una relación muy personal, romántica, con el trabajo”, incluso si ello implica que se vuelva absorbente.

Musk, después de todo, ya hizo sonar las alarmas sobre sus niveles de estrés en ocasiones anteriores. Hace un año, le respondió a un usuario de Twitter que se preguntaba acerca de su “asombrosa vida”, que “la realidad tiene grandes momentos, terribles bajas y un estrés implacable. Y no creas que la gente quiere saber sobre los dos últimos”.

Cuando otro usuario le preguntó si era bipolar, primero respondió que “sí”, pero luego aclaró “quizás no clínicamente”, ya que “los malos sentimientos se correlacionan con las cosas malas, así que tal vez el verdadero problema sea dejarme llevar por las cuestiones con las que me involucro”. En 2015, recomendó no dirigir dos grandes compañías -Musk lidera no solo Tesla y SpaceX, sino que tiene empresas paralelas, como Boring Company-, y dijo que ello “realmente mata tu libertad”.

Sin embargo, las largas horas del empresario, de 47 años de edad, siguen siendo una concepción idealizada de lo que los ejecutivos podrían lograr si supieran cómo exprimir cada gota de productividad de sus cuerpos y su tiempo, consideran los expertos.

Els van der Helm, cofundadora de una compañía y aplicación que ayuda a las empresas a entrenar a sus empleados para dormir mejor, remarcó que el nombre de Musk aparece a menudo como una excepción a la regla que la gente debería emular. “Cuando trabajamos con clientes, siempre nos hacemos esa pregunta: ¿Qué pasa con los líderes que solo duermen de tres a cuatro horas? ¿Cómo es posible?”, dijo. “Durante mucho tiempo, [Musk] fue uno de los que, al menos para el mundo exterior, encajan en ese estereotipo exitoso. Su imagen siempre fue la de alguien que se presiona, presiona, presiona a sí mismo, y luego presiona, presiona, presiona a su compañía, y eso lo hace muy exitoso para otros”, explicó. “Pero la ciencia no respalda algo así”.

Aunque hay indicios alentadores de que los ejecutivos están siendo más sensibles a la necesidad de dormir más horas y de contar con tiempos más manejables, la ubicuidad de los teléfonos inteligentes significa que una llamada de atención por parte de Musk no cambiará mucho las cosas. “Todavía hay una gran cultura que sugiere que, si quieres parecer ambicioso, debes enviar un correo electrónico por la noche y no muestras cuando tomas una siesta en mitad del día”, reflexionó. “Eso perpetúa la imagen del líder que trabaja muchas horas”.

En algunas culturas de trabajo difíciles de manejar, como la consultoría de gestión, algunos altos directivos intentan “fingir” que trabajan más de 80 horas como sus colegas, incluso cuando no lo hacen. Una investigación mostró que las mujeres son más propensas a solicitar adaptaciones para tener horas más manejables, mientras que los hombres son más propensos a buscar formas subrepticias (como encontrar clientes locales) de trabajar menos horas, incluso si nadie lo sabe y no se sufren consecuencias (menos ascensos, por ejemplo) por ello.

Aún los ejecutivos que valoran dormir más, consideró Petriglieri, a menudo lo hacen no solo como una manera de estar saludables, sino tal como lo ven los atletas de élite: una forma de mejorar su productividad. “El sueño se incorpora como una técnica de rendimiento”, remarcó.

Para leer esta nota en inglés, haga clic aquí.

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